¡Nueva York descubre el caldito!
Los neoyorquinos han descubierto el caldito de toda la vida, ese que se han hartado de tomar generaciones
El vaso de plástico es un complemento habitual de los neoyorquinos. En él pasean el café de la mañana, camino de la oficina, en el metro o haciendo equilibrios en el taxi para que los volantazos del conductor uzbeco no desparramen la bebida sobre el pantalón de traje. También van agarrados a cubos enormes de bebidas azucaradas, a tazas de cartón rellenas de té que escaldan la mano, esquivando peatones con sus propios vasos, capaces de beberlo en pleno trote.
Ahora, con la llegada del invierno, hay un nuevo invitado a estos vasos portátiles: el caldo. Los neoyorquinos han descubierto el caldito de toda la vida –de pollo, de cocido, de vaca, vegetal-, ese que se han hartado de tomar generaciones y generaciones en la comida y en la cena y que ahora adquiere relevancia urbana.
Ayuda el invierno polar que vive la Gran Manzana –esta semana la sensación térmica ha rondado los -20 grados- y que alguien ha conseguido ponerle el envoltorio mercadotécnico adecuado. En Nueva York –donde hasta el agua de grifo, filtrada, se ha llegado a vender a precio de oro- quien ha encontrado la fórmula para hacer dinero con el caldito es Marco Canora. Es el cocinero responsable de Hearth, un italiano caro del East Village, que ha colocado al lado de su restaurante Brodo, un local mínimo con caldo para llevar.
Cobra 4,50 dólares por el vasito de 8 onzas (23 centilitros) de caldo de pollo, pavo y vaca. El tamaño grande –algo menos de medio litro- cuesta 8,50 dólares. A gusto del consumidor, se pueden elegir ingredientes extra, como zumo de jengibre, té de seta shiitake o cúrcuma rallada, a 75 céntimos por cada añadido. No hay café ni té más caro en toda la ciudad que este caldo milagroso.
Canora, de madre italiana, recuerda que en su casa siempre había caldo listo para tomar y que, en un momento, eligió sorber caldo en vez de café o vino. Y ahí le vino la idea de Brodo, cuyo nombre hace referencia a ‘broth’ (caldo, en inglés).
«Todo cocinero sabe hacer caldo, todo el mundo lo usa como ingrediente, pero a nadie se le ocurrió que se podía vender», ha reconocido sin sorna a ‘The New York Times’. En efecto, es algo muy fácil que puede hacer cualquiera en su propia casa y muy barato. Pero seguro que Canora encontrará mucha gente encantada con pasear el caldito por la calle, consciente de que es lo último en bebidas portátiles (¡qué será ahora de los zumos de col rizada!).
El fenómeno del caldito también se ha encontrado con el viento a favor del éxito de las paleo-dietas, que tienen en esta bebida uno de los alimentos preferidos. Para quienes Brodo les queda muy lejos –aunque no hay duda de que abrirán negocios similares en otras partes de la ciudad- también hay compañías que envían caldo a domicilio. En Oliver Weston Company hacen envíos desde 7 dólares por el medio litro y en Bone Deep & Harmony puedes suscribirte a una cuota algo menos de tres litros por semana por 162 dólares al mes. ¿Cuántos litros de caldo se podrán preparar en casa con 162 dólares?