Cameron inicia con Juncker su ofensiva diplomática para un referéndum rápido

Esta semana verá a los mandatarios de Dinamarca, Holanda, Francia, Polonia y Alemania para buscar apoyo a sus tesis sobre Europa

Cameron inicia con Juncker su ofensiva diplomática para un referéndum rápido efe

luis ventoso

En uno de los raros días festivos entre semana del calendario inglés, David Cameron ha recibido este lunes en su residencia de descanso de Chequers, una mansión de piedra en Buckinghamshire, al presidente de la Comisión Europea. Las vueltas que da la vida: el pasado junio, Cameron se movilizó sin éxito contra la elección de Jean-Claude Juncker, que calificó de «error», incluso llegó a decir que Europa «se arrepentirá» de la elección. Pero ayer el tory británico y el conservador moderado luxemburgués se encontraron de frente, con apariencia de cordialidad, en una cena privada que fue el pistoletazo de salida formal a la negociación con la UE previa al referéndum británico.

Cameron quiere ir rápido y Bruselas también desea que se apresure y empiece a concretar qué quiere exáctamente. Ambos saben que la incertidumbre que ha creado el mero anuncio de la consulta daña a la economía. El plan británico consiste en una negociación muy veloz con sus socios, que cristalice en algunos retoques de la relación entre el Reino Unido y la UE que permitan a Cameron sacar pecho ante los euroescépticos y pedir el «sí» a Europa, pues en el fondo desea permanecer en ella, al igual que los empresarios británicos y la City.

Mañana, el flamante triunfador de las elecciones británicas con una apabullante mayoría absoluta presenta su programa en el Parlamento, el llamado «Discurso de la Reina». Ahí irá ya incluido el anuncio formal de convocatoria del referéndum, que se debatirá el jueves en la Cámara de los Comunes, con el previsible apoyo de los laboristas. En plena batalla sucesoria, con jaleo interno y ambiente de provisionalidad, los socialistas ahora son partidarios de la consulta (aunque continúan siendo europeístas).

La prueba más patente de las prisas del Gobierno inglés es que el propio jueves, mientras se aprueba la convocatoria de la consulta, Cameron iniciará ya una ofensiva diplomática con sus homólogos europeos. La gira lo llevará ese mismo día a Dinamarca y Holanda, para cerrar la jornada en París con Hollande. El jueves volará a Varsovia y luego llega el auténtico plato fuerte, la visita a Angela Merkel.

Encuentro entre Cameron y Merkel

El encuentro entre Cameron y Merkel es en verdad el bocado del león de la negociación. La titubeante situación económica de Francia y la falta de peso específico de su impopular presidente han dejado a Alemania sin contrapeso. Merkel ejerce ya sin muchos ambages de líder de la UE, donde ha impuesto sus puntos de vista a favor de la consolidación fiscal. Pero esa UE pilotada por los alemanes y sin contrapesos no gusta en el Reino Unido, país que siempre ha abogado por un poder diluido entre varias naciones. Al margen de los lejanos recuerdos de los traumas bélicos del siglo XX, existe una clara rivalidad económica entre británicos y alemanes. En Gran Bretaña se publican con frecuencia informes en los que se especula que en diez años el Reino Unido podría desplazar a su hoy socio como primer país de la UE.

Por otra parte, el diario Le Monde ha revelado que Merkel y Hollande habrían alcanzado ya un acuerdo privado para dar una réplica a las ambiciones de Cameron. Lo presentarían en la importante cumbre del 25 de junio, donde Cameron quiere concretar también sus propuestas, y consistiría en acometer reformas en la UE pero sin tocar el tratado de Lisboa, su acta constitucional. De este modo saldrían al paso de la ofensiva británica, pero sin tocar lo medular de la Unión.

Cameron es por ahora inconcreto en sus demandas. Tal vez porque algunos de sus primeros globos sonda de finales del año pasado pincharon rápidamente, como cuando abogó por implantar cuotas a la llegada de inmigrantes comunitarios en el Reino Unido. La libre circulación de trabajadores fijada en los tratados parece una línea roja inamovible para Alemania y Francia. Pero sé podrían buscar otras fórmulas de mayor control de la emigración, que incluso podrían satisfacer a la propia Alemania, que también tiene el aluvión en casa.

En 2010, nada más llegar, Cameron prometió bajar la cifra de anual de inmigrantes que llegan al Reino Unido a cien mil. Pero según los datos oficiales estadísticos que se publicaron la semana pasada, en 2014 llegaron al país 318.000 inmigrantes, 109.000 más que en 2013. Esa cifra supone la mayor de la historia salvo el récord de 2005, bajo Gobierno laborista. Como reacción, el primer ministro ya ha anunciado que buscará que los inmigrantes de la UE no tengan derecho a ayudas sociales durante los cuatro primeros años en el país y quiere expulsar a los que no encuentren trabajo en seis meses.

Los británicos quieren también que se instaure el llamado sistema de «tarjetas rojas», que permita que un determinado número de parlamentos nacionales derribar los proyectos de la Comisión Europea. También desean blindar al máximo su mina de oro, la City de Londres, la primera empresa del país. Quieren que se vea menos atosigada por el afán regulatorio de Bruselas y que el euro deje de ser citado en los tratados como la moneda oficial de la UE. También les gustaría reducir los fondos a las subvenciones agrícolas comunes y que se ahonde en el libre comercio. Por último, Camero ansía que los jueces británicos dejen de estar obligados por la Declaración Europea de Derechos y se niega a ahondar en la unión política y ceder más soberanía.

Cameron inicia con Juncker su ofensiva diplomática para un referéndum rápido

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación