Karl Marx, preso en Río por tráfico de drogas
Un homónimo del filósofo alemán pero con principios totalmente opuestos
Karl Marx está preso en Río de Janeiro por tráfico de drogas, abandonó los estudios universitarios hace tiempo y deja muy claro que, a pesar del nombre, es un «capitalista». El joven Karl Max Azevedo Wiborg, de 23 años, no tiene nada en común con su homónimo filósofo alemán que inspiró a sus padres a la hora de bautizarlo. De vendedor de tiendas en centros comerciales de Río, el joven carioca se convirtió en cuatro años en uno de los principales distribuidores de esteroides y anabolizantes de la ciudad, según comentaron a la policía algunos conocidos, que además elogiaron su «tino comercial».
A no ser por el nombre, el capitalista Karl Max no tiene nada que ver con el filósofo inspirador del comunismo. Atlético, apuesto, vanidoso, y frecuentador de gimnasios, Karl Max fue preso por importar y vender anabolizantes, cápsulas termogénicas para quemar grasas, pastillas contra la impotencia sexual y drogas sintéticas, como LSD. Sus principales compradores eran frecuentadores de caros gimnasios de la lujosa Zona Sur de Río a los que contactaba a través de redes sociales.
«A pesar del nombre, soy capitalista», dijo el narcotraficante que vestía una camiseta de la marca Nike y que fue preso con cerca de 20 mil euros en ‘productos’. Detenido por agentes de la Comisaría de Combate a las Drogas, de Río, Max será juzgado por tráfico de drogas y crímenes contra la salud, cuyas penas pueden llegar a 15 años de reclusão.
Karl Marx era estudiante de pedagogía de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ), una de las escuelas públicas más importantes de Brasil, pero abandonó los estudios para dedicarse al narcotráfico. La prisión sorprendió a sus padres, que son arquitectos, y a quienes engañaba contándoles que era un pequeño empresario del ramo de suplementos alimenticios. Según la policía, la madre del muchacho recibió la noticia en estado de choque.
«Que los padres estén atentos a la prosperidad financiera sin explicación de los jóvenes. Normalmente eso es sinónimo de actividades ilícitas, cuyas consecuencias son gravísimas. Lamento que un joven con todas las oportunidades eche su vida a la basura traficando drogas», declaró al diario Extra, el comisario Antenor Lopes, que detuvo al joven y lo investigaba hace un mes.
El traficante vivía con sus padres en Flamengo, un tradicional barrio de clase media alta de Rio de Janeiro, y fue preso en Rocha, en la Zona Norte, un área más humilde de la ciudad, donde alquilaba un pequeño piso que le servía de almacén. La policía encontró más material en la casa de los distraídos padres.