El acuerdo con Irán frena, pero no liquida, la amenaza nuclear
Teherán recuperará 110.000 millones de euros por reducir su producción de uranio durante 15 años
El acuerdo con Irán se pondrá en marcha, al menos hasta que en enero de 2017 un nuevo presidente releve a Barack Obama, pero mantendrá en el aire dos preguntas en forma de amenazas: ¿Garantizará que el régimen chií cumpla sus compromisos y neutralizará su capacidad de construir un día la bomba nuclear ?
La gran mayoría pone en duda la primera y niega la segunda. Con el histórico acuerdo alcanzado el pasado 14 de julio entre el Grupo 5+1 (EE.UU., Francia, Reino Unido, China, Rusia, más Alemania, junto con la UE) e Irán, que ha superado esta semana el último escollo al sumar Obama la minoría mayoritaria suficiente en el Senado , se puede decir que la comunidad internacional compra 15 años de parón y retroceso nuclear por un alto precio: que el país persa vuelva a acceder a los 110.000 millones de euros congelados por las sanciones.
Para los partidarios del pacto, era la única forma de detener el proceso a sólo «dos o tres meses» de que, según la inteligencia norteamericana, Irán pudiera alcanzar su inquietante objetivo final. Para los detractores, cuando expire el acuerdo el régimen chií habrá salido fortalecido política y económicamente para emprender la recta final hacia el arma nuclear.
La confirmación de que la mayoría republicana no lograría echar abajo el polémico texto no elude la preocupación generalizada entre la clase política en plena carrera electoral, y en la propia sociedad, mayoritariamente contraria, según las encuestas. Aunque los reparos en las filas demócratas no han sido suficientes para que los republicanos lograran bloquear el acuerdo en el Senado (se quedaron a dos votos), gracias a la intensa presión ejercida por Obama y su equipo sobre los más reacios, que la aspirante Hillary Clinton saliera a defenderlo la víspera de la votación con contundentes amenazas militares a Irán lo dice todo.
Un pacto vulnerable
Superada la pugna parlamentaria, hay amplia coincidencia entre republicanos y demócratas en la necesidad de trabajar para combatir «las vulnerabilidades que ofrece» el pacto, según las palabras de Dennis B. Ross, exasesor de Obama sobre Irán. Una opinión compartida también esta semana por Michèle A. Flournoy, mano derecha del ex secretario de Defensa Leon Panetta en la primera legislatura de Obama, quien reclama que el acuerdo «forme parte ahora de una gran estrategia para recuperar y reforzar el trabajo con nuestros principales aliados en la región». Sin mencionarlo, Flournoy se refería a Israel, que no es el único pero sí el socio más importante.
El propio presidente norteamericano es consciente del riesgo de que su victoria termine siendo pírrica. Además del desgaste personal que ha supuesto sacar adelante un texto de semejante alcance con el rechazo mayoritario de las cámaras (aunque en Estados Unidos eso forme parte más o menos frecuente del juego político), Obama se ha dejado más pelos en la gatera en su enfrentamiento con Israel. Si se granjeaba recientemente el apoyo del rey de Arabia Saudí, Salmán bin Abdulaziz, el otro gran enemigo de Irán, su principal reto ahora es fortalecer el entendimiento con el primer ministro israelí , Benjamin Netanyahu, especialmente deteriorado a raíz del acuerdo con el régimen chií.
En su intento frustrado de convencer al amigo israelí, el secretario de Estado, John Kerry, siempre ha sostenido que «era una fantasía pensar en una capitulación completa de Irán en materia nuclear». Y, al tiempo, recuerda que el pacto suscrito permite a la comunidad internacional ejercer una presión permanente durante la comisión de seguimiento (que incluirá a todos los miembros del acuerdo), ya que bastará con el voto de una mayoría para volver a recuperar las sanciones en el caso de que Irán incumpla sus compromisos. Es decir, que China, Rusia e Irán no podrán evitarlo.
Kerry encontró recientemente el apoyo a este argumento de Colin Powell, su predecesor en el cargo durante la etapa del presidente George W. Bush, para quien «es muy buen acuerdo, si tenemos en cuenta que durante los últimos diez años Irán ha estado enriqueciendo Irán en una autopista sin límite de velocidad ».
Pero ninguna declaración es suficiente frente al colosal reto de someter a Irán, a quien en Estados Unidos lleva 35 años combatiendo como país financiador del terrorismo.
El proceso se halla de momento en una fase preliminar. El régimen debe cumplir con su obligación de entregar a la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) toda una detallada radiografía y actualización de su infraestructura nuclear . Este punto se considera esencial para que se pueda constatar que Irán reduce el enriquecimiento de uranio de las 12 toneladas que acumula en la actualidad a los 300 kilogramos, cantidad considerada por los expertos insuficiente para acometer la construcción de la bomba nuclear.
Acuerdos secretos
Una de las denuncias republicanas apunta a dos supuestos «acuerdos secretos» que no se han dado a conocer atendiendo a la «confidencialidad» bajo la que suele operar la Agencia Atómica . Uno de ellos abordaría precisamente los detalles de cómo Irán responderá sobre actividades pasadas y la forma en qué permitirá trabajar a los científicos.
Los mayores riesgos estriban en que que pese al inicial retroceso, pasados los 15 años del acuerdo nada impedirá a Irán «volver a producir a escala industrial con las más avanzadas centrifugadoras, y, si lo decide, hacerse con la bomba en cuestión de semanas », apunta Robert J. Einhorn, miembro de la Brookings Institution y que fue miembro del grupo negociador con los iraníes.
Los detractores del acuerdo critican no se contemplen limitaciones a su modernización tecnológica, que precisamente el robustecimiento económico del país permitiría desarrollar. A ello se suma que a partir del décimo año de ejecución del acuerdo, los iraníes podrán empezar a incorporar nuevas máquinas, lo que hace temer a muchos que les permita acortar el llamado «breakout time» (tiempo para tener la bomba), que según los expertos se va ampliar a aproximadamente un año a partir de este acuerdo.