Simone Gbagbo, la «dama de sangre» marfileña

Su condena a veinte años de cárcel por un tribunal de Costa de Marfil comienza a cerrar las heridas de uno de los episodios más trágicos del país africano

Simone Gbagbo, la «dama de sangre» marfileña afp

EDUARDO S. MOLANO

Primeras horas de la tarde del 11 de abril de 2011. Convertidos en ferias de circo improvisadas, el exmandatario Laurent Gbagbo y su mujer, Simone, son fotografiados en ráfaga tras su detención en el Hotel du Golf de Abiyán, Costa de Marfil, donde habían encontrado refugio.

Entre sudor y mangas de camisa, la estampa pone fin a una crisis que se había iniciado el 28 de noviembre del año anterior, cuando Gbagbo fue proclamado vencedor de las elecciones presidenciales por el Consejo constitucional, con el 51,45% de los votos. Sin embargo, el dictamen del organismo (afín al ex mandatario) no fue reconocido por la comunidad internacional, que otorgó la victoria a su rival político, Alassane Ouattara. Entonces, simpatizantes de uno y otro candidato se echaron a las calles en busca de justicia privada. La ola de violencia se cobró la vida de al menos 3.000 personas.

Casi cuatro años después de estos hechos y mientras Laurent Gbagbo espera su juicio ante el Tribunal Penal de la Haya por crímenes de lesa humanidad, este martes, la exprimera dama marfileña escuchaba impávida su sentencia a veinte años de cárcel por su implicación directa en los crímenes . «Me avergüenzo de la justicia marfileña», aseguró su abogado, Rodrigue Dadjé, quien añadió que se trataba de una decisión puramente política.

Lo cierto es que la virulencia en los actos parece ser seña común en la pareja. Durante los años más duros de la guerra civil, la primera dama marfileña subvencionó de forma directa a los «Jóvenes Patriotas», un movimiento nacionalista que realizó diversos ataques contra intereses franceses en 2004. «Los jóvenes no bajan a la calle por mis órdenes  -argüía la primera dama en 2007-, pero estoy muy orgullosa de lo que hicieron». Una historia de venganza que viene de lejos: «Estuve seis meses en prisión. Fui golpeada, violada y dada casi por muerta. Después de todas estas pruebas, es normal que nadie juegue conmigo. Tengo el temperamento de un ministro», aseguraba Simone en una entrevista concedida en el año 2001.

Curiosamente, en un golpe del destino, su detención se produjo de la mano de la misión de la ONU en ese país africano (Onuci), mientras el Ejército francés atacaba posiciones controladas por tropas leales a su marido.

No obstante, con este ataque, los «cascos azules» (que en conformidad al mandato del Consejo de Seguridad tenían que permanecer neutrales) perdieron su condición de fuerza militar imparcial.

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