Indonesia ignora las presiones y fusila a siete presos extranjeros
Yakarta desoye los pedidos mundiales de clemencia y consuma la ejecución de los reos condenados por narcotráfico
Tras haber ignorado las fuertes presiones diplomáticas de países como Brasil y Australia, las autoridades de Indonesia consumaron esta madrugada (hora indonesia) el fusilamiento de siete presos extranjeros condenados a la pena de muerte por cargos de narcotráfico. Un brasileño, dos australianos, tres nigerianos y un ghanés, además de un indonesio, fueron ejecutados luego de la medianoche local, pese a los numerosos pedidos de clemencia e indulto realizados por gobiernos, embajadas, abogados y organismos internacionales defensores de los derechos humanos.
La ejecución se organizó según el riguroso procedimiento fijado por el gobierno de Yakarta, que ha reanudado las ejecuciones en 2013 después de cinco años de tregua, y que tiene a otros 133 presos en el corredor de la muerte. Tras haber pasado sus últimas horas en celdas de aislamiento, los reos fueron rematados en un espacio abierto de la prisión de máxima seguridad de la isla de Nusakambangan. Sólo tres de los rifles de los pelotones de fusilamiento se cargaron con balas reales, para evitar que se supiera qué oficial disparó el tiro mortal.Los condenados fueron atados de pies y manos y se les dio a elegir si preferían recibir el disparo sentados, de pie o arrodillados, y si deseaban o no una venda en los ojos. Después de que expresaran sus últimos deseos, el comandante del pelotón les dibujó una marca negra en sus corazones. A continuación, dio la seña final con su espada, y los ejecutores dispararon.
La decisión de Yakarta ha despertado un fuerte repudio internacional e incluso ha motivado el rechazo del secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, y de mandatarios como la presidenta brasileña, Dilma Rousseff, y el primer ministro australiano,Tony Abbott Sin embargo, la severidad de la condena goza de un fuerte respaldo interno:una encuesta nacional publicada el mes pasado por Indo Barometer reveló que el 84% de los indonesios apoya la pena capital en casos de narcotráfico, un delito con el que el presidente del país, Joko Widodo, se ha mostrado implacable.
Entre los presos extranjeros, el caso más polémico ha sido el del brasileño Ricardo Gularte, condenado por la posesión de seis kilos de cocaína, y cuya familia ha demostrado que padecía esquizofrenia. Según su abogado, Gularte murió sin siquiera comprender que iba a ser fusilado. Otra de las condenadas, la filipina Mary Jane Veloso, recibió un indulto a último momento. Sus abogados argumentaron que Veloso fue víctima de una red criminal que le ofreció trabajo a cambio de traficar drogas. Según informa el «Yakarta Post», el testimonio de una mujer que se entregó a la policía y confesó haberla reclutado fue clave para salvar su vida.
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