AI denuncia los crímenes del Ejército de Nigeria en su lucha contra Boko Haram
La organización revela cómo, desde marzo de 2011, más de 7.000 jóvenes y niños han muerto bajo custodia, y más de 1.200 personas han sido víctimas de homicidio ilegítimo desde febrero de 2012
¿Quién vigila a los vigilantes? Amnistía Internacional (AI) ha apelado este miércoles a la apertura de una investigación ante los crímenes de guerra, y posibles de lesa humanidad, cometidos por el Ejército nigeriano, incluidos altos mandos militares, en el transcurso de la lucha contra Boko Haram en el nordeste del país.
En el informe «Estrellas en los hombros, sangre en las manos» , la organización revela que, desde marzo de 2011, más de 7.000 jóvenes y niños han muerto bajo custodia, y más de 1.200 personas han sido víctimas de homicidio ilegítimo desde febrero de 2012.
En este sentido, AI denuncia la participación, aprobación o falta de prevención del Ejército respecto a la muerte de más de 8.000 personas asesinadas, muertas de hambre, asfixiadas y torturadas hasta morir.
«Estas repugnantes pruebas ponen de manifiesto la manera en que miles de jóvenes y niños han sido detenidos arbitrariamente y han sido víctimas de homicidio deliberado, y muestran cómo a muchos los han dejado morir bajo custodia en las condiciones más atroces», aseguraba Salil Shetty, secretario general de AI.
La actuación de las fuerzas armadas de Nigeria, es cierto, siempre provocó ciertas dudas éticas. En este sentido, a finales de 2012, la propia AI denunciaba las «graves violaciones de derechos humanos» en la guerra contra la milicia islamista Boko Haram.
Entonces, el informe —«Nigeria: Trapped in the cycle of violence»—, ya condenaba la detención arbitraría sin cargos de «cientos de personas acusadas de vínculos con Boko Haram», así como «las ejecuciones extrajudiciales o desapariciones forzosas» llevadas a cabo por las fuerzas armadas. Entonces recordaba a las dos partes en conflicto que «hay un círculo vicioso de violencia actualmente en Nigeria» y «el pueblo nigeriano está atrapado en medio».
Anuncios sin confirmación
Una guerra sucia que se demuestra hasta en la incapacidad del propio Ejército en ofrecer una tesis sobre la suerte actual de Abubakar Shekau, líder de Boko Haram. Desde 2009, son continuos los anuncios sobre su presunta desaparición. En agosto de 2013, Defensa aseguraba que Shekau habría muerto tras ser herido en una base insurgente en Sambisa, al noreste del país. A pesar de su anunciado deceso, las grabaciones continuaban. Posteriormente, a finales de septiembre pasado, el portavoz marcial, Chris Olukolade, aseguró que un terrorista identificado con el nombre de guerra de Mohammed Bashir, y quien ejercía de «doble» de Shekau, había fallecido durante un enfrentamiento con las fuerzas armadas.
Para el teniente coronel Sagir Musa, portavoz militar, los recientes vídeos propagandísticos emitidos por Boko Haram donde aparecía Shekau fueron «dramatizados por un impostor para engañar a los miembros de la secta y que continuaran con su lucha». Una herencia de identidad que no sería extraña en Boko Haram. Hasta 2012, cada nuevo portavoz ante la prensa del grupo, por ejemplo, recogía el seudónimo de «Abu Qaqa».
Real o no, lo cierto es que un análisis detallado de los últimas imágenes del líder radical permite observar, eso sí, ciertas diferencias con las primeras grabaciones de la milicia.
La identidad de sus socios financieros es también otra de las grandes incógnitas. Como reconocía recientemente a ABC el imán Hussein Zakaria, uno de los principales líderes religiosos locales, «sin el apoyo de buena parte del Gobierno nigeriano, el desarrollo de Boko Haram habría sido imposible».
Para Zakaria, el séquito político alrededor de Kashim Shettima, gobernador de la región de Borno, resulta clave para entender este sostén: «Ya en enero de 2012, uno de los principales sospechosos de la masacre de Madalla (al menos 44 personas perdieron la vida en un ataque contra una iglesia cristiana el día de Navidad de 2011) fue detenido en la propia residencia del gobernador. Solo unos días después, el reo escapaba del control policial. El apoyo de Borno es evidente», denuncia el líder religioso.
No es la primera acusación que recae sobre las autoridades políticas de esta región. En 2012, el general Jeremiah Useni, presidente del Arewa Consultative Forum (una organización formada por líderes del norte del país), acusaba a Ali Modu Sheriff, exgobernador local, de ser la mano negra detrás del explosivo crecimiento de la milicia.
«En 2002, Boko Haram tan solo era una sociedad estudiantil. Sin embargo, durante su campaña electoral, Ali Modu Sheriff subvencionó y proporcionó armas al grupo para que se convirtieran en camorristas de su candidatura. Simplemente, se le fue de las manos», reconoce el general.