Estados Unidos y Cuba preparan una inminente reapertura de Embajadas

La decisión vendrá en cuanto Washington oficialice este viernes la retirada de la isla de la lista de países que apoyan el terror

Estados Unidos y Cuba preparan una inminente reapertura de Embajadas reuters

emili j. blasco

El principal escollo para el acuerdo de reapertura de embajadas entre Estados Unidos y Cuba quedará superado este viernes al hacerse efectiva la salida de la isla de la lista de países patrocinadores del terrorismo elaborada por el Departamento de Estado norteamericano. En cuanto se oficialice esa decisión, el anuncio de la reapertura de legaciones diplomáticas podría ser inminente. Con tal anuncio se cumple el compromiso adquirido por los presidentes Barack Obama y Raúl Castro en su comunicación pública del pasado 17 de diciembre para el restablecimiento de plenas relaciones diplomáticas. Desde entonces Obama ha repetido su deseo de que llegue el momento de poder visitar La Habana, si es posible antes de que termine su mandato.

Aunque ambas partes todavía tienen que resolver algunos aspectos del funcionamiento de ambas embajadas, tanto Washington como La Habana dan ya por decidida su reapertura. Así se dio a entender también en la última ronda de negociaciones bilaterales, celebrada la semana pasada en la capital estadounidense. Entonces se aseguró que no haría falta una nueva ronda de conversaciones y que las cuestiones que quedaban pendientes podían resolverse a nivel técnico.

Estados Unidos admite que sus diplomáticos no tendrán la libertad de movimientos de la que gozan en un país democrático, pero señala que las limitaciones que se les impongan –aún no precisadas públicamente– no irán más allá de las vigentes en países como China o Vietnam. La salida de Cuba de la lista del Departamento de Estado de países que apoyan el terrorismo internacional será este viernes automática, al cumplirse el plazo de 45 días desde que Obama anunció su intención de retirar a la isla de ese grupo de apenas cuatro países (tras la retirada de La Habana quedarían solo Irán, Siria y Sudán) sin que durante ese tiempo el Congreso se haya pronunciado en contra. Dado que el Congreso se encuentra en periodo de receso, no se espera ninguna acción contraria de última hora que intente bloquear la decisión.

Cuba fue incluida en la lista en 1982, a raíz de dar acogida y haber facilitado el entrenamiento a las FARC colombianas y a miembros de ETA. La Casa Blanca ha defendido que mantener a Cuba en ese club es un anacronismo.

Desde el primer día el Gobierno cubano puso como condición para la reapertura de embajadas que el régimen dejara de ser acusado de promover el terrorismo. Tras la entrevista que Obama y Castro mantuvieron a comienzos de abril en la Cumbre de las Américas de Panamá el presidente estadounidense confirmó su decisión de pedir al Congreso la salida de Cuba de la lista.

El anuncio de reapertura de las embajadas, cerradas desde la ruptura de relaciones diplomáticas a comienzos de la década de 1960, es el primer paso para la plena normalización de relaciones. El nombramiento de embajadores puede demorarse en el caso de Estados Unidos, pues la designación debe contar con la aprobación del Senado.

Bloquear el proceso

Varios senadores republicanos, como los hispanos Marco Rubio y Ted Cruz, ambos con orígenes familiares cubanos, anunciaron en su día su intención de bloquear el proceso, aunque posiblemente solo logren un retraso del nombramiento. También advirtieron de que no aprobarían fondos para el funcionamiento de la Embajada estadounidense en La Habana. Pero con la opinión pública cada vez más favorable al restablecimiento de relaciones es difícil que los republicanos jueguen hasta el final esa carta.

En cualquier caso, seguirá vigente el embargo comercial a la isla, algo que Obama no puede levantar sin el apoyo decidido del Congreso y para lo que de momento no hay suficiente consenso, aunque este haya crecido en los últimos tiempos. La Casa Blanca ha ido suavizando con decretos algunos aspectos del embargo, aprovechando ciertos resquicios legales, y cuenta con el respaldo de grupos económicos estadounidenses que quieren poder hacer negocios en Cuba. No obstante, en el juego político sigue imperando el argumento de que la reapertura de relaciones diplomáticas no tiene por qué hacer olvidar que el régimen cubano es contrario a los derechos humanos.

Estados Unidos reclama que sus diplomáticos puedan mantener reuniones con todos los ciudadanos cubanos que lo deseen, incluidos disidentes, sin que estos sean hostigados si acceden a su Embajada.

Uno de los avances registrados hechos públicos es la autorización dada la semana pasada por Washington a una entidad bancaria para que preste servicios a las misiones cubanas en Estados Unidos, lo que, según Cuba, es una mera aplicación de las exigencias de la Convención de Viena sobre relaciones diplomáticas.

Las delegaciones han tratado además de aspectos como aviación civil, tráfico de personas, derechos humanos, fraude migratorio, áreas marinas protegidas, hidrografía y cartas náuticas. Más adelante esperan poder hablar también sobre asuntos relacionadas con la salud, especialmente posible cooperación en materia de enfermedades infecciosas.

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