Acoso contra la película Leviatán como en los peores años de la URSS

El drama de Zviáguintsev, nominado al Óscar, levanta en Rusia una enconada polémica

Acoso contra la película Leviatán como en los peores años de la URSS Andréi Zviáguintsev Leviathan

rafael m. mañueco

Las sanciones contra Rusia por la anexión de Crimea y su ayuda a los separatistas del este de Ucrania han creado una corriente de opinión antioccidental en el país que el Kremlin no cesa de atizar. Como resultado de ello, todo lo que sea sospechoso de tener apoyo de Estados Unidos o de Europa es anatemizado y perseguido.

Así está sucediendo con la película Leviatán de Andréi Zviáguintsev , contra la que se ha lanzado una campaña de difamación equiparable a la que sufrió Borís Pasternak cuando fue galardonado en 1958 con el Premio Nobel de Literatura por su novela Doctor Zhivago.

Leviatán, un potente alegato contra la arbitrariedad del poder y la corrupción, insertada en la realidad de la Rusia actual, aunque, según Zviáguintsev, lo mismo podría pasar en cualquier otro país del mundo, fue presentada en mayo en el Festival de Cannes, en donde recibió el premio al mejor guión. Entonces, nadie en Rusia levantó la voz contra la filmación, que ha contado con el patrocinio del Ministerio de Cultura ruso en forma de una subvención que ha cubierto el 30% de su coste.

Pero, a medida que las relaciones con Occidente se han ido tensando y después de que Leviatán recibiese este mes en Los Ángeles el Globo de Oro a la mejor película extranjera, los sectores más recalcitrantes del conservadurismo ruso empezaron a poner a Zviáguintsev en su punto de mira. Esta cinta no se ha estrenado todavía en Rusia, pero una copia pirata lleva ya dos semanas circulando.

El colmo ha sido cuando el drama fue nominado al Óscar. El ministro de Cultura ruso, Vladímir Medinski, que en un principio no puso ninguna pega al guión desde el punto de vista profesional y artístico,, aunque admitió que no le entusiasmaba, ahora clama contra él. «No hay ni un solo héroe positivo en esta película », afirmó Medinski en una reciente entrevista al diario Izvestia. Según su opinión, la historia rezuma «desesperación existencial (...) no se representa a los verdaderos rusos».

El ministro cree además que Zviáguintsev ha explotado hasta la exageración y de forma «cínica» todos los tópicos «antirrusos», incluyendo el abuso etílico, para ganarse el favor de Occidente y ganar premios. «¿Qué es lo que quiere, estatuillas doradas y alfombras rojas?», se pregunta Medinski.

El diputado de San Petersburgo, Vitali Milónov, conocido por sus alegatos nacionalistas y homófobos, ha solicitado al Gobierno que obligue al cineasta a devolver el dinero que recibió del Estado para filmar Leviatán.

Pero el que más peligro corre actualmente es el actor y director del Teatro Dramático de Samara, Valeri Grishkó, que interpretó en el filme el papel de arzobispo ortodoxo. Un grupo de diputados locales, cosacos, ultranacionalistas y sacerdotes han suscrito un manifiesto exigiendo que Grishkó pague por "representar una sucia parodia del arzobispado", que en el película aparece como cómplice del corrupto alcalde de una ciudad en el gélido litoral ártico. Los firmantes sostienen que el actor debe ser despedido del teatro y puesto ante la Justicia por haber «ofendido a los creyentes». La versión rusa empezará a verse en el país a partir del 5 de febrero, pero, por imperativo de la censura, sólo después de que se eliminen de su banda sonora todas las palabrotas. Rusia va a toda velocidad hacia el pasado.

Acoso contra la película Leviatán como en los peores años de la URSS

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