Certeza demócrata, incertidumbre republicana
Pocos dudan de que Hillary será la candidata del partido democráta, aunque el ala progresista plantea otros referentes, frente al puzzle de posibles candidatos de los republicanos
Cuando Hillary Clinton perdió las primarias demócratas ante Barack Obama, y tras un corto periodo de asimilación de la derrota, todos entendieron que su tiempo no había acabado. La esperaban para 2012 o 2016, cuando los acontecimientos determinasen el fin de ciclo del primer presidente afroamericano de la historia de Estados Unidos.
Cuando Obama la rescató como Secretaria de Estado la estaba brindando además la oportunidad de forjarse un perfil de gestión del que ésta carecía. Ser la cara visible de la política exterior de la primera potencia del mundo a fuerza tiene que curtir.
Cuando Clinton decidió no acompañar a Obama en su segundo mandato todos entendieron que se retiraba para preparar su candidatura. Tal vez para no comprometerse con una gestión que despertaba ciertas dudas.
Bajo su mando como responsable de la política exterior EEUU acabó con Osama Bin Laden. Una victoria que sin embargo no ha significado una derrota del terror. Pero sí un triunfo para la Administración Obama. La realidad es caprichosa, porque los mayores éxitos en política exterior los ha conseguido Obama recientemente , en su segundo mandato, y ya con John Kerry como rostro de la diplomacia norteamericana. Vease Irán o Cuba.
Pero sea como fuere, Clinton se forjó un perfil de estadista. Una construcción que no había descuidado como senadora por Nueva York. Ni siquiera como primera dama, dotando de bastante contenido a un puesto que se reserva para cuestiones benéficas y de carácter solidario. Unas tareas de representación pero con escaso peso político. Sin embargo no fue ese su caso. Bill Clinton la puso al frente de un comité para reformar la Sanidad, que se topó con el rechazo del Congreso, y también trabajo en proyectos relacionados con la educación.
Mientras en el partido Republicano el puzzle de candidatos posibles y candidatos ya confirmados es muy ámplio y complejo, en el partido Demócrata se trabaja desde hace tiempo con la certeza de que Hillary Clinton será su candidata en 2016. Trabajar entre comillas, pues en Estados Unidos los partidos no funcionan con las estructuras que nos son comunes en Europa.
Una realidad bien asumida por la mayoría, pero no por todos. Aunque aquellos proyectos en Educación y Sanidad que encabezó como primera dama la labraron un perfil progresista, la crisis económica ha establecido otras prioridades. Y a los Clinton se les considera demasiado apegados al establishment de Wall Street.
Aunque todas las encuestas parecen coincidir en que Hillary vencería a cualquier candidato republicano en las presidenciales, el ala más progresista del partido no quiere dejar de influir. Y es en ese contexto en el que aparece el nombre de Elizabeth Warren o con menor medida el del Martin O'Malley.
Clinton ha anunciado hoy lo que todos daban por hecho desde hace siete años. Salvo sorpresa será la candidata. Una certeza tan clara que puede tener un doble efecto: por un lado evitar conflictos y centrarse en las elecciones. Pero por otro, verse desplazados del debate público en favor de los republicanos cuando estos se encuentren inmersos en su proceso de primarias.