Volver a caminar (sin control) en Nigeria
El desmantelamiento de todos los checkpoints militares pretende otorgar normalidad a una población castigada por ambos actores del conflicto
En un nuevo capítulo de la guerra contra la milicia islamista de Boko Haram, el presidente de Nigeria, Muhammadu Buhari, ha ordenado el desmantelamiento de todos los controles militares (checkpoints) del país, según anunció el ministro de Defensa, Aliyu Ismail.
«Quiero asegurar a los nigerianos que (...) estamos muy entusiasmados con que el asunto de Boko Haram acabará pronto» , reconoció el responsable marcial.
La medida (que en el fondo solo afectará a los puestos de control transitorios, no a los permanentes) pretende otorgar normalidad a una población castigada por ambos actores del conflicto.
Ya a comienzos de 2012, el por entonces mandatario, Goodluck Jonathan, declaraba el estado de emergencia en cuatro regiones del país, tras los atentados perpetrados por el grupo radical.
«Esta acción es necesaria porque los ataques (de Boko Haram) han amenazado a la seguridad colectiva y desestabilizado los pilares de la existencia de Nigeria como nación», recocía en aquel momento Jonathan.
Ahora, apenas tres años y medio después, el conflicto se ha extendido a los países vecinos y ha dejado por el camino la carrera política del expresidente.
Sin embargo, la llegada de Buhari, quien ya manejara la nave nigeriana entre 1983 y 1985 , durante el infame periodo de las dictaduras militares, ha otorgado nuevos brios al conflicto.
Cambios estratégicos
En los últimos días, el Ejército ha iniciado el traslado del Centro de Mando y Control , que coordina la campaña militar frente Boko Haram, desde la capital, Abuya, a la ciudad de Maiduguri, al noreste del país. Para el mando marcial, esta estrategia supone un nuevo impulso en la lucha frente a los yihadistas.
El espejo de Maiduguri, capital del estado de Borno y lugar de nacimiento de Boko Haram, es fiel reflejo de las arrugas actuales del grupo terrorista. Y pocos conocen sus pliegues tanto como Oliver Dashe Doeme, obispo de la ciudad, y quien recientemente se veía obligado a abandonar su parroquia ante el avance de los yihadistas.
«El nivel de sofisticación que estos terroristas han alcanzado en los cinco años es aterrador» , destacaba entonces el prelado a ABC. Por aquellos días, finales del pasado año, un estudio del Nigeria Security Network denunciaba que, a menos que se tomaran medidas urgentes, Nigeria se enfrentaba a una rápida pérdida de extensas áreas de su territorio, en una situación que se asemeja a los avances relámpago del Estado Islámico en Irak. Por entonces, Boko Haram se estaba preparando para iniciar un asedio a Maiduguri. Una ciudad que, símbolo de los nuevos tiempos, incluso reabría recientemente su aeropuerto comercial.
No obstante, algunos de los fantasmas del pasado aún se muestran evidentes .
A comienzos de mes, Amnistía Internacional (AI) apelaba a la apertura de una investigación ante los crímenes de guerra, y posibles de lesa humanidad, cometidos por el Ejército nigeriano, incluidos altos mandos militares , en el transcurso de la lucha contra Boko Haram en el nordeste del país.
En el informe «Estrellas en los hombros, sangre en las manos» , la organización revelaba que, desde marzo de 2011, más de 7.000 jóvenes y niños han muerto bajo custodia, y más de 1.200 personas han sido víctimas de homicidio ilegítimo desde febrero de 2012.
De igual modo, AI denuncia la participación, aprobación o falta de prevención del Ejército respecto a la muerte de más de 8.000 personas asesinadas, muertas de hambre, asfixiadas y torturadas hasta morir.