Cameron reconoce que el blanqueo mafioso caldea el mercado inmobiliario

«Londres no es el lugar para que guardéis vuestro dinero sucio», advierte el primer ministro, que quiere destapar quienes son los auténticos dueños de las casas

Cameron reconoce que el blanqueo mafioso caldea el mercado inmobiliario reuters

luis ventoso

La efervescencia del mercado inmobiliario de Londres ronda lo inexplicable, a pesar de que la ciudad se haya convertido en una capital global. En barrios de híper lujo como Knightsbridge y Belgravia, tomados por los árabes y los rusos, las viviendas han subido un 164% en los últimos cinco años . En las zonas más cotizadas los precios de los pisos se han vuelto disparatados y a rebufo de ellos, también los de los alquileres (600 libras por semana es un precio razonable, casi barato, por un apartamento de 60 metros en un lugar céntrico).

Un piso de 176 metros cuadrados en South Kensington cuesta unos 5,5 millones de euros. Lo mismo un apartamento en Covent Garden de dos dormitorios con terraza, o una casa adosada de cuatro dormitorios en Notthing Hill, que hace ya años que no tiene nada de bohemio. En Marylebone piden 3,5 millones por un apartamento de dos dormitorios y dos baños.

La Agencia Nacional del Crimen dio la pasada semana una explicación, dura, pero verosímil: las inversiones en Inglaterra y Gales de las mafias criminales , sobre todo en Londres, están contribuyendo a inflar los precios del sector inmobiliario británico. Se calcula que compañías offshore (creadas como tapadera en paraísos fiscales) y fondos de inversión extranjeros más o menos opacos poseen bienes inmuebles por valor de 170.500 millones de euros en Inglaterra y Gales. Algunas investigaciones, como la de la organización Transparencia Internacional, calculan que las mafias -rusas, turcas y asiáticas , entre otras- cuentan con cien mil propiedades en el Reino Unido, 36.000 de ellas en su capital.

La Agencia Nacional del Crimen señala a Westminster y el concejo de Kensington y Chelsea como las zonas más codiciadas por los jerarcas criminales para proceder el lavado de dinero con la compra de viviendas. Alarmado por la situación, Donald Toon, uno de los responsables de la Agencia, ha pedido a las agencias inmobiliarias que los alerten si perciben movimientos raros. Una demanda que difícilmente tendrá eco, porque las agencias se lucran con esta anómala bonanza , que engrosa sus comisiones. En las más lujosas, como Foxtons, te reciben con una copa de espumoso.

Los datos fiscales son un indicio de que algo raro está pasando, de que están operando fuerzas que vulneran la lógica del mercado. El nuevo impuesto que grava las viviendas propiedad de firmas tapadera y fondos de inversión ha recaudado 150 millones de libras en los tres primeros meses. Para entender lo abultado de la cifra hay que compararla con el hecho de que en todo el año fiscal anterior se habían ingresado cien millones.

El fisco se lucra con las inversiones blancas del capital sucio, pero que Londres cobre fama mundial de refugio del dinero mafioso no es una buena etiqueta para una de las capitales financieras planetarias. Después de que el domingo el semanario «The Sunday Times» se hiciese eco a lo grande de las denuncias de la Agencia Contra el Crimen, David Cameron ha reaccionado políticamente, incluso estando inmerso en una gira por Asia. Lo primero, fiel a su estilo de maestro de las relaciones públicas, ha dejado una contundente frase-eslogan: «Londres no es el lugar para que guardéis vuestro dinero sucio. No hay lugar para el dinero del blanqueo y el saqueo en Gran Bretaña y no debería haberlo en ningún lugar del mundo». Por primera vez, el primer ministro reconoció que en Gran Bretaña se están comprando propiedades «a través de compañías tapadera anónimas, algunas con dinero blanqueado».

Tras exigir que toda la comunidad internacional se implique contra «el cáncer de la corrupción» , el primer ministro inglés adelantó algunas medidas concretas contra el blanqueo inmobiliario. El próximo año comenzará a operar el «Land Registry», que publicará la lista de compañías foráneas que poseen tierras y viviendas en Inglaterra y Gales. A futuro, el Gobierno quiere buscar fórmulas que obliguen a que aflore la identidad real del último dueño, media que se quiere aplicar ya a las firmas de capital extranjero que contratan con la Administración.

Declarar el dueño

Una nueva ley que entrará en vigor el año que viene obligará a todas las compañías británicas a declarar quién es su dueño. El Ejecutivo quiere que una norma similar obligue a esas firmas foráneas opacas que compran bienes inmuebles.

La batalla que anuncia el Gobierno británico es muy difícil, por lo sofisticado de las empresas de paja que actúan como testaferros y porque son muchos los que al final se lucran del espejismo real en que se ha convertido el mundo del ladrillo en Londres.

Al calor de este hervidero emergen también multimillonarios salidos de la nada, a veces con mal final. La semana pasada los juzgados de Londres estudiaron el caso del suicidio en Marylebone tirándose desde un cuarto piso del magnate escocés Scot Young, quien se arruinó en 2006 tras implicarse en Rusia en el llamado «Proyecto Moscú», un desarrollo inmobiliario y comercial. Sus familiares sostienen que fue un asesinato de la mafia rusa. Cinco millonarios de su círculo amical y vinculados también con el sector de la propiedad han perdido la vida en extrañas circunstancias en Londres desde 2004. Cuatro de ellos se suicidaron, según la versión oficial, y a otro le falló su helicóptero nuevo en pleno vuelo.

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