Luces y sombras del «deshielo» en las relaciones entre EE.UU. y Cuba
La normalización entre ambos países ha creado diferentes expectativas entre los cubanos residentes en la isla y aquellos que viven en el exilio. ABC ha hablado con ellos
El anuncio de la normalización de relaciones entre Cuba y Estados Unidos realizado por el presidente Barack Obama el pasado 17 de diciembre creó una especie de euforia tanto dentro como fuera de la isla. Sin embargo, muchos cubanos, especialmente activistas dentro de Cuba y miembros del exilio, se muestran escépticos de que esta reapertura diplomática conlleve también la ansiada libertad democrática.
ABC recabó la opinión de algunos de ellos , que muestran los matices de un acontecimiento histórico escenificado este viernes, con la bandera de EE.UU. ondeando de nuevo, 54 años después, en el Malecón de La Habana.
No influirá en el proceso interno político
El historiador exiliado en México Rafael Rojas (La Habana, 1961), que acaba de publicar una «Historia mínima de la revolución cubana», considera que este «deshielo» entre los vecinos separados por 90 millas de mar Caribe no influirá en el proceso interno político de cara a 2018, año en que Raúl Castro prometió dejar el poder. «Si se hubiera introducido una reforma electoral antes de esta normalización, sí podríamos ver en el 2018 un parlamento ligeramente distinto. En principio, lo que podrá suceder entonces es sólo un relevo generacional sin ninguna democratización del régimen político, que seguirá siendo el mismo desde el punto de vista institucional: partido único, control de los medios de comunicación, control de la sociedad civil, penalización de la oposición».
Un paso que ha estimulado el exilio
Por su parte, a Ernesto Hernández Busto (La Habana, 1968), fundador del blog «Penúltimos Días» en 2006 –cuando Fidel Castro se retiró del poder por sus problemas de salud–, le desagrada la palabra «deshielo» y critica que ningún periodista independiente haya sido acreditado para cubrir la ceremonia oficial en la flamante embajada de EE UU: «No me gustan las metáforas políticas, porque creo que impiden muchas veces llegar al meollo del problema: ni Guerra Fría ni Deshielo , pues. Simplemente una apuesta de Obama por normalizar la anomalía del régimen cubano, confiando en que la liberalización (económica) y el mayor intercambio (turístico) aflojará lo que parece no tener remedio. El cambio, sin duda significativo, hasta ahora sólo ha beneficiado al gobierno cubano. Y más que favorecer la democracia, parece haber estimulado el exilio (al tiempo que la oposición, sin duda más fuerte que hace una década, queda arrinconada en el nuevo escenario político). En los últimos meses he visto crecer las cifras de los que salen de Cuba por cualquier medio y de los que opinan que la jugada política de Obama ha sido contrarrestada con el gatopardismo raulista: las principales empresas que pueden beneficiarse de una nueva relación con EE.UU. están todas en manos de la élite militar».
Aceleración hacia el final del castrismo
La periodista y activista Yoani Sánchez (La Habana, 1975) es más optimista. Conocida a través de su blog «Generación Y» , que le ha hecho acreedora de varios premios por la prensa y la libertad alrededor del mundo, dirige desde Cuba el periódico digital independiente «14ymedio». Ella es partidaria de la reapertura porque «la anterior situación heredada de la guerra fría favorecía la política de ‘en una plaza sitiada, disentir es traicionar’.
Para la periodista lo más positivo de la normalización de las relaciones bilaterales consiste en que «terminada la rivalidad con el vecino del Norte, queda en evidencia el conflicto más importante que vive Cuba: entre su pueblo y su gobierno ». Y señala como aspecto negativo que «la prensa internacional se ha llenado de titulares triunfalistas, que no acaban de convertirse en realidades. Para muchas personas en el mundo, Cuba ya cambió y no es así», asegura.
En cuanto a quién se beneficiará del deshielo, cree que «el Gobierno intentará monopolizar todos los beneficios, pero ya se está viendo que no pueden controlarlos. El 17D marca una aceleración hacia el final del castrismo».También que contribuirá al establecimieto de la democracia en la isla «aunque no de la manera que muchos creen. No será la Casa Blanca la que logre recuperar para nosotros los cubanos los derechos que nos han quitado, pero al menos la propaganda oficial no podrá señalarla como el motivo principal para mantener una dictadura.
Por último, Yoani Sánchez cree que el siguiente paso en este proceso de deshielo debería venir de Cuba . «El gobierno de Raúl Castro no ha dado pasos hacia una reforma política después del 17D. Ahora debe modificar la ley electoral, permitir la existencia de otros partidos y aceptar que candidatos opositores se presenten a las votaciones. También le corresponde legalizar una prensa libre y desmontar las restricciones migratorias que aún quedan, además de permitir la inversión del capital privado cubano, desde dentro y fuera de la Isla. Mientras más rápido comience, mejor.
El futuro de Cuba será ruso
Juan Abreu (La Habana, 1952), pintor y escritor, residente en Barcelona, salió de la isla a la vez que su amigo Reinaldo Arenas, con el éxodo del Mariel, rumbo a Miami. Hoy lleva a cabo el proyecto «1959», una inmensa obra en proceso que pretende retratar uno por uno los miles de fusilados por el castrismo.
«El de Cuba es un caso sin final feliz . La duración del castrismo ha envilecido y emponzoñado no solo el pasado y el presente sino el futuro de la isla –señala–. La nueva relación con Estados Unidos beneficiará a la dictadura y, probablemente, traiga además algún beneficio económico a los cubanos, pero eso carece de relevancia moral, es decir de importancia».
Para Abreu, el futuro de Cuba «será ruso. Los cubanos, como los rusos, cuando se consume la farsa del “cambio”, votarán por los mismos asesinos, se seguirá matando a los opositores en las calles (Oswaldo Payá, Borís Nemtsov), y a cambio de bienestar material la población se contentará con el mismo gobierno de delincuentes, pero disfrazado de reformistas». En su opinión, para que hubiera democracia y libertad en Cuba, «sería necesario limpiar de la geografía cubana a los Castro y su descendencia, y que la herencia política de esta gentuza desapareciera completamente. Pero dudo que algo así suceda alguna vez», concluye.