IV aniversario de la primavera árabe
Las violaciones a hombres y mujeres, arma de la policía egipcia contra los opositores
Al-Sisi justifica las violaciones de sus fuerzas alegando que Egipto vive actualmente «una situación excepcional» en la que las violaciones de los derechos humanos son ineludibles
La violación, tanto en hombres como en mujeres, está siendo utilizada como un arma por la policía de Egipto, han explicado antiguos detenidos y víctimas de asaltos sexuales al diario The Telegraph. Una denuncia que han extendido también a activistas de derechos humanos, tanto dentro como fuera del país.
Cuando se cumplen cuatro años del comienzo de la Primavera Árabe , y 18 meses de la llegada al poder del gobierno militar presidido por Abdulfattah al-Sisi, se incrementa la presión de las autoridades para contener las decenas de miles de protestas, a traves de arrestos masivos.
Incluso periódicos a favor del régimen han empezado a cuestionar el número de personas -hecho público- que han muerto bajo custodia policial. Así mismo también ha aumentado el número de personas que han denunciado que han sido víctimas de ataques sexuales.
«El policía estaba tan enfadado», relató una mujer -que se hace llamar Amira- al periódico británico en relación a su arresto al participar en una manifestación en apoyo al depuesto presidente de los Hermanos Musulmanes, Mohammed Morsi. «Él me grito: ¿tú quieres actuar como un hombre? Enseñame lo que te convierte en mujer. Y entonces me arrastró a la furgoneta».
Amira asegura que fue asaltada cuando había salido de la universidad tras hacer un examen, y después de intentar interceder en el arresto de otro estudiante.
Repudiada por su familia
La joven recuerda ver entonces a otro policía llorando mientras presenciaba como trascurría el asalto. Amira no recibió ninguna atención médica el tiempo que duró la detención. Y señala que tras él tuvo que buscar ayuda psicológica.
Tras la violación, la joven, como es costumbre en el mundo musulmán cuando una mujer sufre una ofensa de estas características, fue repudiada por su marido y sus amigos. «Lo he perdido todo. Ahora tengo miedo de casi todos los hombres, e incluso a veces de mi hijo de dos años», se lamenta.
La policía egipcia tiene un largo historial de brutalidad, que ayudó a desencadenar la revolución que llevó al derrocamiento del presidente Hosni Mubarak hace ahora cuatro años.
Sin embargo, ese incremento de violencia es nueva. Cárceles de Egipto están a punto de reventar. Desde el derrocamiento de Morsi en el verano de 2013, las nuevas autoridades de Egipto han arrestado a millares de personas opositoras al régimen.
Amnistía Internacional cree que las cifras de asalto y abuso sexual de los hombres y las mujeres que se ha hecho pública no es la real y que puede ser mucho mayor, pues este tipo de incidentes es un tema tabú en la sociedad de este país, por lo que muchas víctimas no los habrían denunciado.
Al-Sisi justifica la violación de derechos
Si bien un portavoz del gobierno egipcio no ha querido entrar a valorar estos datos. Su presidente, Al-Sisi, en declaraciones a una televisión con motivo de la celebración del 63º aniversario del Día de la Policía, que tiene lugar el 25 de enero, reconoció la violación de derechos humanos, e intentó jusficarlos alegando que Egipto vive actualmente «una situación excepcional» en la que estos actos son ineludibles.
Asimismo, restó importancia del derecho a la protesta, dando a entender que las manifestaciones son perjudiciales para el país, que ha sido escenario de innumerables protestas desde la revolución de enero de 2011 que derrocó al exdictador egipcio Hosni Mubarak y posteriormente, la destitución del presidente legítimo egipcio, Mohamad Mursi, en 2013, por parte del exjefe del Ejército, el mismo Al-Sisi.
Y lanzó una advertencia a los opositores: «Tened cuidado cuando exijáis vuestros derechos. Tened cuidado, no nos llevéis a nosotros por el mal camino».
Egipto aprobó una polémica ley en noviembre de 2013 que prohíbe los mítines no autorizados y permite a la policía utilizar la fuerza excesiva para disolver las protestas y detener a los manifestantes. La ley ha recibido duras críticas por organizaciones de derechos humanos nacionales e internacionales que dicen que viola las normas internacionales de protestas pacíficas.
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