elecciones en el reino unido 2015
Farage promete una «revolución de impuestos bajos» y cinco años sin inmigrantes
Nick Clegg se ofrece como bisagra para formar un gobierno de centro «justo, tolerante y decente»
Una vez presentados los programas de conservadores y laboristas, los dos partidos con posibilidades de situar a sus candidatos en el Número 10 de Downing Street, ha llegado la hora de los manifiestos de las formaciones bisagra, el populista de derechas UKIP y el Partido Liberal Demócrata, que ha gobernado en coalición con los tories durante los últimos cinco años.
Nigel Farage, el extrovertido líder de UKIP, cuenta con la ventaja de que como no va a gobernar puede decir lo que le da la gana, sea o no utópico. Así, ha prometido «una revolución de los impuestos bajos», inyectar 3.000 millones de libras más en el Servicio Nacional de Salud (aquí los tories le ganan de largo, pues prometen 8.000) y reservar un 2% del presupuesto nacional a defensa.
Los conservadores le han respondido que con todo lo que propone las cuentas no salen y que generaría un «agujero de 37.000 millones de libras». Pero lo cierto es que algunas de las cosas que promete Farage fueron propuestas también por Cameron en su manifiesto del martes , como eliminar el impuesto de sucesiones en viviendas, dejar exentos de impuestos a los trabajadores que cobran la renta mínima y elevar el listón salarial a partir del cual se empieza a pagar al fisco el 40%. Farage ha replicado que su propuesta es «radical, pero asumible».
Aband0nar la UE ya
Donde UKIP desborda a los conservadores es en sus ideas radicales contra Europa y contra los inmigrantes, asuntos que constituyen su controvertida divisa. Farage quiere prohibir durante cinco años la entrada en el Reino Unido de inmigrantes no cualificados, que son casi todos. Además sostiene que hay que dejar la UE ya. Cameron ha prometido un referéndum sobre la continuidad en Europa en el 2017, pero a UKIP no le vale y lo exige cuanto antes. «La única manera de poder controlar en serio nuestras fronteras es dejar la Unión Europea», afirmó Farage.
UKIP se ha convertido en un grano en salva sea la parte para las aspiraciones de Cameron, a pesar de que la formación eurófoba está perdiendo algo de fuelle y pese a lo estrafalario de su líder, el hombre de la pinta, el cigarro y las corbatas imposibles, un tipo que reconoce él mismo que «yo no tengo madera de primer ministro». Ahora mismo, el resumen de sondeos de la BBC le concede a UKIP un 14% de los votos, mientras que conservadores y laboristas marchan empatados con el 34%. Dado que la mayoría de los votantes que harán crecer a Farage proceden del mundo conservador, la aritmética explica a las claras cual es el problema que ha alejado a Cameron de la mayoría absoluta.
De todas formas, llegada la hora de la verdad, si tiene que ser el fiel de la balanza Farage ha dejado ver varias veces que se inclinará por Cameron y se plantará frente a Miliband . Hace unos días el líder de UKIP incluso llegó a pedir a sus seguidores que en las circunscripciones donde su partido no tiene ninguna posibilidad de ganar practiquen el voto útil y apoyen a los tories. Cabe recordar que en el sistema electoral británico el que gana se lo lleva todo, de cada circunscripción sale un diputado, no como en el modelo español.
Clegg, víctima de la coalición
Menos boyante todavía que Farage anda Nick Clegg, el líder del Partido Liberal Demócrata, casado con una española, de quien se dice que va a sudar hasta para mantener su propio escaño. El resumen de sondeos le otorga un 9% de los votos, cinco puntos menos que a UKIP. Clegg paga un efecto clásico en política: las coaliciones suelen debilitar al partido minoritario. Aunque ha sostenido de un modo cabal al Gobierno en los últimos cinco años, su formación ha pasado a ser vista como un apéndice de los tories, imagen que intenta desmontar tardíamente en campaña, sin demasiado éxito.
En la presentación de su manifiesto, Clegg puso en valor sin complejos su condición de partido bisagra. Hizo ver que dado que no se espera que conservadores o laboristas puedan lograr la mayoría absoluta, o ni siquiera estar cerca de ella, la elección es «entre Salmond, Farage y yo».
A su análisis no le falta verdad. Los laboristas tendrían que recurrir seguramente al apoyo de Salmond y su Partido Nacionalista de Escocia, que ya ha dicho que si Cameron no tiene mayoría impedirá que gobierne. Es una alianza de riesgo, pero la única que se vislumbra en el horizonte laborista. Miliband ha descartado un pacto de Gobierno con el SNP, pero no se ha atrevido a rechazar acuerdos puntuales con ellos para sostenerse. En cuanto a los conservadores, en efecto el apoyo de Farage es una de las posibilidades con las que cuentan, amén de los unionistas norirlandeses o tal vez de nuevo el propio Clegg.
El líder Liberal Demócrata se vende como quien puede «añadir corazón a un Gobierno conservador y cabeza a uno laborista». Es decir, se sitúa en el escaparate a ver quién da más. Según Clegg, «unos pocos centenares de votos pueden marcar la diferencia entre tener un Gobierno justo, tolerante, decente y en el centro o uno construido sobre el agravio con UKIP o el SNP».
Los Liberal Demócratas han hecho hincapié en su manifiesto en la educación y prometen 2.500 millones de libras más de inversión en ella.
Noticias relacionadas