Vuelve la tensión entre las dos Coreas por los altavoces contra Kim Jong-un
Si Seúl no apaga hoy dichos megáfonos, Pyongyang amenaza con atacar de nuevo tras la refriega del jueves

Después de un par de años de relativa calma, vuelve a estallar la tensión entre las dos Coreas , divididas entre el Norte comunista que dirige el joven dictador Kim Jong-un y el Sur capitalista. En esta ocasión, el motivo de la disputa son los altavoces de la propaganda que Corea del Sur ha instalado en la frontera del Paralelo 38 , cuyos mensajes contra el régimen estalinista de Pyongyang se escuchan en el Norte. Apagados desde 2004, Seúl volvió a encender dichos altavoces el pasado día 10, después de que dos de sus soldados perdieran las piernas al estallarles una mina mientras patrullaban por la frontera. Para frenar los mensajes críticos contra Kim Jong-un, el Ejército norcoreano disparó el jueves varias ráfagas de artillería sobre la frontera, que fueron respondidas por el Sur sin que ninguno de los dos países sufriera ninguna baja.
Tras dicha refriega, que ha obligado a evacuar a unos 2.000 vecinos surcoreanos que viven cerca de la frontera, Pyongyang puso este viernes a sus tropas en «estado de pre-guerra» y lanzó un ultimátum a Seúl: o apaga los altavoces hoy sábado a las cinco de la tarde (diez de la mañana, hora peninsular española) o volverá a disparar contra ellos.
Ante esta amenaza de una «fuerte acción militar», el ministro surcoreano de Defensa, Han Min-koo, aseguró que sus tropas « responderán contra cualquier ataque de Corea del Norte , que tendrá que asumir su responsabilidad por tales actos», según informa la agencia estatal de noticias Yonhap.
Enfundada en una chaqueta de camuflaje, la presidenta surcoreana, Park Geun-hye, visitó este viernes por sorpresa el cuartel general del Tercer Ejército, cerca de Seúl, y ordenó responder «de forma contundente y severa» en caso de que Kim Jong-un ordene un ataque. « No podemos tolerar ninguna provocación de Corea del Norte que pueda poner en peligro la seguridad de nuestros soldados y de nuestro pueblo», prometió la presidenta, cuyo padre, el dictador Park Chung-hee, dirigió con puño de hierro el país desde el golpe de Estado que le aupó al poder en 1961 hasta que en 1979 fue asesinado a tiros por el jefe de sus propios servicios secretos.
A la espera de que se cumpla el ultimátum, el Ejército surcoreano se encuentra en estado de máxima alarma y sospecha que el Norte podría lanzar algunos misiles durante el fin de semana. A tenor de Yonhap, los servicios de Inteligencia surcoreanos habrían detectado el movimiento de lanzaderas de cohetes Scud y Rodong, que tienen un rango de 500 y 1.200 kilómetros respectivamente, cerca de Wonsan y en la provincia de Pyongang del Norte.
Con este nuevo repunte de la tensión, acaba un periodo de calma que duraba desde abril de 2013, cuando Kim Jong-un decretó el «estado de guerra» y cerró el polígono industrial de Kaesong , que ambos países gestionan de forma conjunta en la frontera. Dicha zona, donde 120 empresas surcoreanas emplean a 54.000 trabajadores del Norte, vuelve a aparecer como víctima colateral de esta nueva crisis, ya que Seúl ha prohibido la entrada a sus nacionales para evitar que queden atrapados bajo el régimen de Pyongyang en caso de conflicto.
Previamente, uno de los peores momentos entre ambos países se remonta a 2010. En marzo de ese año, 46 marineros surcoreanos perecieron en el naufragio de la corbeta «Cheonan» , hundida supuestamente por un torpedo del Norte. Poco después, en noviembre, el ejército norcoreano bombardeó la isla de Yeongpyeong, donde murieron otras cuatro personas en un ataque que puso a ambos países al borde de la guerra.
Noticias relacionadas