Cameron rectifica tras amenazar con la salida del Gobierno a sus ministros euroescépticos
Asegura que se le malinterpretó cuando dijo que los echaría del gabinete si votaban contra la UE

David Cameron se despide de la cumbre del G-7, en Baviera, con una sonada rectificación en el campo del avispero que él mismo ha abierto, su espinoso referéndum sobre el Reino Unido y la UE. El domingo por la noche, había hecho unas declaraciones que todos los medios interpretaron como que amenazaba con echar de su Gobierno a quienes se posicionen en la consulta a favor de la salida de Europa. Pero hoy, presionado por el sector euroescéptico de su partido, con 60 diputados «tories» que este fin de semana ya han anunciado la creación de una plataforma crítica, el primer ministro rectificó y dijo que se habían «malinterpretado» sus palabras.
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El domingo, preguntado sobre si permitirá que sus ministros voten libremente en conciencia en el referéndum, Cameron respondió así: «Si quieres ser parte del Gobierno, tienes que asumir la visión de que estás comprometido con un ejercicio de renegociación para celebrar un referéndum y que llevará a un resultado exitoso». Y añadió: «Todo el mundo en el Gobierno ha suscrito el programa fijado en el manifiesto de los conservadores». Con esos mimbres, todos los periodistas construyeron la misma cesta: no dará libertad de voto y está amenazando con echar al que no lo apoye en lo que al final quiere pedir, que es el «sí» a Europa. Pero hoy Cameron salió con que solo se refería a que lo tendrán que apoyar en el proceso de negociación.
El precedente de Wilson
De todas formas, en su rectificación el primer ministro tampoco aclaró si dará libertad de voto, como hizo el laborista Harold Wilson en el referéndum sobre el mismo tema de 1975, donde se encontró con varios ilustres euroescépticos en sus propias filas.
Superados los apremios de la campaña electoral, donde Cameron optó algunos guiños anti-europeos para evitar fugas de votos hacia el partido populista y xenófobo UKIP , se va viendo que el primer ministro no desea ni remotamente dejar la Unión Europea, un disparate económico, según ha alertado el mundo de la empresa y la banca. «El Gobierno no es neutral en esto. Tenemos una visión clara: renegociar, obtener un acuerdo del interés de Gran Bretaña y recomendar que el Reino Unido se quede», explicó Cameron, a modo de claro resumen de su postura, en sus declaraciones de la noche del domingo.
Las nostalgias imperiales del nacionalismo inglés hacen que el tema europeo sea un viejo quebradero de cabeza para el Partido Conservador. Las divisiones sobre la Unión fueron una de las causas del mal final de John Major. Cameron ha tratado de calmar las aguas prometiendo un referéndum antes del 2017, que probablemente se celebrará el próximo mayo. Pero el domingo 60 de los 331 diputados «tories», entre ellos dos ex ministros, presentaron la plataforma Conservatives for Britain, que le reclama que en su negociación defienda con énfasis la «soberanía» del Reino Unido. Los conservadores eurófobos temen que Cameron solo logre algunos acuerdos cosméticos con Europa, que le permitan pedir el «sí», que es lo que quiere, pero que lo dejarían todo más o menos igual.
Lo cierto es que nadie ve al Reino Unido fuera de Europa, tampoco Obama, que ayer defendió que continúe en la Unión «porque es bueno para ella y para el mundo». El presidente de Estados Unidos llegó a decir que Cameron «claramente quiere mantener a Gran Bretaña en la UE bajo cualquier circunstancia».