La «narcocampaña» argentina se calienta ante las presidenciales
Kirchner busca que su jefe de gabinete salga limpio, a pesar de ser considerado un «capo»
En marcha la cuenta atrás para las primarias de este domingo -a la Presidencia y la Gobernación de Buenos Aires-, el Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner intenta evitar que estos últimos días se profundice la «narcocampaña» que ha transformado a su jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, en algo muy parecido a un «capo di capi» del crimen organizado y la droga .
La oposición exige, en palabras de Mauricio Macri (Pro), que la Justicia «actúe rápido porque la denuncia -contra Fernández- es muy grave. El narcotráfico en Argentina dispone de muchos recursos para infiltrar el sistema político, judicial y de fuerzas de seguridad» , advirtió. El peronista rebelde Sergio Massa (Frente Renovador) reclamó también una «investigación a fondo, seria y profunda», mientras el socialdemócrata Ernesto Sanz (UCR), reprochó: «El Gobierno kirchnerista, con la Presidenta en primer lugar, es responsable de que la narcopolítica se haya metido hasta los huesos».
Por su parte, los hombres «K» (de Kirchner) forzados por la Presidenta, trataron de apoyar al ministro que ha recibido, posiblemente, las acusaciones más graves de la democracia: formar parte de una red internacional de narcotráfico, con raíces en México y ser autor intelectual del llamado «triple crimen de General Rodríguez» (asesinato de tres empresarios que traficaban con efedrina para carteles mexicanos).
Fernández lamentó que había recibido «muy poquito apoyo» de los otros ministros pero sí «el más importante, el de la Presidenta» aunque esta aún no ha pronunciado palabra en público. «Está muy preocupada. Nos ha pedido ayuda para tratar de minimizar el problema. Tiene miedo que afecte a las elecciones», observa desde México -país de destino del tráfico de la efedrina, materia prima para elaborar drogas duras- una de las personas que está cerca del presidente Enrique Peña Nieto y mejor conoce el caso.
Cristina Fernández de Kirchner recibió el lunes al ministro que, en diferentes cargos, siempre le fue útil como frontón dialéctico con la oposición y ordenó a los suyos que cerrasen filas con su compañero. El argumento elegido, como es habitual, fue la teoría conspirativa desarrollada por «Clarín», ya que los testimonios de los arrepentidos que acusaron a Fernández, Martín Lanatta y el excomisario José Luis Salerno, salieron en un reportaje en el Canal 13 del grupo.
El ministro de Economía, Axel Kicillof, dijo que la denuncia «ofende la inteligencia» porque es un tema antiguo; el de Planificación, Julio De Vido, expresó en Twitter su «solidaridad ante esta burda operación» y el ministro de Justicia, Julio Alak, se refirió a «agravios absurdos y disparatados».
Mantener la distancia
En este contexto las instrucciones de la Presidenta se cumplieron parcialmente. No las acató (quizás estaba exento) Daniel Sciolli, actual gobernador de Buenos Aires y candidato a suceder a la viuda de Néstor Kirchner en la Casa Rosada. Si bien no compite con nadie este domingo (sólo consigo mismo), Sciolli prefiere mantenerse a distancia de un asunto que podría poner en riesgo un caudal de votos que, según los sondeos, será el más abundante. Para compensar, habló su esposa, Karina Rabolini que pidió «no prejuzgar». Así las cosas, Fernández ve la mano de la conspiración en Julián Domínguez, su adversario en las primarias abiertas para ser candidato a la provincia más importante del país.