«Clases VIP y turista» en la inmigración
El trato de los traficantes de personas con los refugiados viene marcado por su país, poder adquisitivo y religión
Mediterráneo significa mar entre dos tierras. Viene del latín «Mar Medi Terraneum». Al norte, una pudiente pero decadente, y al sur, otra que simplemente agoniza por guerras, persecuciones religiosas o la represión de estados tiránicos. Dos mundos muy diferentes distanciados por apenas 300 kilómetros, los que separan la isla italiana de Lampedusa de Trípoli, el principal puerto desde donde miles de inmigrantes tratan de escapar cada mes de su particular infierno. Pero el escalofriante trayecto dirigido por las mafias de la inmigración consigue sacar lo peor del ser humano, donde la superviviencia se vende -y se compra- muy cara.
Entre 400 y 600 dólares para los subsaharianos y 1.000-1.500 dólares para los sirios son los precios pagados por los inmigrantes para poder llegar a Europa, según la Organización Internacional de las Migraciones (OIM). Pagar más significa tener más posibilidades de sobrevivir, ya que se ganan viajar en las zonas más seguras y cómodas de los barcos, incluso con derecho a chaleco salvavidas en algunos casos.
El trato que los traficantes de las redes, en su mayoría árabes, infligen a sus «clientes», suele ser mejor a los sirios, que representan el 33% de los 66.500 inmigrantes que han llegado a Europa por mar hasta mayo, que a los subsaharianos: eritreos (11%), somalíes (9%) o nigerianos (5%), según explica a ABC la especialista en migraciones internacionales del Instituto Elcano, Carmen González. También, quienes huyen del «califato», por lo general musulmanes de raza blanca, suelen estar más cualificados y cuentan con más ahorros que sus compañeros de tripulación subsaharianos, lo que les concede mayores facilidades en este escenario del horror.
«Las mafias actúan como agencias de viaje que atienden una demanda»
«Las mafias, lejos de actuar como sociedades clandestinas de captación, hacen de agencias de viajes que atienden una demanda que no para de aumentar», añade la investigadora. La Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Unodc, en sus siglas en ingles) calcula que cada año 55.000 migrantes llegan a Europa procedentes de África por medio de los traficantes, generando un beneficio para las mafias de unos 150 millones de dólares. Buena parte de ellos estarían financiando la Yihad global, según dijo a este periódico el director adjunto de la Agencia Europea de Fronteras (Frontex), Gil Arias.
La desesperación por sobrevivir y las profundas diferencias de credo entre cristianos y musulmanes degeneran hasta el punto de matarse entre los propios migrantes. El pasado abril, durante la última crisis a las puertas de Europa, quince inmigrantes musulmanes tiraron por la borda, según testigos, a doce personas que habían reconocido profesar la «fe cristiana» .
De todos los estados receptores, Italia se lleva la peor parte al recibir cerca de 40.000 inmigrantes en lo que llevamos de año, 15.000 más que Grecia, el segundo destino mayoritario. De hecho, el pasado miércolesmás de 900 inmigrantes fueron rescatados en un solo día procedentes de tres atestados barcos que partieron del norte de África, informó la Guardia Costera italiana. En solo cinco meses de este año han muerto en el canal de Sicilia 1.770 personas frente a las 3.300 de todo 2014, según datos de la OIM.
¿Por qué Libia?
La mayoría de inmigrantes eritreos, somalíes o sirios, pasan por Libia. Viajan a bordo de embarcaciones básicamente de dos tipos: neumáticas tipo zodiacs o bien barcas pesqueras con casco de madera. Así, en la ruta central del Mediterráneo, miles zarpan desde los principales puertos de salida libios, ubicados al oeste de Trípoli, de localidades como Zawiya, Sabratha y Zuwara. Se dirigen allí porque no hay un gobierno fuerte que proteja las fronteras -puesto que tienen otras prioridades entre el caos general-, además de que tradicionalmente ha sido punto de encuentro de inmigrantes, apuntan los expertos consultados por este periódico. «El mismo Gadafi permitía la llegada masiva de subsaharianos como arma política frente a Europa», subraya el investigador del think tank Fride, Barah Mikail , de origen sirio.
De la multitud de rutas que conducen a Libia, según remarcan, hay dos diferenciadas, para sirios y subsaharianos. Los primeros tradicionalmente han optado por cruzar la frontera con Turquía, cuyo Gobierno ha facilitado más su tránsito, y de ahí se embarcan al país magrebí. Y los subsaharianos optan en su mayoría por un desplazamiento terrestre, a través de las porosas fronteras de los países vecinos de Eritrea y Somalia -especialmente a través de Sudán del Sur, que son los principales focos emisores de la zona, explica el especialista de Fride.
Pero con la amenaza de Estado Islámico (EI) en el Magreb tras los atentados de Túnez y las ejecuciones en Libia, el control fronterizo en países como Argelia o Egipto ha aumentado, según apunta la investigadora de Elcano. Precisamente, los yihadistas que han proclamado el califato en Dema, al noreste libio y a pocos kilómetros de la frontera egipcia, suponen también un peligro para el tránsito de los inmigrantes, como los 30 cristianos etíopes ejecutados por el EI en abril.
Mision naval y cuotas
Entretanto, la Unión Europea, en el centro del debate tras la sucesión de tragedias, pretende limitar la llegada de los flujos migratorios, al alza, especialmente por la crisis siria y el auge de los grupos yihadistas. Esta semana Bruselas ha aprobado una misión naval (EUNavfor Med) que podría destruir los barcos de las mafias migratorias. Su lanzamiento, tal como ha apuntado la Alta Representante Exterior de la UE, Federica Mogherini, se prevé para el 24 de junio, al término del Consejo que se celebrará en Luxemburgo, cuando se espera que para este día el Consejo de Seguridad de la ONU haya adoptado el mandato solicitado por la UE «al amparo del capítulo 7» de la Carta de Naciones Unidas.
Esta operación viene acompañada por un sistema de cuotas para distribuir a los «refugiados», denominación que para ACNUR debería utilizarse en lugar de «inmigrantes». ara la mayoría de los que llegan a puertos europeos. Sirios, eritreos, afganos, somalíes y nigerianos -por orden, las principales nacionalidades de los migrantes- huyen de sus países de origen a causa de guerras o persecuciones religiosas y no por cuestiones económicas. En 2014, la UE recibió en total 161.020 solicitudes de asilo (40.560 para Alemania, 30.650 para Suecia y 20.580 para Italia), mientras que España 5.947, 1.679, de sirios. En este reparto, «Francia e Italia favorecen a inmigrantes cristianos frente a musulmanes, lo que sería una clara discriminación», dice Mikail, de Fride.
Sin embargo, la acción de los miembros de la UE, asevera el investigador, pone de relieve la necesidad de buscar «soluciones de verdad y no parches» para esta tragedia. Estas deberían ir dirigidas a intentar estabilizar los países emisores e invertir mejor el dinero de los últimos años, con el que promover programas de desarrollo de infraestructuras para crear empleo al sur del Mediterráneo. «Hay una cosa bien clara que ha dicho la propia Mogherini: al final estamos centrándonos demasiado en la logística y en limitar el fenómeno, en lugar de ir a la raíz del problema».
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