La presa de Asuán, origen de uno de los conflictos clave de la Guerra Fría
Hace ahora 46 años, el líder egipcio Nasser anunció su deseo de nacionalizar el canal de Suez para financiar el dique
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El 26 de julio de 1956, el líder nacionalista egipcio Gamal Abdel Nasser anunció, durante un discurso pronunciado en Alejandría, su deseo de nacionalizar el Canal de Suez. El dirigente perseguía varios objetivos con la iniciativa, pero el más importante era obtener financiación para construir la presa de Asuán , que permitiría controlar el caudal de El Nilo y mejorar la economía del país. El proyecto desató una de las crisis más graves de la Guerra Fría, aunque curiosamente también repercutió de forma positiva en la ciudad de Madrid. Gracias a esa empresa, los habitantes de la capital disfrutan ahora del Templo de Debod.
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Las negociaciones para construir la presa de Asuán no fueron sencillas. Francia y Gran Bretaña se negaron a financiar las obras, y cuando el líder nacionalista llamó a la puerta de Estados Unidos, la superpotencia puso condiciones: si Egipto quería el dinero, debía negociar antes con Israel y enterrar sus diferencias, causadas por la cuestión palestina. Nasser no solo hizo caso omiso, sino que fue más allá. El líder egipcio decidió comprar armas a Checoslovaquia , entonces una de las «democracias populares» en la órbita de la Unión Soviética. Con ese gesto, rompió la lógica de la Guerra Fría, consistente en aliarse con uno de los bloques, occidental o comunista, enfrentados. No era la primera vez que lo hacía. En 1955 había participado en la Conferencia de Bandung, Indonesia, una cumbre también conocida como la de los países «no alineados».
Ocaso europeo
Ante el gesto del líder egipcio, Estados Unidos suspendió cualquier proyecto de financiación para construir la presa de Asuán. Nasser decidió entonces nacionalizar el canal de Suez. Con los ingresos, pensó, podría costear la obra. Sin embargo, Francia y Reino Unido rechazaron la decisión y planearon, junto a Israel, una intervención militar que comenzó en octubre de 1956 y terminó en un estrepitoso fracaso.
El entonces presidente de Estados Unidos, Dwight D. Eissenhower, reaccionó con ira: «¿Cómo podemos apoyar a Reino Unido y Francia si al hacerlo perdemos todo el mundo árabe?», afirmó entonces, según recoge el historiador John Gaddis Lewis en su obra «La Guerra Fría». La situación se complicó. El líder de la Unión Soviética, Nikita Kruschov, amenazaba con utilizar armamento nuclear si los europeos no se rendían . Finalmente lo hicieron, junto a los israelíes. «El verdadero ganador», explica Gaddis, «fue Nasser, quien conservó el canal, humilló a los colonialistas y equilibró las superpotencias de la Guerra Fría unas con otras, mientras afianzaba su posición como líder indiscutido del nacionalismo árabe».
Superada la crisis, las obras para construir la presa de Asuán comenzaron gracias a la financiación de la Unión Soviética . Sin embargo, el proyecto entrañaba algunos riesgos para monumentos cercanos, como el Templo de Debod. Consciente del peligro, la UNESCO emprendió una campaña para su conservación y España contribuyó con medio millón de dólares. En agradecimiento, Egipto regaló el edificio, que fue instalado en la Montaña de Príncipe Pío de Madrid.