La ambición de Biden pone en apuros las primarias de Clinton

El caso de los correos electrónicos también pesa sobre la exsecretaria de Estado

La ambición de Biden pone en apuros las primarias de Clinton reuters

manuel erice

El paseo triunfal de Hillary Clinton hacia la Casa Blanca que ansiaban muchos votantes demócratas, como histórico relevo entre el primer negro y la primera mujer que presiden los Estados Unidos , está en entredicho. Mucho antes de que Barack Obama desplazara del carril a la todopoderosa Hillary durante las disputadas primarias de 2008, el destino vuelve a pedir cuentas a la ex primera dama, exsenadora, exsecretaria de Estado y hoy con menos opciones que ayer de llegar a ser expresidenta de la nación. Es un giro más que un vuelco, pero la investigación oficial de sus correos electrónicos durante su etapa al frente de la política exterior norteamericana y su consiguiente desgaste en las encuestas ensombrecen una campaña que arrancó como indiscutible candidata. Y puede haber más: una dura disputa por la nominación demócrata si el vicepresidente Joe Biden decide finalmente entrar en la carrera.

El inesperado encuentro de Biden el pasado sábado con la senadora Elizabeth Warren, una referencia política y moral para el ala izquierda del Partido Demócrata, alimenta la expectativa de que el número dos de Obama puede lanzarse a la que sería su tercera intentona . Durante las últimas semanas el entorno de Biden ha reconocido que está tanteando a personas de peso en el partido y a posibles donantes capaces de financiar una larga campaña. En su contra juegan sus 72 años de edad y el momento en el que iniciaría la pugna, algo tardío, para contar con garantías de victoria. Pero su indiscutible peso político en amplios sectores y un eventual apoyo de Obama, o al menos de su equipo, ante la posibilidad de dar continuidad a ocho años de gobierno, le mantienen en liza.

A ello hay que sumar la deriva en la que ha entrado la campaña de Clinton, criticada por su torpe gestión de la investigación de sus correos electrónicos, lo que despierta el temor en algunos hombres fuertes del partido a una crecientemente debilitada Hillary como única opción de victoria.

En concreto, las últimas encuestas publicadas sitúan a la candidata ya por debajo de Jeb Bush, Marco Rubio y Donald Trump en Florida y Pennsylvania, dos de los estados que habitualmente terminan inclinando la balanza electoral. Más preocupante aún para los demócratas es el último sondeo publicado sobre su gestión del escándalo de los e-mails, que concluye que casi dos tercios de los estadounidenses no creen la versión de Hillary .

Que la veterana demócrata ha perdido fuelle se ha puesto en evidencia también con el impulso que ha tomado el hasta ahora único aspirante real a su candidatura, el senador Bernard Sanders. Pese a los 75 años que cumplirá en septiembre, el neoyorquino que se autocalifica «socialista» ha tomado fuerza las últimas semanas protagonizando multitudinarios mítines en los que aglutina al sector más izquierdista del partido, y más allá del partido, hasta convertirse en líder de los indignados de izquierdas. Sanders, quien decidió seguir adelante cuando Warren renunció a presentarse, está absorbiendo los apoyos que habría acumulado la profesora de Harvard.

Malestar demócrata

En un evidente paralelismo con el auge de Donald Trump en el entorno republicano , el empuje de Sanders viene a aglutinar el malestar de buena parte de la opinión pública con el «establishment», que en el caso del Partido Demócrata representa Hillary , y, en su caso, una fuerte crítica a la cercanía de los Clinton hacia el poder financiero representado por Wall Street.

La inquietud demócrata ante los renovados fantasmas en torno a Clinton la alumbraba ayer un perfil crítico de «The New York Times» hacia la figura de David Kendall, sempiterno abogado personal de los Clinton y que también tuvo que lidiar con el impeachment (juicio para la destitución) contra el entonces presidente Bill, en 1998. En su crónica, Peter Baker destacaba las críticas a Kendall por facilitar con su silencio el creciente desgaste de la aspirante a candidata , sin un portavoz que neutralice las acometidas políticas, periodísticas y de la propia investigación.

El FBI mantiene abierta una investigación sobre el contenido de los aproximadamente 30.000 e-mails que formaban parte del servidor que Hillary Clinton utilizó durante su etapa de secretaria de Estado. Si ya el hecho de hacer uso exclusivo de un servidor privado para la gestión de asuntos públicos y delicados ya fue cuestionado desde un principio, el caso se agravó el pasado julio cuando la agencia de investigación reveló que 300 de ellos habían sido posteriormente considerados materia clasificada . Aunque el FBI ha recalcado que Hillary Clinton, como tal, no es objeto de ninguna investigación, la conclusión de las primeras pesquisas revela que parte del contenido que ella y sus ayudantes gestionaron afectaba a la seguridad del Estado.

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