¿Por qué apoya Irán a los hutíes de Yemen?
La ayuda proporcionada al grupo rebelde no nace solo de afinidades religiosas, sino de intereses políticos
La guerra de Yemen es un conflicto de varias aristas. El enfrentamiento entre civiles, las diferencias religiosas y la intervención de dos potencias que luchan por la hegemonía en la región, Arabia Saudí e Irán, complican una espiral de violencia que ha provocado una grave crisis humanitaria. Los rebeldes hutíes —una minoría que practica el zaidismo, una escisión del chiísmo— combaten a los seguidores del presidente exiliado, Abd Rabbuh Mansur al-Hadi.
No es la primera vez que los insurgentes hutíes se sublevan en Yemen. El país fue frágil desde su nacimiento, acontecido mediante la unión de la República Árabe de Yemen y la República Popular de Yemen en 1990. El empobrecimiento y las malas condiciones de vida provocaron que en 1994 los rebeldes chiítas se alzaran en armas por primera vez. Con esa trayectoria, el grupo se consolidó como una fuerza organizada y eficaz. Después de la primavera árabe de 2011, que en la nación árabe se saldó con la dimisión de que fuera presidente durante 32 años, Ali Abdullah Saleh, volvieron al primer plano de la actualidad. En septiembre de 2014 llegaron a Saná, la capital, después de un nuevo alzamiento desde su bastión, situado en la región septentrional de Saada.
Arabia Saudí, al frente de una coalición internaciona formada por diez países, bombardea a los rebeldes desde el 26 de marzo. Los hutíes son apoyados por Irán, la patria del chiísmo. Sin embargo, los lazos religiosos no explican por completo esta relación. Para Haizam Amirah Fernández, especialista en el mundo árabe del Real Instituto Elcano, lo que se vive en Yemen «es una guerra fría regional entre dos bloques». Un juego político «más que religioso».
«El chiismo de los hutíes no es el oficial de la República Islámica de Irán», explica Amirah Fernández. El analista considera «que los hutíes son un grupo yemení ante todo, con un considerable apoyo social» y capaz de aglutinar el respaldo «incluso de suníes del propio Yemen». En especial de los más desfavorecidos por el Estado, o de aquellos que rechazan el wahabismo, la doctrina sunita seguida en Arabia Saudí.
«El escenario yemení es complejo y no responde exclusivamente a apoyos por una identificación sectaria», apunta el analista. Las alianzas dependen de cuestiones tácticas. Como en el caso del expresidente Ali Abdullah Saleh. Durante sus años al frente de Yemen, combatió a los hutíes. Ahora se alía con ellos y motiva «su avance en las grandes ciudades del país».
«Los hutíes están recibiendo lo que en Irán llaman ayuda humanitaria», señala Amirah Fernández, dado que «no se habla abiertamente de un apoyo en armas y munición». Un informe de las Naciones Unidas indicó, sin embargo, que la nación de los ayatolás suministra material bélico a los insurgentes desde 2009. Algo desmentido por un portavoz de los hutíes, Mohammad Abdul Salam, que negó esta colaboración y la calificó de «propaganda».
Ayer terminó la tregua humanitaria de cinco días que detuvo los bombardeos de la coalición internacional sobre los hutíes. A la espera de una solución del conflicto, los civiles aún padecen sus consecuencias de la guerra.
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