Nuevo capítulo de la tragedia griega: tres rescates financieros en casi cinco años

La economía griega ha reducido un 25 por ciento su valor desde que empezó la crisis en el año 2008

Nuevo capítulo de la tragedia griega: tres rescates financieros en casi cinco años abc/e. segura

maribel núñez

Europa se reinventa constantemente y este lunes volvió a hacerlo al estrenar algo que no se había puesto en marcha hasta el momento: el tercer rescate de un país de la Eurozona, Grecia .

Los problemas del país heleno no son ni mucho menos nuevos ya que en abril de 2010 ya tenía una deuda pública de 350.000 millones de euros y, lo más grave, no tenía acceso a los mercados para financiar esa montaña de deuda. En esta situación en mayo de ese mismo año, 2010, la Eurozona escribió una nueva página de su historia al acordar el primer rescate financiero de un país por un montante de 110.000 millones de euros con la participación del Fondo Monetario Internacional (FMI). Sin embargo el primer rescate, que tenía una duración prevista de tres años no da el resultado esperado, entre otras cosas, porque los diferentes Gobiernos que Grecia ha tenido estos años no han acometido las reformas necesarias para que la economía helena arrancara de nuevo.

Así las cosas en marzo de 2012, a la vista del deterioro económico y financiero de Grecia, la Eurozona no tiene más remedio que acudir por segunda vez al rescate del país, en esa ocasión por un montante de 130.000 millones de euros y, casi tan importante como lo anterior, la condonación de una parte de la deuda que tenía contraída el país con los acreedores privados , que supone que de un plumazo esa deuda pasa de 206.000 millones a tan solo 107.000 millones. Este segundo rescate expiraba a finales e 2014 pero fue prolongado hasta el pasado 30 de junio después de la victoria de Syriza para darle margen al nuevo Gobierno.

En 2014 Grecia consiguió volver a los mercados para financiar su deuda, lo que supuso un punto de inflexión importante para el país ya que hacía cuatro años que estaba excluída, por la sencilla razón de que los precios que exigían los inversores por financiar al Tesoro heleno eran simplemente inabordables. Además, a finales del año pasado el país por primer vez en mucho tiempo logró tener superávit presupuestario , sin tener en cuenta el gasto de financiación de la deuda pública. Sin embargo esta tímida recuperación de la salud financiera del país, que le permitió además crecer un 0,6% en tasa interanual y que el paro bajara del 27 al 26%, se truncó a principios de este año, coincidiendo con la llegada al Gobierno de Syriza. La razón es que los inversores empezaron de nuevo a desconfiar de Grecia al hilo de que el nuevo gobierno, presidido por Alexis Tsipras, puso en cuarentena muchas de las medidas de austeridad que había aprobado el anterior Ejecutivo, presidido por el conservador Antonis Samaras.

Tsipras, primer jefe de gobierno de izquierda radical en Europa, anunció nada más tomar posesión de su cargo una batería de medidas sociales para luchar contra lo que él denominó «crisis humanitaria» así como una renegociación de los acuerdos con sus acreedores, que se tradujo en la prolongación del segundo rescate hasta el 30 de junio pasado .

A lo largo de todo el mes pasado y lo que llevamos de éste las negociaciones han sido casi continuas entre las autoridades de la Unión Europea y el Gobierno de Atenas, hasta que por sorpresa y ante la petición de nuevas medidas de austeridad por parte de las instituciones europeas Tsipras lanzó el órdano de la convocatoria del referéndum sobre las medidas de austeridad, consulta que arrojó un 61% de votos negativos el pasado 5 de julio.

Pese a este resultado las instituciones europeas no se amilanaron y el 7 de julio volvieron a insistir en que no habría ningún envío más de dinero a Atenas si no se producían más medidas de austeridad, con lo que se vislumbró por primera vez la idea de una salida de Grecia del euro, lo que los anglosajones han denominado popularmente «Grexit».

Y así llegamos a la semana pasada, concretamente al pasado jueves 9 de julio, día en el que el Gobierno griego envió horas antes de que expirara el ultimatum dado por las instituciones europeas un documento en el que prácticamente aceptaba todas las exigencias que había rechazado días antes y que le habían llevado a la convocatoria del referéndum. El ultimátum estaba planteado en los términos de que si no aceptaban las nuevas exigencias Grecia tendría que salir de euro . Alemania hizo circular un papel entre los socios europeos en el que planteaba la salida de Grecia de la moneda única durante un periodo de cinco años.

Y así llegó el pasado domingo, jornada en la que tras 17 horas de reunión a cara de perro la Eurozona decidió por unanimidad empezar a negociar para dar un tercer rescate a Grecia por un montante de entre 82.000 y 89.000 millones de euros a cambio de subir el IVA, acelerar las privatizaciones y el déficit público cero, entre otras medidas.

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