Reino Unido
La ministra del Interior británica quiere acabar con el salafismo en mezquitas y escuelas
Theresa May promete que si los conservadores ganan los comicios prohibirán los crímenes de honor y a los predicadores del odio
La ministra del Interior británica Theresa May, a quienes algunos vez luchando por la jefatura del Partido Conservador si Cameron fracasa en las elecciones de mayo, ha lanzado un duro discurso contra el radicalismo islamista que ha ido anidando en la sociedad británica. May prometió que si su partido gana las elecciones acometerá reformas legales para prohibir a los llamados «predicadores del odio» que actúan en las mezquitas británicas y para limpiar las escuelas y universidades de apologistas del salafismo.
La oposición laborista ha dicho que media «un gran salto entre sus palabras y sus hechos». Las medidas tienen sin duda también un componente electoralista, a las puertas de los comicios del 7 de mayo. Y es que ya se han escuchado varios discursos similares que no concluyeron con acciones concretas. Sin embargo la situación ahora es diferente, porque la opinión pública está especialmente sensibilizada con el problema tras saberse que 600 jóvenes británicos han viajado a Siria e Irak para unirse a la barbarie de Estado Islámico, o que un centenar de mujeres, algunas todavía adolescentes, se han convertido en las llamadas «novias de la yihad».
El detonante del mayor escándalo ha sido saber que Yihadi John, el asesino de los vídeos de Estado Islámico, era Mohamed Emwazi , un joven londinense que completó una licenciatura de informática en la Universidad de Westminster. En ese centro el 70% de los alumnos son musulmanes y solo ahora se ha reparado que las conferencias y actos de corte salafista estaban al orden del día. Además, ha trascendido también que en colegios públicos de Birmingham organizaciones coránicas llevaban una agenda oculta de radicalización, suprimiendo asignaturas como música y arte, por ser demasiado occidentales, y separando a niños y niñas. May se refirió a esos hechos hablando de que en esas escuelas había «un caballo de Troya».
La ministra anunció un plan contra la radicalización en escuelas y universidades, una reforma legal para acabar con los crímenes de honor, las ablaciones genitales y los matrimonios forzados y la instrucción en las cárceles de funcionarios especializados en la lucha contra el proselitismo islamista. Además se llevaría a cabo una campaña de promoción de los valores británicos y fondos que hoy se destinan a traducciones se dedicarán a la enseñanza del idioma inglés.
«No toleraremos a extremistas islámicos que rechazan nuestros valores», recalcó May , que recordó que todo ciudadano británico tiene «derechos, pero también deberes». La ministra quiere poner también en cuarentena la «sharia», la estricta ley de un rigorismo medieval que rige de hecho en algunas comunidades, asociaciones y hasta empresas. La aplican tribunales coránicos yMay duda mucho de quese ajuste a las leyes británicas.
Pero la batalla será dura. Baste ver la reacción del grupo de pensamiento MuslimForum. Su líder, Manzoor Moghal, declaró al momento a la BBC que las propuestas de la ministra van contra la libertad de expresión. «Podríamos despertarnos en un Estado policial», advirtió. A su juicio la «sharia» no contradice las leyes islámicas «y los tribunales que la aplican se subordinan en todo momento a ellas». De todas formas algo va mal cuando en un país imperan dos sistemas de justicia en paralelo.
May anuncia una lista negra de asociaciones e individuos relacionados con el radicalismo, para que el Gobierno y el sector asociativo les hagan el vacío.
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