¿Por qué Grecia no acepta (aún) el acuerdo con sus acreedores internacionales?
Atenas reafirma su postura de no ceder a las exigencias del FMI y la UE para renovar el programa de rescate y evitar un impago que pondría en cuestión los cimientos del euro
![¿Por qué Grecia no acepta (aún) el acuerdo con sus acreedores internacionales?](https://s3.abcstatics.com/Media/201506/16/atenas-afp--644x362.jpg)
La Grecia de Syriza endurece el tono y reafirma sus exigencias justo ahora que se acerca el plazo de vencimiento del segundo rescate al país. El 30 de junio expira oficialmente el programa y, en una semana que se presume crucial, las figuras más destacadas del Gobierno griego, su primer ministro, Alexis Tsipras , y el ministro de Finanzas, Yanis Varufakis, lanzan sendos órdagos. Atenas ha dicho su última palabra en la negociación, aseguran, y no aceptará más recortes en las pensiones. Los griegos han dicho no va más en un pulso que amenaza la recuperación económica continental.
Tsipras ha dicho que ha pedido a los acreedores que sean «realistas» y ha dicho que su país aguardará «pacientemente» a que se avengan a sus razones. Varufakis ha ido más lejos incluso y ha reclamado que la UE y Berlín admitan que las políticas de austeridad a ultranza aplicadas sobre Grecia en los últimos años han sido un fracaso.
También desde la otra parte llegan los mensajes conminatorios, porque si hay algo que el mundo no puede permitirse es esa paciencia que reclama Tsipras. El vicecanciller alemán, el socialdemócrata Sigmar Gabriel, aseguraba en una tribuna publicada en « Bild », que «el sentimiento que crece en toda Europa es el de que ya basta».
Para terminar de tensar la cuerda, la semana pasada el Fondo Monetario Internacional retiró a sus delegados en la mesa de negociaciones en un gesto interpretado como una clara señal de presión a Atenas.
Escalada de declaraciones
En cualquier caso, por más que la situación alcance extremos límite, cuesta imaginar que la baraja del euro vaya a romperse y que no termine haya un acuerdo a última hora. La inflamación declarativa de las últimas jornadas cabe interpretarla como el postrero afán de los griegos de rebajar todo lo posible la pesada carga de su descomunal deuda, más de un 180% del PIB. Porque a nadie en esta historia le interesa que se produzca un «default» que volvería a poner el euro al borde del abismo. Para Grecia supondría quedar definitivamente vetada en los mercados internacionales y sin el auxilio de los agentes internacionales que le han permitido mantener la liquidez desde 2010. Para los países del euro, una nueva tormenta sobre la moneda única y para los mercados una conmoción que provocaría pérdidas millonarias.
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