La profesión más peligrosa del mundo: conducir un autobús en Siria
No hay duda del peligro que supone ser soldado, líder político o incluso ciudadano en Siria. Lo que pocos conocen, es el riesgo que conlleva ser conductor de transporte público
De no ser por cinta adhesiva, Mohammed no mantendría el parabrisas de su coche. Los lados de su vehículo se encuentran perforados por múltiples disparos. Ventiladores y lámparas de lectura han sido arrancados para evitar que los pasajeros oculten armas, informa « The Telegraph ».
Las líneas de combate, los choques armados o los secuestros a manos de yihadistas no impiden viajar en transporte público por las ciudades de Siria. Todavía es posible comprar un billete a Aleppo o Raqqa. Mohammed, que no da su apellido por razones evidentes, es conductor de autobús de la ruta que podría ser la más peligrosa del mundo. La mitad occidental de la ciudad está en manos del régimen, el este ocupado por los rebeldes, y alrededor conviven ciudadanos afines al régimen, rebeldes y yihadistas.
El conductor, de cuarenta años, va desde Beirut a Aleppo, en el norte de Siria. Se trata de un viaje, que recorre la parte más devastada del país, sin embargo, no quita que la gente quiera ir a visitar a su familia.
Mohammed tiene diversas secuelas fruto de su profesión. «Estaba en la carretera y de repente, me vi en medio de una batalla con todos los pasajeros a bordo. Abrí la puerta y comencé a correr, pero de poco me sirvió. Una explosión me impactó en la cara y me rompió el brazo», relata el conductor.
Abed, es otro conductor que sufre las consecuencias de su trabajo. «Tengo que cultivar mi barba. Si no lo hiciese, a lo mejor los yihadistas no me dejarían entrar en su área», afirmaba.
El trayecto de Abed es de Beirut a Raqqa, en el noroeste Siria y controlado por los yihadistas.
«Esto es una situación muy difícil. Siempre dejas tu casa y te preguntas, ¿volveré alguna vez?», lamenta Abed, mientras asegura que no tiene escapatoria ya que es la única opción que tiene para dar de comer a su familia.
El último ataque al conductor fue hace menos de tres meses, cuando los milicianos bloquearon el camino y forzaron a todos los pasajeros del coche.
«Pidieron los teléfonos móviles a todo el mundo. Cuando una persona trataba de resistirse disparaban alrededor de sus pies para asustarle. Otras veces directamente les mataban», cuenta el conductor.
Abed y Mohammed aseguran que ya han perdido varios compañeros de profesión. Algunos se encuentran secuestrados y otros fallecieron en el trayecto.
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