David Usushpasvili: «La UE debe darse cuenta de que la Guerra Fría no ha terminado»

El presidente del Parlamento de Georgia, de visita en España, explicó la postura de su país ante la guerra de Ucrania

David Usushpasvili: «La UE debe darse cuenta de que la Guerra Fría no ha terminado» Maya balanya

silvia nieto

David Usupashvili, el presidente del Parlamento de Georgia, visitó España para afianzar los lazos diplomáticos que unen a ambos países. Durante su entrevista con ABC, ha explicado la postura de su nación ante la crisis en Ucrania, los temores que alberga respecto a Rusia y las mejoras proporcionadas por los acuerdos de asociación firmados con la Unión Europea.

-¿Cómo ha cambiado su país desde la firma de los acuerdos de asociación con la Unión Europea?

-En primer lugar, estos acuerdos proporcionan una fe muy firme en el futuro, porque mi país estuvo en apuros durante 35 años desde la independencia de la Unión Soviética. Sirven para asegurarnos de que nuestra existencia está asegurada, porque Rusia nunca aceptó esta nueva realidad. Desde los primeros años de nuestra independencia, Rusia quiso reinstaurar la antigua Unión Soviética de una forma u otra. Formamos parte de estas instituciones y de infraestructuras internacionales para estar seguros de que nadie pueda revertir la historia. Estamos haciendo lo que podemos para formar parte de una gran Europa, y este acuerdo de asociación fue un gran paso adelante.

Las exportaciones de productos de Georgia a los mercados europeos se han incrementado un 60%. No quiero decir que este porcentaje se pueda mantener cada año, porque necesitamos trabajar duro para adaptar nuestros negocios a los cánones europeos, para competir. Pero hay nuevas oportunidades para nuestros empresarios. También queremos mejorar nuestras condiciones de vida, de justicia, nuestras instituciones, y los acuerdos de asociación establecen un desafío y unas importantes directrices para conseguirlo.

-¿Cómo deberían ser las relaciones entre la Unión Europea y Rusia?

-La Unión Europea debe darse cuenta de que la Guerra Fría no ha terminado, en el sentido de lo que deben esperar de Rusia. Rusia todavía intenta inventar formas alternativas de progreso de la humanidad, como ya sucedió en época de Lenin y Stalin. Ese tipo de ambiciones todavía están ahí y la Unión Europea no debería relajarse pensando que Rusia está en el camino de la democratización. Eso es un análisis erróneo y por eso la Unión Europea necesita construir sus relaciones con Rusia teniendo esta realidad en mente. Eso no significa que haya que buscar la guerra con Rusia, pero al mismo tiempo no deberíamos pensar que los problemas que surgieron entre Rusia y Georgia en 2008, en Ucrania el año pasado y ahora, deben ser inesperados. El problema es que la Unión Europea no estaba preparada para esa situación.

En términos prácticos, Europa no debería reducir los gastos militares. Europa también debería hacer mucho para diversificar sus suministros energéticos. A través de Georgia, Europa puede obtener fuentes de energía alternativas por el mar Caspio, por Azerbaiyán, por Irán. Europa no debería ser tan incauta como para aumentar su dependencia de Rusia en otras áreas, no solo en energía. Rusia está en guerra con el mundo civilizado porque están rompiendo todas las normas internacionales incrementando su maquinaria de propaganda. Algo que probablemente funciona mejor en Centroeuropa que en Europa oriental, porque allí vemos esta realidad y la propaganda rusa no puede confundirnos tan fácilmente.

-¿Cómo es la memoria del pasado soviético en Georgia?

-Georgia fue probablemente, entre los antiguos países soviéticos, el que dijo más firmemente «no» al pasado, y eso estuvo claro incluso durante los últimos años con la Unión Soviética, cuando los georgianos fueron una de las sociedades más antisoviéticas. Yo represento al Partido Republicano de Georgia, fundado en 1978 durante el mandato soviético. Entonces era una organización clandestina, que trabajaba en secreto. Muchos de los fundadores de mi partido fueron arrestados y enviados a campos de prisioneros en la Unión Soviética, donde pasaron tres, cuatro, cinco años hasta que fueron liberados durante el periodo de la Perestroika, con Gorbachov. Esos fundadores ahora son miembros del parlamento georgiano. Nunca hemos querido ni querremos volver atrás en ningún sentido, y esa es la decisión de la mayoría de los georgianos.

El Partido Comunista desapareció de Georgia inmediatamente después de la disolución de la Unión Soviética. Así que escapamos a esa gran prisión y ahora no queremos volver a ella, aunque esa prisión se renueve y tenga nombres sofisticados como Unión Euroasiática u Organización del Tratado de la Seguridad Colectiva con Rusia. Eso es algo que nadie quiere en Georgia, incluso la parte de la población que cree que necesitamos normalizar relaciones con Rusia, cosa que yo también pienso. Necesitamos normalizarlas, pero aquellos que creen que debemos decir «no» a la OTAN, y que eso nos ayudará a construir mejores relaciones con Rusia, incluso esa gente no quiere volver a formar parte de Rusia de una forma u otra. Los prorrusos son muy, muy pocos en Georgia.

-¿Cuál es el punto de vista de su país sobre la crisis en Ucrania?

-No fuimos capaces de prever esta crisis. Si todo el mundo hubiera aprendido la lección después de la guerra en Georgia en agosto de 2008, cuando Rusia invadió el país y bombardeó nuestras ciudades, incluida la capital. Esos acontecimientos tuvieron la correcta atención de forma inmediata, pero luego, cuando el tiempo pasó, los occidentales lo olvidaron y eso fue un error porque de lo contrario no hubiéramos visto las cosas que están pasando en Ucrania.

Somos muy cercanos al pueblo ucraniano y por eso les estamos proporcionando todo el apoyo que podemos. Al mismo tiempo, estamos urgiendo a la comunidad internacional a que sea más rápida en identificar una estrategia, un qué hacer y cómo hacerlo. Es complicado porque las decisiones colectivas llevan su tiempo, pero ucranianos y georgianos no tenemos mucho. Por eso, formamos parte de esta gran coalición para apoyar a Ucrania en su lucha por la independencia.

-¿Cómo es la relación de su país con Rusia después de la crisis de Osetia del sur y Abjasia?

-No tenemos relaciones diplomáticas con Rusia. No tenemos muchos lazos económicos y no dependemos de ella en términos de suministro energético, pero sufrimos mucho la política rusa. Porque este conflicto no consiste solo en perder territorios. Después de esas guerras, hemos tenido más de 300.000 desplazados internos de esas dos regiones, Abjasia y Osetia del Sur, y eso es una dura carga para el país, que tiene una población de 4,5 millones de personas. Estamos sufriendo estos constantes sentimientos de inseguridad y eso no es bueno ni para los inversores ni para hacer negocios en el país.

Sin embargo, los miembros del nuevo gobierno que llegó al poder en 2012 intentamos encontrar pequeñas conexiones. Designamos un representante especial del primer ministro de Georgia, que se encuentra tres, cuatro veces cada año con un representante especial del presidente de Rusia, y a través de este canal hay algunos intercambios de información. No son relaciones diplomáticas, pero mantenemos algunos contactos directos, lo cual es importante. Hicimos lo que pudimos para atraer la atención de los turistas rusos a Georgia, y llegan cientos de miles de ellos cada año. Queremos que la gente de Rusia vea lo que está sucediendo en Georgia, y que la propaganda oficial no cambie su mentalidad. Hemos restablecido algunos contactos comerciales y algunos productos georgianos vuelven al mercado ruso.

Así que, en líneas generales, nuestra política no consiste en empeorar las relaciones con Rusia, porque ya son malas, dado que consideramos a Rusia un país ocupante que quiere anexionarse nuestros territorios. Pero queremos utilizar cada oportunidad para construir pequeños puentes al futuro.

-¿Cuál es la estrategia para normalizar esas relaciones?

-Desgraciadamente, Georgia no es capaz de definir esa estrategia porque es parte de asuntos mayores. Cuando estamos hablando sobre una estrategia de la Unión Europea, los Estados Unidos y la OTAN, es para asegurar la paz en la región. En esa estrategia hay una sección para Georgia y queremos formar parte de ella, porque no importa qué tipo de buenas estrategias pensemos en Tbilisi, en Georgia, si no forman parte de una mayor.

-¿Cómo son las relaciones entre Georgia y España?

-Tenemos muy buenas relaciones. No puedo recordar ninguna situación, evento, en el que España nos haya decepcionado, o en el que Georgia hiciera algo que estuviera en contra de los intereses de España. Pero la escala es insuficiente. La escala y la intensidad. Y me alegra que bastantes ministros del gobierno georgiano hayan visitado España durante estos últimos dos años. La visita del ministro de Asuntos Exteriores de España está preparada en Georgia para muy pronto. Hay muchos proyectos interesantes en agricultura. Somos productores de vino y un pueblo al que le gusta, y estamos encontrando muchas cosas en común con España. Aunque lo más común entre Georgia y España es el antiguo nombre de Georgia, que durante muchos siglos fue Iberia. Como dije, no se trata de que estemos intentando reparar relaciones problemáticas. No, estamos intensificando relaciones que ya son muy buenas.

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