Los cristianos de Belén se rebelan contra el muro israelí
La decisión de la Justicia de Israel de reactivar la construcción del muro de separación hará perder a muchos sus terrenos de cultivo y su forma de ganarse la vida
Oración como forma de resistencia pacífica, gritos de rabia y eslóganes como «¡no tenemos miedo, Israel es un estado terrorista!» contra gases y pelotas de goma, esta es la escena que se repite desde hace dos semanas a la salida de la misa principal del domingo en Beit Yala, localidad de mayoría cristiana que pertenece a la gobernación de Belén.
«No se lanzan piedras, ni cócteles molotov», aseguran lo asistentes, los vecinos protestan con misas diarias y marchas dominicales contra la decisión de la Justicia de Israel de reactivar la construcción del muro de separación que les hará perder buena parte de su tierra , que quedará al otro lado de la barrera de hormigón.
El último domingo de resistencia pacífica estuvo encabezado por el ex patriarca latino de Jerusalén Michel Sabah, quien pidió al mundo cristiano «alzar su voz» contra el muro , algo que no se ha producido de forma sincera desde que Israel comenzara a levantar la barrera en Cisjordania hace ya 13 años.
Viernes y domingos son los días en los que más gente acude a estas marchas que concluyen cuando los cientos de asistentes, la mayor parte familias de la localidad, religiosos y activistas de derechos humanos, ponen un pie en el olivar donde Israel ha retomado las obras del muro.
Entonces los soldados abren fuego, «primero con bombas de sonido, luego gases y, finalmente, pelotas de goma contra los más jóvenes, que son los que más tiempo resisten», relata un joven de la localidad consultado. En las últimas 24 horas al menos dos vecinos han sido detenidos bajo la acusación de «cruzar de forma ilegal a Jerusalén» , lo que pone de manifiesto que, sin haber concluido el trazado de la barrera, las fuerzas de seguridad ya consideran ese terreno como zona anexionada.
Decisión política
La historia del muro en Beit Yala es la historia de una larga lucha ante la Justicia con el objetivo de que el ministerio de Defensa de Israel busque un recorrido alternativo para que la pared no parta en dos los terrenos del monasterio de Cremisán, conocido por sus viñedos. Las monjas y la escuela infantil quedarán de un lado del muro. Los monjes y el edificio principal del monasterio, del otro.
Además, parte de las tierras de medio centenar de familias cristianas palestinas caerán también del lado israelí de la barrera y sus propietarios perderán el libre acceso a los terrenos de cultivo . La presión internacional y la intermediación del Vaticano lograron frenar la construcción del muro durante un tiempo y en abril el Tribunal Supremo israelí decidió que el ministerio de Defensa debía buscar un recorrido alternativo en Beit Yala. La alegría, sin embargo, apenas ha durado unos meses ya que en julio el mismo tribunal cambió de opinión.
«No es coincidencia que la decisión de la Justicia se produjera una semana después de que el Vaticano reconociera el estado Palestino, una decisión que no sentó nada bien en Israel», recuerda Xabier Abu Eid, portavoz de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) y vecino de Beit Yala, para quien se trata de «una medida puramente política».
Israel comenzó a construir el muro en 2002, con el argumento de que era clave para su seguridad. El Tribunal Penal Internacional (TPI) declaró en 2004 «ilegal» la construcción y pidió, junto con la Asamblea General de la ONU, su desmantelamiento, pero Israel sigue adelante sigue y cuando la barrera esté finalizada cubrirá una distancia estimada de 720 kilómetros.