Las primarias argentinas abren la nueva era del «postkirchnerismo»

Con un escrutinio del 26,3%, el oficialista Scioli suma el 36,72% de los sufragios frente a los 24,7 puntos porcentuales de su principal rival, Mauricio Macri

Las primarias argentinas abren la nueva era del «postkirchnerismo» afp

carmen de carlos

El «postkirchnerismo» ha comenzado. Las PASO (Primarias Abiertas Obligatorias y Simultáneas) de esta noche despejan el camino de tres candidatos favoritos para competir en las elecciones del 25 de octubr e. Ninguno de ellos, el oficialista Daniel Scioli (Frente para la Victoria), Mauricio Macri (Coalición Cambiemos-Pro) y Sergio Massa (Una-Frente Renovador) seguirá la hoja de ruta marcada por la presidenta. El sucesor de Cristina Fernández de Kirchner ya no tendrá el apellido de su difunto marido, ni sus formas, ni su manera de ver y entender Argentina y el mundo. Todo un alivio para un país al que le esperan tiempos difíciles, pero una zozobra para la mujer que ha concentrado más poder en la historia.

Según los primeros datos oficiales, Scioli aventaja a Macri , su rival principal . El candidato del kirchnerista Frente para la Victoria (FpV) suma el 36,72% de los sufragios con un escrutinio del 26,3%, muy por delante del líder de Propuesta Republicana, que posee el 24,7% de forma individual frente al 31,28% del partido.

La presidenta no tiene heredero con ADN biológico o político puro (lo de Máximo es otro tema y mínimo). Daniel Scioli ha sido un fiel aliado en estos doce años, pero él mismo advierte: «Haré las cosas a mi modo» . Los que sospechan que, si este termina ganando, será un títere del resabio kirchnerista, se encuentran con esta respuesta de sus labios: «Miren cómo goberné la provincia. Lo hice con los míos».

A Scioli Cristina Fernández le impuso estos últimos cuatro años de vicegobernador a Gabriel Mariotto. La designación se interpretó como el nombramiento del delegado nacional para condicionar su gestión y movimientos. En lo primero fracasó y en lo segundo, el margen de maniobra de Scioli, lo determinó la propia Cristina Fernández, una mujer que, según confían en su entorno, teme que una vez que Scioli llegue al poder, le traicione , como ella y su marido traicionaron al expresidente Eduardo Duhalde.

Para «vigilarle» le puso a Carlos Zannini, actual secretario Legal y Técnico, troskista de corazón y considerado el «Rasputín» de esta larga década. Las palabras de este tras votar han sido: «Hay toda una intención de que se llegue con mala onda y preocupación… Esta candidatura es la única que quedó y dice todo por sí misma».

Las PASO, a falta de resultados definitivos que confirmen la tendencia, también pusieron en la recta final a la Casa Rosada al liberal Mauricio Macri , un hombre pragmático, alérgico a problemas y escándalos cuya filosofía es huir de revanchismos para pasar página y procurar escribir su propio capítulo de la historia. Aunque parezca una ironía, los que conocen bien la Casa Rosada, aseguran que «Cristina se fía más de él que de Daniel».

Massa pasaría factura

Sergio Massa, último en discordia y tercero en el favor del electorado nacional según los sondeos, sería el peor sucesor para Fernández. La presidenta le conoce, le tuvo de jefe de Gabinete y sabe que si llegara al poder le pasaría a ella, personal y judicialmente, la factura más difícil de pagar. «No le soporta», repite un asiduo de la Casa Rosada .

Así las cosas, Cristina Fernández no olvida que, para cuando no esté, cuenta con la numerosa camada de miembros de La Cámpora, la organización fundada por su hijo Máximo Kirchner , que tiene instalada en organismos públicos, instituciones y empresas del Estado, de donde sacarlos no será tarea fácil. Sus «cachorros» —mientras duren en sus puestos— prometen enseñar los dientes desde el Parlamento y amedrentar al próximo presidente que intente perjudicarla. Al menos, eso dicen ahora.

Con el kirchnerismo en vías de extinción, el mapa de las provincias y sus gobernadores será el que termine dibujando la nueva Argentina. Ahí, la de Buenos Aires tendrá mucho que decir. Las lluvias de los últimos días e inundaciones en puntos determinantes no debieron favorecer mucho al todavía gobernador Daniel Scioli aunque se manifestara «con fe, con esperanza, con optimismo» (su coletilla favorita).

Su sucesor y futuro gobernador de Buenos Aires, Aníbal Fernández, tanto si se impone en el escrutinio final de estas primarias y logra superar el «narcoescándalo» que le tuvo en la diana en campaña, como si quien vence es Julián Domínguez , tampoco promete ser el militante fiel a la presidenta. Y si, en una de esas carambolas de la historia Mauricio Macri fuera el futuro presidente, entonces la gobernadora muy probablemente sería Maria Eugenia Vidal.

Cristina no pudo ser eterna

En este contexto, sabiendo que no tiene remedio, que no pudo cambiar la Constitución para ser «Cristina eterna» , como proclamaba la diputada ultra kirchnerista Diana Conti, la presidenta de Argentina se prepara para retirarse a los cuarteles de invierno (aquí de verano) por navidades. Antes, ayer, puso su voto con el sueño de haber creado —en su imaginario— un futuro presidente. Votó por su hijo Máximo que se presentó como candidato a diputado en su provincia patagónica y remota de Santa Cruz. «No vine a votar por parientes, sino dirigentes y militantes», declaró su madre como si, en su caso, no fueran la misma cosa.

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