México celebra elecciones entre el chantaje de los violentos y la desconfianza a los políticos
El asesinato de 21 políticos, las amenazas del narco y las coacciones de los maestros radicales empañan estos comicios
La novedad más truculenta de las elecciones legislativas y locales que se celebran este domingo en México son los 21 políticos asesinados durante la campaña a manos del crimen organizado. Esa cifra incluye al último muerto, Miguel Ángel Luna, candidato a diputado federal por el PRD, el 2 de junio en Chalco (Estado de México).
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Desde enero, los homicidas no han discriminado color ni puesto político. Los tres casos que sobresalieron marcan las regiones donde los poderes fácticos parecen ser otros: el de Aidé Nava González, precandidata del PRD a la alcaldía de Ahuacuotzingo (Guerrero), secuestrada el 7 de marzo y encontrada decapitada cinco días después; el de Ulises Fabián Quiroz, candidato del PRI a la alcaldía de Chilapa (Guerrero), y el de Enrique Hernández Salcedo, líder de un grupo de autodefensas y candidato de Morena a la alcaldía de Yurécuaro (Michoacán), por cuyo asesinato, el mes pasado, se detuvo a tres mandos de la policía municipal.
«Al narco no le interesa que no haya autoridad»
Al desafío sin rostro del narcotráfico se une el chantaje de los maestros organizados en la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), que con sus amenazas de boicot a las elecciones consiguieron que el Gobierno echara atrás la evaluación de los docentes, propuesta central de la reforma educativa de 2013 .
A pesar de ello, los maestros radicales consideran las elecciones una «farsa» y han perseverado en sus coacciones, como la toma del aeropuerto y de una planta petrolera en Oaxaca, el incendio de sedes de partidos en Chiapas y enfrentamientos a pedradas con la policía en Guerrero, hasta que se cumplan los 11 puntos de su «pliego petitorio» –un comunicado en contra de la reforma educativa, que consideran impuesta por «el imperialismo a través de las oligarquías criollas y extranjeras»–, que incluyen la «presentación con vida» de los 43 alumnos de la Escuela de Ayotzinapa desaparecidos en Iguala y «todas las víctimas de desaparición forzada en el país», plaza permanente para todos los trabajadores de la educación y un aumento salarial del 100 por ciento.
El presidente del Instituto Nacional Electoral (INE), Lorenzo Córdova, admitió el viernes que quizá no puedan instalarse las mesas de votación en Oaxaca, estado donde a través de su Sección 22, la CNTE es más activa. ¿Cuál es el escenario previsto? Ciro Murayama, uno de los consejeros del INE, explica a ABC que «aunque es muy preocupante», en Oaxaca sólo hay elección federal –se eligen a los 11 diputados que representan a ese estado en el Congreso. «Lo deseable es que se permita a los oaxaqueños votar, pero los riesgos están circunscritos a esa entidad y a problemas puntuales en otros estados del país, pero que ni siquiera abarcan un distrito completo. En Oaxaca está el 3% de las mesas de votación a nivel nacional. Esto quiere decir que estamos en condiciones, incluso si hubiera algún obstáculo mayor, de asegurar que se va a votar en el 97% de las mesas de votación del país».
Democracia secuestrada
Preguntado por la sensación que tiene el espectador extranjero de que la democracia en México está secuestrada por la violencia, creciente y extrema desde 2006, Murayama se sincera: «Es de tal magnitud su efecto, que en ciertas zonas del país ha trastocado no las elecciones, sino el día a día de la gente. Cuando se extorsiona a quien tiene un negocio, cuando no se puede salir de noche, lo que se alteró es la vida cotidiana, y desde ese punto de vista, se ha secuestrado la libertad con el miedo». Sin embargo, asegura que han podido instalar mesas de votación incluso en estados como Tamaulipas, Michoacán o Chihuahua. «Yo entiendo que al narcotráfico no le interesa que no haya autoridad: sus intereses son otros y no pasan precisamente por impedir una elección».
No en vano, encuestas como la del Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública de 2014 ponen precisamente a los partidos políticos, la Cámara de Diputados y los sindicatos a la cola de la confianza de los ciudadanos confían. La violencia y la corrupción, ejemplificada en el escándalo por la «casa blanca» del presidente, Enrique Peña Nieto, hacen que florezcan las llamadas al voto nulo o a la abstención. Frente a ellas, Murayama concluye: «La humanidad no ha inventado ninguna fórmula pacífica para renovar el poder que no sean las elecciones. Eso es lo que está en juego».