Ikea y el Sahara desatan una guerra económica entre Suecia y Marruecos
Estocolmo plantea reconocer como estado a los saharauis y Rabat responde con un boicot a las empresas del país escandinavo
Una vez más, Marruecos ha demostrado que no hay nada que se anteponga a su reivindicación del Sahara Occidental como territorio propio. La guerra económica abierta con Suecia es el último botón de muestra. El reino alauí ha impedido a última hora abrir su tienda en Casablanca a la cadena sueca Ikea , la mayor multinacional de muebles del mundo. El acto estaba previsto para el pasado martes pero pocas horas antes las autoridades obligaron a suspenderlo.
El Gobierno que lidera el islamista Abdelilá Benkirán no oculta que esa es solo una medida más del plan de boicot que están diseñando para las empresas suecas. Algunas como la automovilística Volvo o la de ropa , son veteranas en el mercado marroquí. Coincidiendo con el incidente de Ikea, la sede en casablanca de Volvo «fue cerrada en aplicación de una orden judicial», informa la agencia Efe.
El motivo oficial esgrimido fue que a Ikea le falta un permiso. El real, aireado sin disimulo tanto por el Ejecutivo como por los medios locales, es la defensa de lo que Rabat considera una cusa sagrada, «su» Sahara. El caso es que el primer ministro convocó el lunes a todos los partidos del Parlamento y entre todos decidieron no solo que la tienda no se iba a abrir sino que iban a poner en marcha un «boicot de las empresas suecas» como medida «recíproca tras campañas similares para boicotear empresas marroquíes», según un comunicado gubernamental citado por la agencia Reuters.
¿Y por qué esta guerra y ahora? Suecia, y en general los países escandinavos, no han ocultado tradicionalmente sus simpatías por el Frente Polisario, las ansias independentistas del pueblo saharaui y el respeto a los derechos humanos en ese territorio. Yendo más allá, Suecia ha planteado la posibilidad de convertirse en el primer país de Europa que reconozca oficialmente a la RASD ( República Árabe Saharaui Democrática ). Y eso, a ojos de Rabat, es un exceso que hay que combatir sacrificando incluso sus beneficios económicos.
«Suecia es el país más hostil con la integridad territorial de Marruecos después de Argelia», dijo Driss Lachgar , secretario general del Partido Socialista, a la agencia France Presse.
Rabat, como recuerda el comunicado del Gobierno, argumenta que desde hace años Estocolmo impulsa un boicot contra empresas marroquíes. En realidad, los suecos luchan para que no se saque beneficio de los recursos naturales del Sahara Occidental sin que reviertan en su población local. Pero como es el estado marroquí y empresas marroquíes las que tienen la llave del territorio en disputa, por eso Rabat acusa a Suecia del boicot.
Incidentes previos
Ya en 2009 Rabat y Estocolmo vivieron una crisis diplomática después de que la Embajada sueca en el reino alauí facilitara a los saharauis un informe que el Ministerio de Exteriores de Marruecos había entregado a varios países europeos. El texto, al que tuvo acceso ABC, dejaba clara la posición marroquí pero no escondía ningún secreto de estado. « La opción separatista no constituye ni la expresión de un derecho, ni una libertad individual o colectiva; se trata de un atentado a la seguridad y la estabilidad del país ante la que no hay que permitirse ningún tipo de complacencia. La defensa de la unidad nacional y de la integridad territorial del país es una misión sagrada», puede leerse en el documento.
Los activistas de derechos humanos saharauis han expresado siempre su agradecimiento a los políticos y parlamentarios suecos por gestos como este, que costó la expulsión de Marruecos de la número dos de la Embajada de Suecia.
El tren africano de la descolonización no hizo parada en el Sahara Occidental, que se quedó fuera de los países que alcanzaron la indenpendencia en la segunda mitad del siglo XX, como el propio Marruecos. La mayor parte de la colonia española fue ocupada por el reino alauí desde 1975. Ya antes, la ONU había exigido que se completase el proceso de autodeterminación con el que los saharauis decidieran su futuro. Madrid hizo oídos sordos, como hoy hace Rabat . En 2015, con España todavía como potencia legal y Marruecos como potencia ocupante de facto, la autodeterminación, que debe decidirse por medio de un referéndum, está lejos. Y los muebles de Ikea siguen sin montarse.
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