El pacto entre Franco y Salazar revocado para que Portugal y España ingresaran en la UE
Mario Soares exigió a Felipe González en 1985 eliminar un acuerdo pesquero que perjudicaba al país vecino
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El peso de la oscura historia común fue uno de los últimos obstáculos que tuvieron que sortear España y Portugal en sus negociaciones para ingresar en la que entonces se conocía como Comunidad Económica Europea (CEE). Los fantasmas de las dictaduras que ahogaron a los dos países parecían desplegarse sobre la mesa, con el pacto pesquero firmado por Franco y Salazar en un lugar incómodo.
El acuerdo era claramente desfavorable a los portugueses, pues permitía a Madrid ordenar capturas incluso en aguas de dominio luso. Corría el ecuador de la década de 1980 y España se distinguía como tercera potencia pesquera mundial en cuanto a su flota, sólo por detrás de la Unión Soviética y Japón.
Antonio Marta, artífice en la sombra de aquel proceso por parte lusa, lo acaba de revelar: si Portugal no llega a alzar la voz en aquellos momentos, la medida habría desembocado en un derecho histórico. Las adhesiones de los dos países se fraguaron de manera simultánea, y fue ahí cuando salieron a la luz los tratados y vínculos que no se habían revisado durante décadas.
Probablemente, tal norma no era más que otra muestra del complejo de Salazar ante Franco , de quien temía que optara por invadir Portugal. El citado Marta cuenta hoy que el entonces primer ministro portugués, Mario Soares (todavía en activo a sus 90 años, como demostró hace mes y medio al inaugurar el Museu do Aljube, consagrado a la memoria de la dictadura) telefoneó a su homólogo Felipe González en 1985 para desbloquear el escollo.
El entendimiento fue total, dada la afinidad ideológica de los dos socialistas, aunque ciertamente intervino Bruselas al respecto con el objetivo de vencer la resistencia inicial. El proceso, entre 1981 y 1986, se puso en marcha condicionado por el 23-F, pues las imágenes de Tejero con la pistola en el Congreso de los Diputados hicieron saltar las alarmas en el corazón de Europa.
Peligro de involución
Se pudo haber producido una involución a la sudamericana, lo que catapultó el intento de integrar España y Portugal en el marco general, cuando todavía quedaba por vivir la emblemática caída del Muro de Berlín.
Antonio Marta lo refrenda: «Portugal y España anhelaban entrar en la CEE, y la aventura del 23-F terminó por acelerar las negociaciones. Había razones económicas en la presentación de los pedidos de adhesión y, de repente, se sumó un motivo muy grande desde el punto de vista político, que era la consolidación de la democracia».
Y rememora también: «Querían hacer una firma conjunta del tratado, pero el Gobierno portugués se negó. El acto se celebró primero en el Monasterio de los Jerónimos, que estaba espectacular. Almorzamos y, por la tarde, firmamos en el Palacio Real de Madrid, en medio de un calor infernal y un protocolo disparatado. Por la noche, fuimos todos a un tablao flamenco».
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