La deuda de los universitarios, un infierno en el que Hillary quiere pescar votos
La candidata demócrata pretende acabar con la asfixiante deuda que acarrean los estudiantes de EE.UU. tras su paso por la universidad y, de paso, asegurarse el voto joven
La universidad es la puerta de entrada más segura a una carrera profesional exitosa. En EE.UU., donde casi cualquier empleo de nivel medio exige título superior , entrar en la universidad es también una condena financiera para muchos estudiantes. Los precios altos —y crecientes— de las matrículas los empujan a contraer deudas que tardarán años o décadas en pagar.
Según datos de 2013, cerca del 60% de los graduados de una titulación de cuatro años en universidades públicas tenía contraída una deuda. El montante total de la deuda estudiantil se ha triplicado en la última década, hasta llegar a los 1,2 billones de dólares a comienzos de este año.
Es el tipo de deuda con mayor volumen en el país, solo por detrás de las hipotecas, pero por encima de que lo que los estadounidenses deben por el uso de su tarjeta de crédito. El 37% de las familias cuyos miembros adultos son menores de 40 años acarrea algún tipo de deuda por sus estudios superiores (en 2001, solo era el 22%).
La encrucijada a la que se enfrentan muchos jóvenes tras salir del instituto es contraer una deuda importante y rezar para poder pagarla después durante años o decir adiós a la universidad y, con ello, a la mayoría de aspiraciones profesionales.
Hillary Clinton, a la que le cuesta activar a su electorado ante la escasa oposición dentro de su partido —aunque el senador Bernie Sanders empieza a tomar cuerpo como amenaza— y ensombrecida con la atención mediática que despiertan Donald Trump y el resto de candidatos republicanos, ha elegido este asunto para relanzar su asalto a la Casa Blanca.
La candidata demócrata ha propuesto acabar con el infierno de la deuda estudiantil. Su objetivo es que los estadounidenses puedan matricularse en universidades públicas sin que tengan que pedir ayuda financiera para ello . La idea es inyectar 350.000 millones de dólares durante los próximos diez años en el sistema universitario para aliviar la carga de la matrícula de los estudiantes.
Según los datos de la campaña de Clinton, la barrera para acceder a la universidad es cada vez mayor. Entre 2004 y 2014, los gastos de matrícula se han disparado un 42% , mientras que los estados —arrastrados por la recesión— han reducido su gasto en las universidades un 20% en los últimos años.
La solución de Clinton es meter dinero federal a los estados, pero con condiciones: a cambio de esta inyección de fondos, los estados deberán también comprometerse a mejorar la financiación de la educación superior y controlar el gasto de las universidades para centrarlo en la mejora académica.
A la vez, Clinton incluye en su plan la idea de Barack Obama de ofrecer matrícula gratuita para los programas de dos años en «community colleges» —centros universitarios de rango menor— y añade la de refinanciar las actuales deudas estudiantiles con tipos más bajos, que ya había propuesto otra voz con peso del partido, la senadora Elizabeth Warren.
¿De dónde saldrá el dinero? Malas noticias para los ricos: se obtendrá de limitar algunas deducciones de impuestos de los contribuyentes con altos ingresos. Las familias también tendrán que pagar matrículas «realistas» y los estudiantes tendrán que contribuir con fondos equivalentes a trabajos de diez horas por semana.
«Necesitamos conseguir una educación de calidad asequible y accesible para todo el mundo que desee optar a ello sin cargarles con décadas de deuda», proclamó Clinton esta semana en su anuncio de la propuesta en New Hampshire.
Precisamente es en este estado clave para las elecciones presidenciales —uno de los «swing states» o estados donde la victoria demócrata o republicana y el segundo en celebrar sus primarias— donde Clinton ha cosechado su primera derrota en la carrera electoral. Una encuesta publicada este miércoles por la universidad Franklin Pierce y «The Boston Herald» mostraba que Bernie Sanders —el candidato que apela al ala más populista y de izquierdas del partido demócrata— está por primera vez por delante de Clinton en la intención de voto en este estado : 44% para Sanders, frente al 37% de Clinton.
Una propuesta ambiciosa como la de eliminar el tamaño de la deuda estudiantil es lo que el electorado demócrata necesita de Clinton para que le convenza que, de verdad, su prioridad es recuperar la fortaleza de la clase media, el punto central de su campaña.
También le servirá para interesar al votante joven , que se inclina hacia el partido demócrata, pero al que cuesta llevar a las urnas.
En el plano de la realidad, el plan de Clinton será un brindis al sol si no hay un gran cambio en el escenario político. Es muy difícil pensar que un Congreso dominado por los republicanos acepte una inyección de fondos federales tan grande a costa de impuestos y el debate de la financiación universitaria apenas ha ganado atención entre los candidatos a la presidencia del partido conservador.
En su cruzada contra la deuda universitaria, Clinton podría verse adelantada tanto por la derecha como por la izquierda: los republicanos bloquearían los intentos de financiarla y siempre habrá sectores demócratas que crean que su apuesta es corta. Sanders, por ejemplo, no solo pretende una educación universitaria «libre de deuda», sino también «libre del pago de matrícula».
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