Salen a la luz las cartas del Príncipe Carlos presionando al gabinete de Blair

En una de las misivas, publicadas por orden judicial, se queja al primer ministro de los helicópteros militares en Irak

Salen a la luz las cartas del Príncipe Carlos presionando al gabinete de Blair efe

luis ventoso

Tras un debate jurídico que se prolongó durante diez años, han visto la luz por orden judicial 27 cartas que el Príncipe de Gales envió entre 2004 y 2005 a siete departamentos del Gobierno de Tony Blair, en las que Carlos expresaba sus puntos de vista sobre causas que le interesaban. Para muchos, esas misivas incumplían su deber de imparcialidad. [Aquí puedes consultar la correspondencia publicada este miércoles]

La Corte Suprema británica tomó la decisión de que viesen la luz el pasado marzo, un fallo que David Cameron consideró «decepcionante». Clarence House, la oficina del Príncipe, lamentó también entonces que «no se haya respetado el principio de privacidad». La disputa enfrentó a Palacio con el diario laborista «The Guardian», que mantuvo la liza para la publicación de las cartas, conocidas por la prensa inglesa como «El memorial de la araña negra», en alusión a la ortografía complicada del Príncipe en tinta de ese color.

En las cartas, Carlos de Inglaterra, de 66 años, se muestra preocupado por temas clásicos de su interés personal, algunos incluso con un punto extravagante, como la merluza negra y el albatros de la Patagonia, le medicina naturista o el sacrificio de los tejones. Pero también aborda temas de más calado. En septiembre del 2004 escribió al primer ministro Tony Blair para quejarse del mal funcionamiento con altas temperaturas de los helicópteros británicos Lynx, que se estaban empleando en la guerra de Irak: «Me temo que esto es solo otro ejemplo más de que a nuestras fuerzas armadas se les está pidiendo un trabajo de desafío extremo, particularmente en Irak, sin los recursos necesarios», se queja Carlos. Blair le contestó un mes después, diciéndole que su carta «es constructiva e invita a pensar».

En febrero del 2005 volvió a escribir al primer ministro laborista para quejarse de que la posición dominante de las grandes cadenas de supermercados británicas estaba afectando a los granjeros y a la seguridad de la cadena alimentaria.

También se dirigió al ministro de Sanidad, en relación a un hospital donde su fundación colaboraba, y se quejó de las dietas de los alumnos de los colegios de South Gloucestershire. Otros temas de su interés fueron la reconstrucción de edificios históricos en Irlanda del Norte, los problemas de los trabajadores del sector lácteo y la política agrícolade la UE.

El problema político radica en que la Constitución obliga al Rey a mantener una exquisita neutralidad, a no influir en el Gobierno. Carlos, cuya madre tiene ya 89 años, está llamado a reinar algún día, y sus opiniones pasan a ser un problema si trata de imponérselas al Gobierno. Y eso es lo que habría intentado durante el mandato de Tony Blair , con 27 cartas en los años 2004 y 2005, dirigidas a diversos departamentos ministeriales.

Clarence House, el gabinete de Carlos, ha emitido esta tarde un comunicado en el que lamenta que se hayan aireado las misivas: «La publicación de las Cartas privadas solo puede inhibir su capacidad para expresar las inquietudes y sugerencias que le han transmitido en el curso de sus viajes y encuentros».

Carlos escribió de su puño y letra a los departamentos ministeriales de Sanidad, Educación, Medio Ambiente, Asuntos Rurales, Empresa, Cultura e Irlanda del Norte. Un periodista de «The Guardian» solicitó ver las cartas invocando la Ley de Libertad de Información de 2004. El Tribunal Superior de Londres le dio la razón, pero intervino el fiscal general, el máximo asesor legal de Gobierno, y lo vetó. Su argumento era que las misivas formaban parte de la preparación de Carlos para ser Rey. Además, el fiscal explicó que si se aireaban sus desacuerdos con Blair «su papel como futuro monarca podría quedar seriamente dañado, si pierde su posición de neutralidad política en el trono no podrá recuperarla fácilmente cuando sea Rey». Finalmente, el Alto Tribunal, la instancia máxima, dio la razón a los periodistas, con el voto a favor de cinco de sus siete jueces.

David Cameron lamentó la decisión: «Este asunto va de si un miembro del máximo nivel de la familia real puede expresar confidencialmente sus puntos de vista. Yo creo que mucha gente estará de acuerdo con que es justo que lo haga».

El periódico laborista celebró el fallo como «un buen día para la transparencia, la independencia judicial y la libertad de prensa». Alan Rusbridger, que acaba de ser relevado como director del rotativo, lamentó la opacidad del Gobierno: «Han gastado cientos de miles de libras tratando de ocultar esas cargas, admitiendo que su publicación podría dañar seriamente la percepción de la neutralidad del Príncipe».

El próximo 9 de septiembre, Isabel II, cuya salud es excelente, se convertirá en el monarca que más tiempo ha ocupado el trono británico: 63 años y 217 días, con lo que batiría el récord de la Reina Victoria. Isabel II ha respetado siempre escrupulosamente el principio de neutralidad que le impone la Carta Magna.

En enero nueva biografía del Príncipe, «Carlos, el corazón de un rey», obra de Catherine Mayer, de la revista «Time», puso otra vez sobre el tapete el debate sobre el intervencionismo del heredero. Tras haber hablado con su círculo íntimo, lo que emerge es que Carlos III sería un Rey «ni remotamente tan callado como su madre». Ya en el trono querría seguir expresando sus opiniones sobre las causas que lo apasionan, casi todas conservacionistas.

Aunque debido a la edad de la Reina el Príncipe ha ido asumiendo algunos de sus compromisos, como representarla en las cumbres de la Commonwealth, la biografía sostiene que ese rol no le es grato, que prefiere dedicarse a sus campañas. Lo cierto es que algunas funcionan: diez de las onegés del Príncipe recaudaron el año pasado 164 millones de euros.

El libro asegura que el Rey Carlos tiene ya una estrategia preparada para llevar a cabo en sus primeros seis meses en el trono. Sabe que la primera impresión es la que queda fijada en el corazón del pueblo. Además, asume que su reinado será corto, a diferencia del de su madre, que se ciñó la corona a los 25 años. Entre sus primeras decisiones se especula con que cambiaría el sistema de honores británico, que según sus palabras en la obra «distingue a gente equivocada por razones equivocadas». La reforma incluiría, por ejemplo, la supresión de la Orden del Imperio británico, pues carecería sentido toda vez que tal imperio ya no existe. ClarenceHouse, la oficina del Príncipe, desmintió ese pasaje del libro. Su autora aseguró haber tenido acceso a Carlos.

Salen a la luz las cartas del Príncipe Carlos presionando al gabinete de Blair

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación