Una Rousseff acorralada por la corrupción moviliza a sus bases

Miles de sindicalistas de la Central Única de Trabajadores (CUT), campesinos del Movimiento Sin Tierra, universitarios y otros grupos sociales que han sido siempre la base de apoyo al oficialista Partido de los Trabajadores (PT) de la presidenta Dilma Rousseff, salieron esta noche a las calles de doce estados brasileños para intentar contrarrestar las manifestaciones que los grupos de oposición organizarán el próximo domingo contra el Gobierno.

Los actos, que en algunas ciudades han congregado a varios miles de personas, partieron de la sede de Petrobras , la compañía estatal petrolera que está en el ojo del huracán por una serie de denuncias de corrupción que han sacudido al Gobierno y que afectarían a más de 50 parlamentarios de todos los partidos. Las manifestantes quieren apoyar a la petrolera, que es la mayor empresa del país y todo un sostén del sistema. Vestidos de rojo, color del PT, la mayoría de los manifestantes portaban mensajes en defensa del Gobierno, contra los partidos que piden la destitución de Dilma Rousseff , y en respuesta a la cacerolada con la que millones de brasileños respondieron el pasado domingo al discurso televisivo de la presidenta.

«Cacerolazo de quien tiene las ollas llenas es una payasada», decía el cartel de una manifestante. «Derrotados en las urnas atacan la democracia», destacaba otra pancarta, recordando que Rousseff lleva menos de tres meses en su segunda legislatura. «Si la burguesía trata de dar un golpe, tenemos que asumir el compromiso de ocupar las plazas, acampar, hacer vigilias», dijo el líder del Movimiento Sin Tierra (MST) Pedro Stédile, pidiendo que se respete la democracia y que se defienda el petróleo brasileño.

Pero los partidarios de Rousseff pedían también una reforma política y que la presidenta no implemente las reformas económicas que afectarán a los derechos laborales. Stédile, por ejemplo, pidió una mayor reforma agraria y criticó los recortes presupuestarios que Rousseff está planeando en las áreas de educación y salud. «La presidenta está aislada. Todo el mundo parece de la oposición», dice el analista Francisco Petros, de la Fundación Getúlio Vargas. Según el diario «O Globo» , el jefe de gabinete del Gobierno Rousseff, Miguel Rossetto, se reunió esta semana con dirigentes de la CUT para pedirles que suspendiesen las marchas, y evitar un efecto rebote que lleve mañana domingo más manifestantes de la oposición a las calles de las principales ciudades brasileñas.

La marcha de los sindicatos partió de las sedes de Petrobras en doce estados. En Sao Paulo, donde la sede está en la Avenida Paulista, principal arteria de la ciudad, la manifestación salió en dirección al centro. En ese mismo punto se esperaba la llegada del grupo «Revoltados Online» (Enojados en línea), que piden la destitución de Rousseff. La Policía intentó mediar entre ambos grupos para evitar que salgan a la misma hora y que se produzcan enfrentamientos.

Para este domingo se esperan grandes manifestaciones organizadas por grupos de oposición informales a través de las redes sociales, que piden, en algunos casos, la apertura de un proceso de destitución de Rousseff, y en otros una intervención militar. El opositor Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) se ha mantenido al margen de esos movimientos que, en su vertiente más radical, piden la vuelta de los militares. No obstante, el excandidato presidencial del PSDB, Aecio Neves, que fue derrotado por Rousseff por un pequeño margen, afirmó que quizás aparezca en las protestas del domingo. La tensión llevó al dólar a su mayor valor desde 2004, llegando a 3,23 reales este viernes.