«Hay que acabar con la Europa del miedo»

Los embajadores de Alemania y Francia reflexionan en la Casa de ABC sobre la necesidad de una Europa unida

«Hay que acabar con la Europa del miedo» abc

manuel erice

Europa ya no agoniza, pero se le acumula la tarea. Difícilmente la economía continental, aunque parece haber dado con la receta del crecimiento, podrá curar por sí sola tantas heridas. La última se reabrió el viernes en Londres al confirmar el victorioso Cameron un referéndum sobre la salida del Reino Unido de la UE en 2017. Al menos, el respiro por las previsiones económicas allana el camino hacia la política. Personificado en las figuras de la canciller Merkel y el presidente Hollande, pide paso el redivivo eje franco-alemán, que ha ofrecido imágenes de unidad frente al desafío de Putin , la deriva griega, el jaque del terrorismo en París e, incluso, la imprevisible desgracia humana del accidente aéreo de los Alpes. Dos de sus representantes, los embajadores de Alemania y Francia en España, Peter Tempel y Jérôme Bonnafont, reafirman en su conversación con ABC la «importancia» de la acción conjunta París-Berlín para «profundizar» en la construcción europea. Pero llaman también a la labor del resto de países: «Nuestro papel es necesario pero insuficiente». Y no es para menos…

Setenta años después de que la guerra (las guerras) terminara por descoser Europa, la conmemoración ha abrigado un rearme moral compartido por ambos diplomáticos. El peso de la «responsabilidad» alemana y del «compromiso» francés se funden en la convicción de avanzar hacia «una Europa fuerte y unida», no sólo por reparar la «debilidad» de un euro sin suficiente unión política» o como «movimiento romántico y sentimental» (aunque ambos reconozcan que puede haber algo de ello), sino para «reforzar la relación de dos países que han vivido dos guerras, que han sufrido la destrucción moral, política, física de sus países», como resume Bonnafont antes de remachar: «No hay eje franco-alemán fuerte sin construcción europea, ni construcción europea sin eje franco-alemán fuerte». En un intento de que los dos países no ostenten todo el protagonismo, el embajador alemán recuerda a los demás países para apuntalar esa construcción pendiente, y lo expresa como si fuera la hoja de ruta del poder dentro de la Unión: «Hay situaciones que precisan un consenso de Francia y Alemania como primer paso para el consenso de todos, pero con especial ayuda de un grupo de países importantes, como España e Italia».

Triple receta europea

Para los dos embajadores, la amenaza nacionalista y populista es tan real como la «división destructiva» que es capaz de generar, en palabras del diplomático francés, según el cual la clave para superar la crisis política es «una confianza masiva de las clases medias en nuestro sistema». Y se atreve a lanzar una triple receta basada en la necesidad de «acabar con la Europa del miedo como una actitud general»: primero, «un mensaje de construcción de Europa en positivo, con nuevos e ilusionantes proyectos» (y cita el Plan Juncker); segundo, «tolerancia cero con los movimientos que promueven el odio, el racismo y la discriminación», y tercero, «demostrar que los populismos no son sino soluciones regresivas».

A Peter Tempel la comparación de nuestra Europa con el continente desquiciado de las primeras décadas del siglo XX, que esgrimen hoy algunos analistas e intelectuales, le parece «exagerada». Admitiendo una situación «preocupante» de auge y consolidación de movimientos extremos «a derecha (Norte) e izquierda (Sur)», el embajador alemán concluye que Europa hoy «cuenta con un ámbito político y legal tan sólido como para afrontar la situación con garantías». A lo que añade que la mejora de la economía, «particularmente en España», va a ayudar.

Grecia, «sin exclusión»

Entre la economía y la política se mueve el desafío griego, la piedra en el zapato de una mal edificada Eurozona, cuyo pecado original ambos embajadores pretenden hacer borrar empezando por una exigencia de cumplimiento a Atenas. Aunque responden con risas a la teoría del «poli bueno» y «poli malo» con que para algunos están respondiendo Francia y Alemania a Tsipras, tras el punto de partida uniforme de que una salida del euro sería «responsabilidad» de Grecia, aparece el matiz: el alemán Tempel se aferra al Tratado y a las «obligaciones», mientras el francés apunta las palabras «solidaridad» y «flexibilidad», y recalca que «no es un proyecto de exclusión de los que no hacen las cosas bien, sino de que los afectados se vean también apoyados».

Ni siquiera la propia guerra es hoy una amenaza lejana para Europa. Sólo unos meses después del último sonido de mortero en tierras de Ucrania , Tempel y Bonnafont cierran filas en torno a un alto el fuego que para muchos sigue siendo demasiado precario: «Lo que se hizo en Minsk (acuerdo de mínimos de Merkel, Hollande, Putin y Poroshenko) fue dar una salida diplomática a la situación bélica más peligrosa desde la Segunda Guerra Mundial», argumenta el diplomático alemán, quien asume que «seguimos necesitando un esfuerzo importante para mantener la paz». Su homólogo francés recurre a la expresión «equilibrio de compromisos con Rusia y Ucrania», en un reconocimiento explícito de que «no hay soluciones mágicas». Pero defiende que «no fue una situación de debilidad, sino de responsabilidad». Y al parecer el ejercicio de equilibrismo continúa, ya que Hollande y Merkel no acudirán hoy a la conmemoración del fin de la Guerra en las calles de Moscú, mientras que sus respectivos ministros de Exteriores sí homenajean estos días con representantes rusos a las víctimas de la contienda en aquel país: «Es un mensaje de buena voluntad, pero, al mismo tiempo, transmite la idea de que hay que acabar con el ruido militar en Ucrania». Y un último argumento que suena más a desiderátum: «Hay que convencer a Putin de que una solución militar no tiene cabida en Europa».

Inmigración y «equilibrio»

Los legados encajan las críticas al último acuerdo europeo sobre inmigración, que triplica los fondos para evitar la lacra de las muertes en el Mediterráneo , visto desde algunos sectores en España e Italia como insuficiente, pero aclaran que el problema es «más complejo y diverso». El embajador alemán precisa: «Hay distintos problemas y ahora sólo seis países acogen el 80% de los refugiados, entre ellos Francia y Alemania. Debemos conseguir un reparto más equilibrado». Lo que para el embajador francés encaja con «la necesidad de trabajar con los países de origen». Y pone como ejemplo a España, que «en Canarias ha logrado terminar con esta tragedia».

Pero, en ese trabajo de acudir a la raíz del problema, se sigue topando con Libia , donde «la ausencia de Estado hace imposible emitir mensajes por la vía política». En su triple vertiente, de conflicto militar, de vivero del terrorismo yihadista y de fuente de inmigrantes que huyen hacia nuestras fronteras, Tempel y Bonnafont coinciden en que la Unión Europea debe abordar el asunto al máximo nivel como «problema grave» que es y que, para el embajador francés, precisa de «una determinante respuesta de seguridad, como se está intentando hacer».

La cuestión terrorista, que no sólo encuentra a Libia como foco de conflicto, supone para los dos entrevistados uno de los asuntos de consenso más sólido en Europa. Procede de lo que el diplomático francés llama «fuerte movimiento», originado a raíz del atentado contra los integrantes de la revista «Charlie Hebdo» en París:«La primera que tomó la decisión de estar en la manifestación fue la canciller Merkel, a la que se sumó también la presencia de muchos políticos españoles». Para el embajador alemán, la colaboración europea contra el terrorismo yihadista es «intensa», y lo es particularmente entre países como Francia, Alemania, Bélgica y España, los más afectados últimamente por esta amenaza global.

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