Diez millones de griegos acuden a las urnas entre el miedo y la esperanza
La incógnita es si la izquierda radical de Syriza superará los 151 escaños y logra la mayoría absoluta
Cerca de diez millones de griegos están llamados hoy a las urnas en unas elecciones que marcarán el futuro de su país y, probablemente, de toda Europa. Tras tres semanas de campaña electoral, el bipartidismo griego revive con fuerza pero ahora con nuevos actores . Por un lado, los conservadores de Nueva Democracia y los socialistas del Pasok. Frente a ellos, la Coalición de la Izquierda Radical Syriza , cuya pujanza amenaza con dejar irreconocible el mapa político. Los sondeos hasta la noche del viernes mostraban una ventaja de entre 5 y 6 puntos para los radicales frente a los conservadores, seguidos de otros cuatro o cinco partidos. La incógnita reside en si la coalición que lidera Alexis Tsipras conseguirá superar la cifra de 151 escaños y con ellos la mayoría absoluta que la encaramaría automáticamente al poder. A su favor juega el hecho de que el sistema electoral griego otorga cincuenta parlamentarios adicionales a la fuerza más votada.
El hasta ahora primer ministro, Andonis Samarás, ha insistido en la campaña en que gracias a su programa Grecia está saliendo poco a poco de la crisis, la economía comienza a crecer y el paro cae (en octubre se situaba en un 25.8%). Samarás ha asegurado además tener lista una rebaja de impuestos e insistido una y otra vez en que si el país sale de los cauces de los programas de reformas podría asomarse de nuevo al abismo, quebrar y ser expulsado de la zona euro.
Frente a este discurso, el del apuesto Aléxis Tsipras y los suyos, con un mensaje mucho más sencillo y atractivo: cambio, solidaridad, prestaciones sociales inmediatas a los más necesitados –unas 300.000 familias son pobres en Grecia–, menos impuestos y más empleo, empezando por el público. También promete subir el salario mínimo interprofesional y negociar una quita de la deuda, que continúa siendo una losa insostenible. Todo ello, según los planes de Syriza, sin renunciar a formar parte de la Unión Europea ni de la zona euro. Su discurso, a juzgar por las encuestas, se ha impuesto por completo al de conservadores y socialistas y ha persuadido a los votantes de que existe «otra forma» mejor de seguir en Europa y salir de la recesión, lejos de las políticas de austeridad.
La «traición» de Papandreu
Los que han salido políticamente peor parados han sido los socialistas del Pasok, que han pagado con la ruptura en sus propias filas una crisis que se descubrió con ellos en el gobierno y no han podido convencer ni siquiera a su electorado tradicional. El castigo será el de verse relegados a la tercera posición y a una representación parlamentaria residual.
El colofón al vía crucis del socialismo ha sido la «traición» del ex primer ministro, Yorgos Papandreu , que creó hace días un nuevo partido, el Movimiento de los Socialistas Democráticos. Aunque parece que no conseguirá entrar en el Parlamento, ya que para ello debería superar el 3% de votos a nivel nacional, le roba votos al Pasok. Fuera también quedaría el partido de los moderados de la Izquierda Democrática, aliados ahora con los ecologistas.
Por su parte los comunistas del KKE podrían restar más votos a los radicales pero no parecen dispuestos a gobernar con ellos. En ese caso, Syriza se verá obligado a formar una coalición con otro partido de izquierdas. Un socio potencial podría ser otro nuevo partido, El Rio (To Potami), fundado hace menos de un año, de centro izquierda y proeuropeo.
En el extremo ideológico opuesto, los neonazis de Amanecer Dorado aspiran a seguir presentes en el legislativo a pesar de que sus máximos dirigentes se encuentran en la cárcel acusados de pertenecer a una organización criminal y de posesión ilegal de armas. Esto demuestra que una parte del electorado de derechas, muchos militares y policías, castigan a los conservadores de Nueva Democracia y se echan en manos de esta fuerza extremista.
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