¿Por qué Letonia se resiste a revelar los secretos de la KGB?
El país báltico oculta los nombres de los agentes encargados de la represión política entre 1945 y 1991
La «Casa de la Esquina» es un bonito edificio situado en el corazón de Riga, pensado para albergar a la burguesía de la ciudad y destacado por su estilo art déco. Sin embargo, su pasado oculta una historia mucho más macabra, tal y como explica «BBC Mundo» en un reportaje publicado en su página web. Los servicios de inteligencia de la Unión Soviética —llamados NKVD primero y KGB a partir de 1954— tuvieron allí su sede tras el final de la Segunda Guerra Mundial y hasta 1991, fecha del hundimiento del régimen comunista. Muchos letones exigen ahora que los nombres de los agentes responsables de la represión política de esos años sean revelados.
El buzón de la «Casa de la Esquina» era una advertencia y un receptor de chivatazos. Su objetivo consistía en que los letones pudieran depositar cartas donde señalar a sus compatriotas sospechosos de actividades antisoviéticas. Según los cálculos aportados, alrededor de 30.000 trabajaron a las órdenes de la KGB durante esas décadas de represión. Algunos como agentes, y otros como meros informantes. También estaban los que padecían las consecuencias. Como el poeta Knuts Skujenieks, cuyo delito fue escribir versos críticos con el poder de la época. «Si te sacaban al pasillo y venía otro preso, tenías que darte la vuelta contra la pared, mirando al suelo, para que no supieras quién más estaba aquí», declaró al medio inglés.
La participación activa de una parte de la sociedad letona en la represión todavía crea polémica. Sobre todo porque según explicó a «BBC Mundo» el historiador Karls Kangeris, muchos políticos actuales no quieren que se descubra su antigua colaboración con la KGB. El que fuera el último jefe de este servicio de inteligencia, Edmunds Johansons, confirma esta tesis y afirma que la identificación de los culpables provocaría un cataclismo en el país báltico. «Tenemos que construir un futuro para una Letonia independiente y no mirar hacia atrás», explicó al medio británico.
Los documentos que identifican a las víctimas de la KGB se guardan en una vieja fábrica de las afueras de Riga. Los nombres de los agentes responsables no figuran allí. Esta información, cifrada, está recogida en una serie de tarjetas ocultas a ojos curiosos por las autoridades de Letonia. Pero Skujenieks, el poeta represaliado, considera mejor que esos papeles no vean la luz. Principalmente porque con la independencia de la nación los rusos trasladaron a Moscú muchos de ellos. Los registros del país báltico son engañosos y solo crearían más desconcierto, explicó.
En el veinticinco aniversario de la independencia de Letonia de la Unión Soviética, el pasado comunista y su espiral represiva todavía ahoga la convivencia democrática del país báltico.
Noticias relacionadas