La violencia irrumpe en la campaña electoral en Turquía
Abren fuego contra una diputada opositora en un restaurante, mientras el partido kurdo HDP denuncia más de sesenta ataques contra sus sedes electorales
A las 9 de la mañana de este martes, la abogada Elif Dogan Türkmen ha entrado en un restaurante de la ciudad de Adana donde se celebraba un encuentro de la Asociación de Jóvenes Empresarios. Apenas traspasado el umbral, un hombre descendió de un coche blanco, la apuntó con una pistola y le disparó tres veces en la pierna. Las imágenes de la cámara de seguridad muestran a un individuo de cabello canoso y vestido con camisa negra, que exhibe una escalofriante calma en el momento de disparar, antes de huir en el mismo vehículo.
La vida de la víctima, por suerte, no corre peligro. «Este atentado se ha hecho para intimidarme», ha declarado desde el hospital. Türkmen es una de las principales candidatas al Parlamento por el Partido Republicano Popular (CHP), la principal fuerza opositora de Turquía, de ideología secularista. Y el incidente no es sino el último de una larga serie, que muestra hasta qué punto se ha elevado la tensión de cara a las próximas elecciones generales, que tendrán lugar el 7 de junio.
Hace apenas tres días, Ramazan Demir, otro candidato por esta misma provincia, esta vez por el gobernante Partido Justicia y Desarrollo (AKP), fue apuñalado en el estómago varias veces por dos individuos mientras visitaba el distrito de Aladag para hacer campaña. Y el pasado 20 de mayo, el alcalde de la localidad occidental de Gürsu, Cüneyt Yildiz, también del AKP, fue tiroteado en su oficina junto a su guardaespaldas. Ambos permanecen hospitalizados en condición crítica.
Pero es el Partido Popular Democrático (HDP), de base mayoritariamente kurda, quien se ha llevado la peor parte: esta formación ha denunciado que se han producido más de sesenta ataques contra sus sedes electorales en el último mes, incluyendo varios incidentes armados en los que individuos desconocidos dispararon contra edificios del partido en las provincias de Yalova y Ankara, y un intento de linchamiento en el Mar Negro. Los episodios más graves, sin embargo, fueron dos atentados simultáneos con bombas en Adana y Mersin, que provocaron seis heridos de diversa consideración.
Además de estos lugares, se han producido ataques y hostigamientos en otras ciudades como Usak, Bilecik, Aksaray y Tokat, en las regiones centrales de Turquía; en Trabzon y Rize, en la costa norte del país, y en la localidad mediterránea de Antalya. La lejanía y la diversidad de estos puntos apunta a la posible existencia de una campaña coordinada de agresión. El gobierno ha tratado de culpado de estas acciones al grupo armado de ultraizquierda DHKP-C (responsable del secuestro y ejecución de un fiscal en el Palacio de Justicia de Estambul el pasado abril), mientras que el HDP ha acusado, según el momento, al AKP y al Estado Islámico.
Lo que está en juego, ciertamente, es mucho: si el AKP lograse una mayoría parlamentaria de dos tercios (o 376 escaños), Erdogan podría imponer su plan de cambiar el sistema político a un régimen presidencialista fuerte, en el que apenas existan contrapesos a su cargo. Incluso con una mayoría de tres quintos (o 330 escaños), podría tratar de impulsar la idea a través de un referéndum. Pero para ello, el HDP tendría que quedarse fuera del Parlamento, o de lo contrario un importante torrente de escaños irán a parar a este partido, echando por tierra el plan de imponer un modelo presidencialista.
En el sistema electoral turco, la barrera electoral es del 10%, la más alta del mundo, impuesta precisamente para impedir que los partidos kurdos pudiesen acceder al hemiciclo. Hasta ahora, los nacionalistas kurdos habían optado por presentar a sus candidatos como «independientes», cuya barrera electoral es del 3 %. Sin embargo, el candidato del HDP, Selahattin Demirtas, obtuvo un excelente resultado en las elecciones presidenciales (un 9,76 % del total de votos), lo que ha animado a sus militantes a ir a por todas y tratar de llegar como partido al Parlamento. Si no lo logra, Demirtas ha prometido dimitir.
Es más: si el HDP supera la barrera electoral, y los otros dos grandes partidos opositores, el CHP y el ultranacionalista MHP, mantienen o incrementan sus votos respecto a las elecciones anteriores, el AKP tendría problemas para formar gobierno en solitario. Y si el resto de partidos, como han prometido hasta ahora, se niegan a formar una coalición, la inestabilidad está garantizada.
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