El criminal de guerra que quiere ser experto en conflictos

Thomas Lubanga, condenado por el reclutamiento de niños soldados al este del Congo, apela a su salida de prisión para llevar a cabo una tesis doctoral

El criminal de guerra que quiere ser experto en conflictos afp

EDUARDO S. MOLANO

La orden de Thomas Lubanga a sus tropas de niños soldados era clara: cercenar labios y miembros superiores e inferiores. Desde que en marzo de 2005 fuera detenido y trasladado un año después a La Haya , el horror de los crímenes cometidos por este exlíder rebelde en la República Democrática del Congo ha sido narrado con claridad milimétrica.

Ante estos testimonios, en julio de 2012, el Tribunal Penal Internacional (TPI) condenaba a 14 años de cárcel a este antiguo señor de la guerra por el reclutamiento de niños soldados en la región de Ituri, este del Congo.

Entonces, la Corte estableció la existencia de pruebas suficientes que demostraban la participación de la Unión de Patriotas Congoleños (UPC) y su brazo armado, las Fuerzas Patrióticas para la Liberación de Congo (FPLC) -ambos fundados y comandados por Lubanga-, en el reclutamientos de «menores de quince años» para su participación de forma activa en el conflicto entre el 1 de septiembre de 2002 y el 13 de agosto de 2003.

Sin embargo, ahora, una década después de su detención, Lubanga exige un legado en forma de oxímoron: su salida de presidio para «estudiar las causas de los conflictos étnicos», según ha asegurado el propio TPI.

En este sentido, el exlíder rebelde, quien es elegible para ser liberado tras cumplir dos tercios de su condena (la mayoría de ella, transcurrida durante su tiempo previo a la sentencia), desea volver al Congo para llevar a cabo una tesis doctoral en la ciudad de Kisangani, y ayudar así los «grupos tribales a vivir juntos en armonía» .

En la actualidad, el TPI cuenta con siete causas abiertas en el continente africano (más una investigación iniciada), aunque tan solo dos condenas: Junto a la de Lubanga, el pasado año, el señor de la guerra congoleño Germain Katanga era sentenciado a doce años por crímenes de lesa humanidad . Su causa estaba enfocada, casi en su totalidad, en la matanza ocurrida en febrero de 2003 en la localidad de Bogoro, en el estado de Ituri (este de la República Democrática del Congo), en la que al menos 200 personas perdieron la vida. Entonces, Katanga era el comandante del grupo armado Fuerzas Patrióticas de Resistencia de Ituri.

Doble rasero

Otros casos, no obstante, se postergan en el tiempo. Mientras que el mediático líder del grupo rebelde ugandés Ejército de Resistencia del Señor, Joseph Kony, continúa en paradero desconocido a pesar de la orden de busca y captura que pende sobre sus cabezas desde 2005; el presidente de Sudán, Omar Hassan al Bashir, acusado de crímenes de guerra y lesa humanidad cometidos en la región de Darfur, campea su dictadura por la región. ¿En el recuerdo? La pantomima ocurrida recientemente en Sudáfrica, donde el mandatario evitó su detención con total impunidad.

Por ello, el comisario de Paz y Seguridad de la Unión Africana, Ramtane Lamamra, destacaba en la clausura de la cumbre de la organización que no es lógico que Naciones Unidas remita el caso de Sudán a la TPI, cuando tres de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad -Estados Unidos, Rusia y China-, o bien no han firmado o no han ratificado el Estatuto de Roma, que estableció esta Corte. «¿Cómo pueden remitir casos ajenos , mientras no se sienten obligados a cumplir con las mismas reglas», añadía.

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