Los populistas proponen que un musulmán no pueda presidir EE.UU.
El neurocirujano negro Ben Carson plantea su inconstitucionalidad, con el apoyo tácito de Trump
La campaña republicana más atípica en muchos años avanza de sobresalto en sobresalto. Desde que Trump rompiera la carrera con su ruidoso mensaje contra «lo políticamente correcto», no hay día sin debates de trazo grueso ni semana sin ocurrencias. El neurocirujano retirado Ben Carson , que compite con el magnate y con la exejecutiva Carly Fiorina en un amplio campo de juego para los antiestablishment, ha recuperado protagonismo al rechazar que un musulmán pueda ser presidente de los Estados Unidos . Aunque, con su maniobra táctica, arrastra a los contendientes a un debate estéril.
En el todavía numeroso plantel de aspirantes republicanos sigue marcando agenda el trío de advenedizos que ha encontrado en el hartazgo de la opinión pública un campo abonado. Poco antes de que el gobernador de Wisconsin Scott Walker abandonara la carrera como segunda víctima del mensaje populista (el texano Rick Perry abrió el camino de salida), Carson arrancó la semana mostrándose contrario a que un musulmán pudiera ser presidente de Estados Unidos. Además de argumentar que choca con la Constitución porque « su fe puede interferir precisamente en su cumplimiento» , el médico de Detroit cuestionó que alguien «quiera y pueda convertir el país en una teocracia».
La andanada de Carson no fue desaprovechada por Donald Trump, especialista en sacar partido de cualquier situación que se presente. Durante el mitin que celebró horas después en Iowa , de mayoría blanca y conservadora y que marcará el arranque del proceso de primarias con sus caucuses el próximo febrero, uno de los asistentes rescató la acusación contra Obama de profesar la fe musulmana. Ante lo cual el millonario, líder en las encuestas en aquel estado, prefirió callar y otorgar. Se trata de un latiguillo político que el sector más conservador de los republicanos utiliza de vez en cuando atendiendo al segundo nombre de pila del presidente, Hussein , dado por su padre, que sí era musulmán.
Walker: «No creo que estos debates nos ayuden a progresar»
Aunque los políticos republicanos y demócratas de mayor peso optaron por el silencio, a Carson le llovieron críticas de ambos lados. Si el republicano Lindsay Graham afirmó que «debería pedir perdón» a los musulmanes, el gobernador Walker, declaraba resignado: «No creo que estos debates nos ayuden a progresar».
Enfrente, la representante demócrata por Minnesota Keith Ellison arremetió contra él con esta frase: «Entre los candidatos republicanos hay algunos que no dan la talla y que sólo utilizan el miedo como mensaje» .
A ellos se sumó la asociación musulmana de derechos civiles de Washington, que exigió a Carson que dejase la carrera.
El más satisfecho precisamente era el responsable de la campaña de Carson, Barry Bennett , quien no tenía empacho en reconocer el éxito de su movimiento casi a cualquier precio: «No importa el alboroto; lo que es seguro que a nosotros no nos perjudica». Y apuntalaba su tesis: «Mientras el ala izquierda (los moderados) del partido resoplan molestos, los votantes republicanos en las primarias están 80-20 en contra de que un musulmán pueda ser presidente».
Tercera en liza
Ben Carson, que hasta la semana pasada había emergido como segundo aspirante más valorado, vio cómo tras el segundo debate republicano la exconsejera delegada de Hewlett Packard , Carly Fiorina, le arrebataba el puesto en las encuestas y se consolidaba como tercera en liza de quienes proponen alejarse de la política clásica.
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