Europa se prepara para asimilar los populismos
No se descarta pasar de austeridad y equilibrio presupuestario a asumir la llegada al poder de movimientos populistas
La UE ha comenzado a dar un viraje estratégico esencial que se reflejará de forma espectacular en la esperada decisión del Banco Central Europeo (BCE) para empezar a poner en marcha el mecanismo de compra de deuda. En palabras de un alto funcionario europeo muy próximo al presidente Jean-Claude Juncker, «lo estamos abriendo todo». Y la maniobra significa que no se descarta pasar desde el acento absoluto en la austeridad y el equilibrio presupuestario a asumir la llegada al poder de los movimientos populistas alternativos que han arrinconado a los partidos políticos tradicionales, precisamente en la batalla contra la política de recortes durante toda la crisis.
La decisión del abogado general del Tribunal Europeo de Luxemburgo, que la semana pasada ratificó legalidad de la eventual operación de compra de obligaciones por parte del BCE, ha abierto las compuertas a un proceso que desde las más altas instancias de Bruselas se prevé crucial para el futuro de Europa. El paso previo ha sido el lanzamiento del plan de inversiones diseñado por la Comisión Juncker y el siguiente se espera que será el anuncio de Mario Draghi de que el BCE va a cumplir su promesa de «hacer lo necesario» para salvar al euro, apretando el botón de la máquina de imprimir billetes, el esperado QE (Quantitative easing, o expansión cuantitativa). Y todos ellos preceden a las elecciones generales en Grecia este domingo, donde las encuestas predicen la victoria de Syriza, la versión local de Podemos. La citada fuente europea, que conoce perfectamente la situación en Grecia, admitió que la Comisión no ve con malos ojos la llegada al poder de este partido populista, siempre que acepten claramente el marco europeo. Textualmente consideró que «si el precio de meter a todos esos nuevos partidos en el sistema es dejarles gobernar, estamos dispuestos a aceptarlo».
Se entiende que una de las razones que ha contemplado el BCE en su análisis sobre la fecha para anunciar su intervención es precisamente que no pueda ser considerado como una recompensa al vencedor de las elecciones, algo que en caso de una victoria de Syriza podría tener una lectura demasiado directa. Una renegociación de la deuda es lo que este partido está pidiendo reiteradamente desde hace tiempo. Sin embargo, se sabe que al menos Benoit Couré, el representante francés en el Consejo de Gobierno del BCE y uno de los más fervientes partidarios de que la entidad compre masivamente deuda pública, ya se ha reunido con Alexis Tsipras, el líder de Syriza y probable próximo presidente del Gobierno griego. Según ha confesado, el dirigente del BCE no considera en absoluto «que Tsipras sea un peligro» para la estabilidad de la zona euro. En el seno del BCE hay discrepancias evidentes sobre la actitud concreta que se debe adoptar ante el caso griego –por ejemplo, en discusiones sobre el tema, el luxemburgués Yves Mersch es de los que defienden la ortodoxia sostenida por Alemania y cree que hay que insistir en «que Grecia cumpla sus compromisos»-, pero el Consejo de Gobierno parece compartir la idea de que si los electores deciden enviar a Antonis Samarás a la oposición y a Alexis Tsipras al poder, lo acogerán con normalidad y negociarán con el nuevo Gobierno.
El futuro de Europa
La principal amenaza que perciben las instituciones europeas son los partidos euroescépticos. Syrizase ha dedicado en los últimos meses a moverse hacia posiciones de europeísmo crítico y Tsipras y sus representantes se han dedicado a tranquilizar a líderes de toda Europa para prepararlos ante una eventual llegada al poder. Y se diría que con éxito, puesto que las mencionadas fuentes de la Comisión Europea se declaran convencidas de que cualquiera que sea el resultado, en las elecciones «ganará Europa» y consideran que en estas circunstancias “Grecia puede ser un precursor para la UE” en la transición política.
Pablo Iglesias se mira constantemente en el espejo de Tsipras, pero a diferencia del griego ni ha empezado a tejer una red de contactos exteriores para darse a conocer, ni tiene la experiencia política de Syriza, que gobierna desde hace tiempo en ciertas entidades regionales. Pero podría beneficiarse del cambio de viento que anticipa la Comisión Europea en el momento crucial de las elecciones griegas. Eurodiputados españoles de los dos principales partidos han confesado en privado que ven en la posible victoria de Tsypras un trampolín extraordinario para Iglesias. Coinciden también en que es necesario que en ese caso las instituciones europeas no hagan concesiones a los populistas griegos, para que ello no se pueda interpretar como un aliciente a favor de los populistas españoles.Dejarles gobernar en condiccioens adversas podría ser la mejor vacuna contra la extensión de estos movimientos populistas. Pero ¿y si las instituciones europeas hubiesen ya tomado posiciones a favor?
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