Dictadura frente a democracia en el continente africano

La gobernanza en muchos países de la región ha mejorado en la última década, aunque los retos continúan

Dictadura frente a democracia en el continente africano afp

EDUARDO S. MOLANO

«El problema de África (…) no es la gente, sino los presidentes que quieren permanecer en el poder demasiado tiempo» .

Con perspectiva histórica, la cita anterior tiene su gracia. Ofrecida como perla de sabiduría por el presidente de Uganda, Yowei Museveni, en la obra «What is Africa's Problem», continúa aún vigente casi tres décadas después: a comienzos de mes, Amama Mbabazi (antiguo primer ministro) y Kizza Besigye, dos conocidos líderes opositores ugandeses, eran detenidos en un claro movimiento para impedir cualquier tipo de ruptura para los comicios presidenciales del próximo año, donde se espera que Museveni vuelva a lograr la victoria. Nada menos, que 30 años en el poder.

Los arrestos se producían, además, de forma paralela al creciente interés regional en la promulgación de leyes que extiendan en el Gobierno a sus dirigentes: mientras el Parlamento de Ruanda aprobaba una reforma que permitirá al presidente Paul Kagame aspirar a un tercer mandato, medidas similares despiertan violentas protestas en Burundi .

El caso de Ruanda es ciertamente paradójico. En el último lustro, la economía del país ha crecido (de media anual) un 8% . De igual modo, en solo cinco años (periodo entre 2006 y 2011) al menos un millón de ruandeses salieron de la pobreza, de acuerdo con la encuesta nacional sobre las condiciones de vida. Ahora, el umbral se sitúa en el 45%.

Es cierto, el Gobierno de Kigali ha sacrificado el modelo de democracia occidental a cambio de un autoritario régimen centrado en la figura presidencial . No menos cierto, también, que el milagro económico de Ruanda continúa arrojando algunos claroscuros, como el continuo acoso a la oposición política, o el propio conflicto del Congo.

El pasado año, un estudio —«Demand for Democracy is Rising in Africa, But Most Political Leaders Fail to Deliver»— del Afrobarometer reflejaba el descontento de la población con el liderazgo regional en cuestiones democráticas .

En el informe, se mostraba cómo casi la mayoría (93%) de los entrevistados en 34 países del continente rechazaban al menos una forma de autoritarismo , ya fuera sistemas de un solo partido, gobiernos militares o unipersonales. No obstante, este número se reducía en el rechazo a dos sistemas diferentes (81%), mientras que el 58% aducía por estar en contra de la totalidad de estos tipos de Gobierno. Más clave aún, el 46% identificaba la democracia como la única forma de Gobierno que deseaban.

En este sentido, las demandas de democracia eran particularmente altas en Zambia, la República de Mauricio o Ghana , donde cerca de dos tercios apelan a ésta como forma de poder. Mientras, a la cola del estudio, en Madagascar su apoyo era solo del 20% de los encuestados. A su vez, los tanzanos eran los más satisfechos (75%) con su democracia, seguidos de los ghaneses (74%).

Derechos humanos y economía

Si ponemos en paralelo otros análisis, los resultados son más que interesantes .

Por ejemplo, un estudio de la fundación Mo Ibrahim mostraba cómo la gobernanza en los países africanos ha mejorado en la última década, aunque los retos continúan. En el análisis, que clasifica a los países africanos bajo criterios como respeto a los derechos humanos, la estabilidad económica o la corrupción, la República de Mauricio obtuvo el primer puesto, seguida de Cabo Verde, Botsuana, Sudáfrica y Seychelles . En el extremo opuesto se ubican Somalia, República Centroafricana, Eritrea, Chad y Guinea-Bisseau.

Ya en 2011, en pleno auge de las primaveras árabes, David Booth, analista del Overseas Development Institute, aseguraba en un artículo que había llegado el momento de acabar con el clásico debate entre dictadura y democracia en el continente y que, para el buen gobierno en África, deberíamos pensar más activamente en alternativas a la agenda que los donantes occidentales han estado presionando desde 1989.

En algunos Estados, el propio desarrollo natural de acontecimientos parece haber cambiado el paradigma. Por ejemplo, la reciente elección democrática de Muhammadu Buhari como presidente de Nigeria ha sido percibida entre la población, y la comunidad internacional, como una correcta y necesaria renovación política. Ahora, pocos parecen recordar que Buhari ya fue mandatario entre 1983 y 1985, durante el infame periodo de las dictaduras militares.

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