guerra en ucrania
Merkel y Hollande acuden a Minsk para forzar un acuerdo de paz
Obama llama a Putin y le insta a que «aproveche esta ocasión» para poner fin a la escalada de violencia
Aunque el presidente ruso, Vladímir Putin, había condicionado la celebración de la cumbre a cuatro bandas de Minsk al éxito de las negociaciones previas, todo indica que la canciller alemana, Angela Merkel, Putin y sus homólogos francés y ucraniano, François Hollande y Piotr Poroshenko, se reunirán este miércoles en la capital bielorrusa. Aunque el tira y afloja propagandístico continuó ayer hasta altas horas de la noche.
La agencia rusa Tass informaba a última hora de ayer de un acuerdo para un alto el fuego en Ucrania por los negociadores del grupo de contacto en Minsk, tras una violenta jornada de enfrentamientos. Apenas dos horas más tare, el propio grupo de contacto, según recogía Reuters, desmentía ese acuerdo de alto el fuego. Lo que sí fue cierto es la conversación telefónica mantenida por Putin y el presidente estadounidense, Barack Obama, de la que ambas partes informaron. En un comunicado, el Kremlin dijo que ambos habían hablado de la necesidad de alcanzar una solución política al conflicto que ponga fin al derramamiento de sangre. Moscú señaló que los dos mandatarios insistieron en salvaguardar los derechos de los habitantes de todas las regiones ucranianas. La Casa Blanca, por su parte, señaló que fue Obama quién llamó por teléfono a Putin, a quién instó a que aceptara el acuerdo de paz: «Debe aprovechar la ocasión», le dijo, mientras subrayaba el apoyo de Washington «a la soberanía y a la integridad territorial de Ucrania».
Con todo, quedan muchos flecos por amarrar y la situación sobre el terreno en el este de Ucrania, en donde ayer se recrudecieron los combates, no parece el mejor contexto para las negociaciones. En lo que sí coinciden casi todas las partes implicadas en este nuevo proceso de paz, iniciado la semana pasada por Merkel y Hollande con sendas visitas a Kiev y Moscú, es en que la cumbre de hoy en Minsk «es la última oportunidad para la paz».
El jefe del Estado galo declaró ayer en el Elíseo que acude a Bielorrusia junto con la canciller germana «con la firme voluntad de lograr la paz». A juicio de Hollande, todos están interesados en el éxito de la cumbre «en primer lugar los ucranianos, para que recuperen la estabilidad manteniendo la integridad territorial, pero también Rusia, para que pueda mantener relaciones conforme a su pasado y futuro común con la Unión Europea». «Todos ganaríamos en el plano económico si se produjera un restablecimiento de los intercambios», interrumpidos por las sanciones, agregó.
Por su parte, el ministro de Exteriores alemán, Frank-Walter Steinmeier, habló por teléfono con sus colegas ruso y ucraniano, Serguéi Lavrov y Pável Klimkin a fin de limar las últimas asperezas. El jefe de la Diplomacia germana informó de que en Minsk estaban ayer reunidos, además de los miembros del Grupo de Contacto (Moscú, Kiev, la OSCE y los separatistas), expertos y responsables ministeriales de los cuatro países que hoy acudirán a la cumbre. Estos contactos en la capital bielorrusa, según las agencias de Moscú, eran «intensos», pero también «difíciles».
Sin embargo, mientras en Minsk se ultimaban los preparativos para la crucial reunión de hoy, en el este de Ucrania las partes contendientes trataban de ganar terreno a fin de estar lo mejor situados posible a la hora de delimitar la línea de separación. Esta cuestión amenaza con malograr los esfuerzos de paz, ya que los rebeldes se niegan a admitir el trazado pactado en septiembre y pretenden que se les reconozcan sus últimas conquistas.
Los insurgentes, según sostuvo Poroshenko en una alocución en la Rada Suprema (Parlamento), atacaron ayer con una treintena de misiles Smierch (tornado) el cuartel general de las tropas ucranianas en la región de Donetsk, situado en el aeródromo de Kramatorsk. Fuentes del Gobierno elevan a 11 el número de muertos durante el ataque, siete civiles y cuatro soldados. Otras 60 personas resultaron heridas. Las explosiones afectaron también a numerosos edificios de esta localidad, que estuvo en poder de los prorrusos entre abril y junio del año pasado.
Las milicias separatistas continuaron ayer su avance también sobre la ciudad de Debáltsevo, al noreste de Donetsk, y aseguraron haber conseguido ya rodear a un importante contingente de tropas ucranianas, unos 8.000 efectivos, algo que Kiev niega. Un comandante ruso apodado «malish» (pequeñín) dijo que ahora, cuando han logrado «arrinconar» a los ucranianos, no les interesa que entre en vigor ninguna tregua. Sus destacamentos ocuparon ayer Novogrigórovka y parte de Kámenki, localidades ambas situadas en las proximidad de Debáltsevo.
Separatistas en Mariúpol
Otro responsable rebelde, Eduard Basurin , afirmó que las unidades separatistas se encuentran en las inmediaciones de la ciudad portuaria de Mariúpol, en el mar de Azov, y están siendo atacadas por el Ejército ucraniano. Bajo el mando directo del jefe del Consejo de Seguridad Nacional y Defensa de Ucrania (SNBO), Alexánder Turchínov, que fue presidente de la Rada y jefe del Estado en funciones, la Guardia Nacional, con apoyo del Ejército, lanzó ayer una ofensiva en el sur de la región de Donetsk. Según Turchínov, sus unidades arrebataron a los prorrusos las poblaciones de Shirókino, Berdiánskoye, Pavlópol, Komintérnovo y Lebedinski. El objetivo de la operación, añadió, persigue reforzar la defensa de Mariúpol .
Merkel se reunió el lunes en Washington con el presidente estadounidense, Barack Obama , en un encuentro que puso de manifiesto que ambos líderes siguen apostando por la vía diplomática, aunque blandiendo la amenaza de aplicar nuevas sanciones contra Moscú, si hoy fracasa la cumbre de Minsk. Por su parte, la Unión Europea decidió posponer hasta el próximo lunes la entrada en vigor del nuevo paquete de sanciones a la espera de ver qué pasa en Bielorrusia.
En cuanto al posible suministro a Ucrania de armas «letales» para defenderse de los separatistas y de sus mentores rusos, Obama admitió que no ha tomado todavía ninguna decisión al respecto, pero no descarta hacerlo si no hay acuerdo en Minsk y la situación sobre el terreno se agrava todavía más. Canadá y el Reino Unido comparten el mismo punto de vista.
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