Dos jóvenes alemanes recibirán tres bastonazos por hacer pintadas en el metro de Singapur
El castigo conocido como caning fue introducido por el Reino Unido en Singapur y las colonias de Malasia y Brunei en el siglo XIX y, a pesar de la presión internacional, sigue vigente
La condena a los alemanes Andreas Von Knorre, de 22 años, y Elton Hinz, de 21, a nueve meses de cárcel y tres bastonazos por haber realizado pintadas en un vagón del metro de Singapur durante la madrugada del pasado 8 de noviembre, causando daños valorados en más de 10.000 euros, ha provocado nuevamente la repulsa de organizaciones de derechos humanos y del gobierno alemán.
El castigo conocido como caning fue introducido por el Reino Unido enSingapur y las colonias de Malasia y Brunei en el siglo XIX y, a pesar de la presión internacional, sigue vigente en estos países. Sus efectos son tan dolorosos que un médico se encarga de comprobar el estado de salud del preso antes y durante el proceso y las cicatrices quedarán en el cuerpo para el resto de sus días. Tan solo dos occidentales, el joven estadounidense, Michael P. Fay, que fue condenado a cuatro bastonazos en 1994, y el suizo Oliver Fricker, a tres en 2010, lo han sufrido en los últimos tiempos, aunque, según datos del Departamento de Estado norteamericano, cada año más de mil extranjeros de origen asiático son sentenciados a esta pena por inmigración ilegal en el país.
Los bastonazos se realizan con una caña de ratán de 1,2 metros de largo y de 1.3 centímetros de diámetro, que se humedece durante la noche anterior para que sea más flexible, y se aplican en más de 40 delitos, entre los que se encuentran violación, robo, posesión de armas, vandalismo y tráfico de drogas, siempre y cuando el delincuente no haya sido condenado a la pena capital. Solo pueden ser golpeados con el bastón los varones de 18 a 50 años, aunque existen varas más finas para delincuentes juveniles o reclutas e, incluso, para estudiantes en colegios públicos.
Singapur, uno de los países con más renta per capita del mundo, es reconocido por la severidad de sus condenas, algo que preocupa a los miles de expatriados que trabajan en la isla, cuyos hijos pueden verse marcados física y psicológicamente de por vida por actos que, en otros lugares, apenas reciben castigo. Es por ello que muchas escuelas internacionales organizan reuniones entre padres y abogados para que conozcan a fondo la legislación vigente y los jóvenes eviten cometer actos de gamberrismo o delitos considerados menores en Europa y Estados Unidos.
Conviene recordar una frase del antiguo primer ministro, el «padre de la patria», de Singapur, Lee Kuan Yew, quien durante sus años de estudiante en el Raffles College bajo el colonialismo inglés fue sometido a castigos corporales «Nunca he entendido por qué los educadores occidentales son tan contrarios a los castigos corporales».