El Estado Islámico reactiva el frente de Al Anbar y los civiles huyen de Ramadi
La derrota sufrida en Tikrit no ha frenado las ansias de expansión de los terroristas
Tras la derrota sufrida en Tikrit , el grupo yihadista Estado Islámico (EI) reactiva la lucha en la provincia de Al Anbar y amenaza Ramadi, capital provincial situada a apenas cien kilómetros al oeste de Bagdad de donde los civiles comienzan a huir ante la intensidad de los combates.
En las últimas 24 horas los yihadistas han logrado hacerse con Albu-Ghanim, donde habrían ejecutado a decenas de civiles según la agencia iraquí Ain, Albu Sodeh, y Albo Mahal, al este de la provincia, y avanzan hacia la capital por lo que las autoridades locales pidieron «de forma urgente» bombardeos de la coalición que lidera Estados Unidos y refuerzos militares.
A diferencia de Tikrit, donde la primera línea de combate la formaron las milicias de voluntarios chiíes, en Ramadi la lucha corre a cargo de las fuerzas de seguridad y tribus leales a Bagdad, lo que queda del ‘sahwa’ o ‘consejos del despertar’ impulsados por EEUU en 2006 y que vuelven a resultar decisivos para frenar al extremismo. Las autoridades prometieron el envío de refuerzos «en cuestión de horas».
Al Anbar es una zona clave para los intereses del grupo radical que trata de establecer un califato desde Faluya, sesenta kilómetros al oeste de Bagdad, hasta Alepo, la segunda ciudad más importante de Siria, con el que hacer contrapeso a los gobiernos en manos chiíes de Bagdad y Damasco. Para el EI no hay fronteras y, si en 2003 el objetivo eran las fuerzas estadounidenses, ahora el objetivo común a ambos lados de la línea divisoria son las autoridades chiíes a las que acusan de estar al servicio de Irán.
Pieza clave
Esta provincia fronteriza con Siria vuelve a convertirse en una pieza clave para la población suní del país. En 2004 las fuerzas estadounidenses intentaron tomar por la fuerza Faluya, al segunda ciudad más importante de la provincia, y no lograron doblegar a los insurgentes locales que, con la ayuda de yihadistas de Al Qaida (AQ), hicieron de Al Anbar el lugar donde más bajas sufrieron las fuerzas invasoras.
En 2006 el general David Petraeus logró convencer a los insurgentes iraquíes de la necesidad de hacer frente a AQ y, a cambio de un sueldo, cambiaron de bando. Los ‘consejos del despertar’ llegaron a tener más de 100.000 milicianos, pero tras la retirada americana el entonces primer ministro Nuri Al Maliki nunca confió en ellos y apenas empleó a 17.000 en unas fuerzas de seguridad de marcado carácter chií. Ahora Bagdad vuelve a apelar a las tribus suníes para impedir el avance del EI desde el oeste hacia Bagdad.
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