Más de 7.000 desplazados por la violencia xenófoba en Sudáfrica
El alcalde de Durban, la ciudad más afectada por los disturbios, convoca una marcha por la paz tras los enfrentamientos entre ciudadanos sudafricanos y extranjeros en el centro de la ciudad

Los extranjeros que se han visto obligados a abandonar sus casas en el área metropolitana de Durban, tercera ciudad de Sudáfrica, debido a la ola de ataques xenófobos supera ya las 7.000 personas, según ha informado la organización de ayuda humanitaria Gift of the Givers. Los desplazados han sido alojados en tiendas de campaña en tres campos provisionales donde se les ha facilitado comida, mantas y enseres higiénicos y sanitarios.
La organización llevó a cabo este martes por la noche más traslados desde los townships –antiguos guetos negros- de familias extranjeras que prefirieron abandonar sus negocios y residencias antes de ser víctimas de los ataques y saqueos de la población local, que comenzaron hace dos semanas y que se han cobrado ya al menos media docena de víctimas.
El centro de la ciudad de Durban se vio paralizado durante toda la jornada del martes por los enfrentamientos entre sudafricanos y grupos de inmigrantes, que se saldaron con 48 detenidos y requirieron la intervención de la Policía con balas de goma, gases lacrimógenos y cañones de agua.
La población local se ha instalado en el saqueo y el pillaje desde que el rey zulú Goodwill Zwelithini, máximo líder tribal de la etnia mayoritaria de Sudáfrica, reclamara la expulsión de los extranjeros ilegales que en su opinión les usurpan los empleos y los negocios y son responsables de las altas tasas de criminalidad.
Pese a sus mensajes oficiales de condena, el Gobierno sudafricano no ha sido aún capaz de controlar la situación ni ha logrado que el rey Zwelithini haga un llamamiento a sus seguidores para que pongan fin a la situación. Al contrario, el ministro de Policía, Nathi Nhleko, quitó importancia a las declaraciones del líder tribal. «Si estás en un país de forma ilegal, debes ser deportado. Eso es lo que dijo el rey. No sé por qué se le dio la vuelta a todo esto», aseguró Nhleko en rueda de prensa.
El Ejecutivo tampoco ha logrado desautorizar los comentarios de otras personas prominentes como el propio hijo del presidente de Sudáfrica, Jacob Zuma , que el martes dijo comprender la actitud de sus conciudadanos. «La gente piensa que soy xenófobo, pero solo estoy tratando de mostrar el problema», afirmó Edward Zuma.
«Todos los que están de manera ilegal en este país deben marcharse. No culpo (a los sudafricanos) por estar furiosos. No voy a dejar de decir la verdad. El Gobierno debe dejar de huir y afrontar este problema, porque esta gente (después de los disturbios) acabará volviendo a sus residencias y solo habremos malgastado dinero del contribuyente».
El alcalde de Durban, James Nxumalo, y el presidente provincial, Senzo Mchunu, han convocado este jueves una marcha por la paz para poner fin a la oleada xenófoba a la que se espera que acudan unas 10.000 personas, además de líderes tribales, comunitarios y religiosos y representantes de asociaciones de inmigrantes y refugiados.
Zuma ordena «proteger todas las vidas»
El presidente Jacob Zuma señaló a su gabinete que en estos momentos la prioridad es «proteger todas vidas», según afirmó el ministro del Interior, Malusi Gigaba. La oleada xenófoba está afectando la imagen de Sudáfrica en el resto de África y ha desencadenado una crisis diplomática, que se ha reflejado en el malestar de los embajadores de diversos países del continente por la incapacidad del Gobierno de defender a sus compatriotas.
Gigaba ha asegurado que el Gobierno trabaja, junto a representantes de las embajadas de los inmigrantes afectados, en la repatriación de aquellas víctimas que deseen regresar a sus países. Malaui y Somalia ya han comenzado a enviar a casa a algunos de sus ciudadanos, según la prensa sudafricana.
Sudáfrica, un país que tradicionalmente ha acogido a numerosos refugiados, es la residencia de centenares de miles de ciudadanos de Somalia, Congo, Pakistán, Zimbabue y otros lugares castigados por los conflictos bélicos, políticos o religiosos, pero es también el destino de inmigrantes que se instalan en la economía más avanzada de África en busca de un futuro mejor.
La ola de ataques xenófobos más grave registrada en Sudáfrica en los últimos años ocurrió en 2008, cuando una serie de disturbios en los townships del área de Johannesburgo y Pretoria se saldaron con más de cincuenta muertos y diez mil desplazados.
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