caso nisman
Stiuso, el espía que sabía demasiado
La fiscal Viviana Feinn,encargada del caso Nisman, le citó esta semana para que cuente todo lo qué sabe. Su abogado exigió que le liberen del secreto de Estado y el Gobierno aceptó
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«El aspecto de un hombre corriente. No tiene nada aparente que le haga especial. Más bien lo contrario, es poco agraciado, normal…Como te diría: feo». La imagen de Antonio, Jaime, Horacio Stiuso, Aldo Stiles o cualquier otro de los nombres que acostumbraba a utilizar, la ofrece una mujer que le conoce de cerca. La descripción física del ex espía que trabajó con todos los presidentes de Argentina, desde el Gobierno de Juan Domingo Perón, viene seguida de un reconocimiento sorprendente. «Cuando te sientas a su lado y empieza a hablar, a los cinco minutos te enamoras. Jaime es malo hasta la médula pero tan, tan inteligente que si te descuidas, terminas rendida a sus pies».
Algo –o mucho- de cierto debe de haber en este cuadro que pinta la mujer sobre Stiuso. De otro modo no se explica que este hombre, de 61 años, fanático de la tecnología y escurridizo como una anguila, haya sobrevivido a todas las guerras internas de los servicios de inteligencia argentinos durante más de 40 años.
Ahora, tras la muerte del fiscal Alberto Nisman –con el que trabajaba codo con codo para esclarecer el atentado a la AMIA-, por primera vez en su vida es víctima del linchamiento público. Todo, gracias a la presidenta de Argentina, la misma que hasta hace unos meses y, en especial cuando Néstor Kirchner vivía, se frotaba las manos con «las carpetas» (informes confidenciales) que el espía le acercaba de sus enemigos y, lo que es más importante, de sus presuntos amigos.
«Os tengo agarrados»
«Néstor le recibió en su despacho y Jaime llegó con un montón de carpetas de políticos y compañeros. Faltaban la suya y la de Cristina», el mensaje, según interpreta la fuente, era claro: «Os tengo agarrados. Las vuestras me las quedo yo». A partir de entonces, junio del 2003, Stiuso, ex director de operaciones de inteligencia, se hizo «uña y mugre», según expresión mexicana, con el presidente.
Fue Kirchner el que le presentó a Nisman y le dijo: «Pibe, Stiuso va a trabajar con vos» en el caso AMIA. La buena sintonía «se fue por el inodoro cuando el Gobierno argentino suscribió el memorándum con Irán», advierte en alusión al epílogo del «plan criminal de impunidad» que Nisman veía con ese tratado forjado por Cristina Fernández, según sus palabras, en «alianza con el terrorismo».
Uno de los trabajos de Stiuso que ahora salen a la luz es el que hizo con el Papa, por entonces Monseñor Jorge Mario Bergoglio. El diputado Gustavo Vera, responsable de la fundación Alameda donde trabajó con Bergoglio, denunció a Jaime Stiuso por, entre otros delitos, enriquecimiento ilícito. «Francisco -asegura- sabía que tenía micrófonos en el Obispado y los teléfonos intervenidos». Bergoglio, por entonces, estaba considerado por el matrimonio Kirchner como «el jefe de la oposición».
La cara de Stiuso, -lo de Jaime era un guiño por James Bond- quedó al descubierto cuando el ex ministro de Justicia, Gustavo Beliz, mostró una foto suya en televisión y le acusó de convertir la Secretaria de Inteligencia en una «Gestapo». Kirchner hizo caso omiso. Beliz dimitió y nunca más encontró trabajo en Argentina.
Purga en Inteligencia
En diciembre la presidenta hizo una purga en la Secretaría de Inteligencia (antigua SIDE). Ese fue el principio del fin de Stiuso que terminó, el 5 de enero, jubilado y lejos de su histórico cuartel general. Cristina Fernández, en una de sus teorías conspirativas para explicar la muerte de Nisman, le colocó entre las bambalinas del suceso que ella misma descartó como suicidio . La viuda de Kirchner le llegó a nombrar con su segundo apellido y por su título universitario: El ingeniero Stiusso de Alfano. El hombre, titular de «una flota de casi cien teléfonos», según confió su abogado, Santiago Blanco Bermúdez, siguió oculto y en silencio pese al «apriete». Sólo salió para solicitar en el juzgado federal de Marcelo Martínez de Giorgi escoltas para una de sus hijas (tres de dos matrimonios).
La fiscal Viviana Feinn, encargada del caso Nisman, le citó esta semana para que cuente todo lo qué sabe. Su abogado exigió que le liberen del secreto de Estado y el Gobierno aceptó. Stiuso hablará. Lo malo para el Gobierno es que, no sabe qué dirá. O, quizás sí.
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