dominique strauss-kahn
La erotomanía tumba al ídolo socialista
El expresidente del FMI es juzgado enLille por «proxenetismo agravado»
El proceso de Dominique Strauss-Kahn (DSK) y otras doce personas, acusadas de «proxenetismo agravado», ha demostrado que el libertinaje del «socialismo caviar» y su financiación han sido una versión hipócrita de la prostitución de muladar pagada con dinero sucio. El proceso en curso solo juzga presuntos delitos de proxenetismo , ocurridos en Lille, Bruselas, París y Washington entre 2008 y 2011. Pero los principales inculpados eran cómplices de DSK desde el año 2000, si no desde mucho antes.
Strauss-Kahn era amigo y compañero de dos empresarios, David Roquet y Frabrice Paszkowki —acusados del mismo delito en el mismo proceso—, desde 2003. DSK fundó ese año un «club de reflexión política» llamado «A la izquierda, en Europa». El mismo año, DSK también dirigía la corriente Socialismo y Democracia en el seno del PS. El número dos de esa familia socialista era Jean-Christophe Cambadélis, actual primer secretario del PS, que guarda un silencio sepulcral sobre las revelaciones de la vida sexual prostibularia del antiguo líder carismático de la izquierda caviar francesa.
Strauss-Kahn y sus amigos empresarios se beneficiaron entre 2003 y 2006 de la complicidad de un policía, Jean-Christophe Lagarde, y de un proxeneta profesional, Dominique Alderweireld, alias «Dodo la Saumure». Por esos mismos años, con el apoyo político de François Hollande, DSK comenzó a montar la campaña que debía conducirlo a la presidencia de la República, apoyado por grandes figuras del socialismo, la cultura y el periodismo, como Pierre Moscovici (miembro de la Comisión Europea), Jean-Christophe Cambadélis (líder del PS), Catherine Trautmann (exministra de Cultura), Alain Richard (exministro de Defensa), Claude Évin (exministro de Asuntos Sociales), Jean-Paul Huchon (presidente de la región Isla de Francia) Michel Rocard (ex primer ministro) y Robert Badinter (exministro de Justicia).
Considerado brillante
Por aquellos años (2003–2006), DSK estaba considerado como el economista socialista más brillante de Europa, quien no había dudado en declarar: «Cuando era estudiante decidí que la economía me ofrecería un futuro brillante: o jefe de Estado o premio Nobel». Tan brillantes perspectivas se apoyaban en un liderazgo cultural y político envidiable, como figura emblemática del «socialismo caviar», la versión más liberal y moderna de un «socialismo de nuestro tiempo».
DSK tenía otras armas de ocupación y conquista de la opinión pública. Una bien ganada fama de mujeriego y libertino (que sus amigos políticos comentaban con admiración) y una esposa famosa (la tercera), Anne Sinclair , periodista y millonaria por herencia de obras de arte. Aurélie Filippetti, ex ministra de Cultura, fue la primera en denunciar las agresiones de Strauss-Kahn, «un ligón temible, que no duda en utilizar métodos muy brutales». Entre la élite socialista, nadie deseó escuchar las advertencias de Filippetti.
Con el tiempo, una joven periodista y novelista, Tristane Banon , denunció un intento de violación. Sus acusaciones fueron descartadas con un gesto de desprecio por la élite socialista y periodística. Anne Mansouret, la madre de Banon, consejera regional socialista, denunciaría más tarde la hipocresía cínica de la élite socialista.
Cuando estalló el escándalo Piroska Nagy (octubre 2008), una funcionaria del FMI a la que DSK, presidente de la organización, impuso un sórdido chantaje sexual, la élite del socialismo caviar comenzó denunciando un montaje. Strauss-Kahn pidió perdón a su sufrida esposa y el PS y la prensa siguieron viendo en el personaje la gran esperanza del socialismo francés y europeo.
¿Un montaje de Sarkozy?
Cuando salió a la luz el escándalo del Hotel Sofitel de Nueva York , la esposa de DSK, sus amigos políticos y buena parte de la prensa comenzaron denunciando un montaje político de Sarkozy. Pronto se confirmaría que, en verdad, Strauss-Kahn tuvo un comportamiento de muladar tabernario con una camarera negra.
Poco más tarde, las revelaciones del Hotel Carlton (primavera / otoño 2011) traían la inculpación por delito de proxenetismo agravado. Ese es el proceso que continúa juzgándose ante el Tribunal de Lille. Los interrogatorios de DSK, durante tres días de la segunda semana del proceso, han permitido descubrir qué entiende por «libertinaje» y «veladas libertinas».
En su lengiaje se trata de sodomía con violencia (insensible al llanto de las víctimas pagadas para sufrir «asaltos»), comercio de seres humanos (mujeres que solo son mercancía que se compra, se usa y se tira), «camas redondas» ofrecidas al «líder carismático» a cambio de favores mal conocidos, frecuentación de prostíbulos de la más baja categoría donde las chicas eran ofrecidas como carne de cañón. El Tribunal deberá considerar demostrado que DSK pagó y contribuyó a organizar las orgías montadas en su honor por sus amigos empresarios.
DSK ha repetido que él «no sabía nada» del «estatuto profesional» de las mujeres. Ante el Tribunal, con lágrimas, varias prostitutas se preguntaron cómo podía ignorar su verdadera profesión un hombre que las trataba con tal brutalidad por lupanares tan miserables.
Jean-Chiristophe Lagarde, policía, contratista y beneficiario llegó a confesar, en algún momento, que «el poder podía ser muy atractivo». DSK, en la cúspide del poder financiero mundial, a las puertas, creía, de la jefatura del Estado francés, habría conseguido montar una red prostibularia de baja estofa financiada con dinero negro.
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