El embajador ruso en Italia paga 18.000 euros por el chequeo médico de su mujer
Para colmo se marchó de la clínica de Roma sin diagnóstico, tras ocho visitas y una serie de pruebas. El diplomático lo ha denunciado ante la ministra de Sanidad y se ha abierto una investigación
La astronómica factura por 17.913 euros que le presentó una clínica de Roma al embajador ruso, Sergey Razov , por el chequeo médico de su mujer durante una jornada se ha convertido en un caso diplomático. A Razov le pareció especialmente escandalosa la cantidad que percibió el médico que coordinó el chequeo (5.000 euros) y su asistente (2.000). Así como que la clínica cargue 1.268 euros por unos análisis de orina y sangre, cuando en un laboratorio privado suele costar un centenar de euros. Para colmo, la mujer del embajador se marchó de la clínica sin un diagnóstico sobre los dolores que padecía.
La esposa del diplomático ingresó a las ocho y media de la mañana en la clínica Pío XI , en la vía Aurelia, por dolores en el abdomen, la espalda y una pierna. Fue sometida a ocho visitas de especialistas: cardiólogo, angiólogo, ortopédico, gastroenterólogo, anestesista, oncólogo, dermatólogo y oftalmólogo. Las seis primeras, a propuesta del doctor que coordinaba el chequeo médico; las otras dos, a petición propia. El coste de cada una de ellas osciló entre los 200 y los 350 euros. Cada médico firmó su propia factura. Además se le realizó un puñado de análisis: de sangre, orina, ecografía, resonancia magnética y Tac. La prueba abdominal más invasiva tuvo un coste superior a los 4.000 euros, incluido el anestesista.
La clínica pidió una compensación de 692 euros por unas horas de hospitalización. La dirección precisó al embajador que «no existe ninguna relación económica de la misma con los médicos que en ella trabajan; estos especialistas se limitan a pagar el coste por el alquiler de los locales». Entre las muchas sorpresas que se llevó el diplomático ruso, está la de haber pagado 19,52 euros bajo el epígrafe «acompañante»; es decir, pagó por acompañar a su mujer, aunque esa cantidad fuera la cifra más modesta de todos los recibos.
La ministra montó en cólera y ordenó la inspección de la clínica
A la vista de la factura, el embajador ruso debió pensar que se trataba de un atraco y, sin pensarlo dos veces, mandó la factura y su queja correspondiente al Colegio de Médicos y otra carta al ministro de Sanidad, Beatrice Lorenzin, la cual montó en cólera y ordenó de inmediato una inspección.
En su carta de quejas, el principal objetivo del diplomático ruso fue el médico que coordinó el chequeo, al que dedicó este párrafo: «Debo precisar que no ha diagnosticado ningún mal a mi esposa, ni nos ha dejado un preciso informe sobre los problemas a los que había puesto su atención durante la visita. Quisiera saber si es normal que por un control de un día se deba pagar al médico 5.000 más otros 400 euros en concepto de "primera visita médica", y a su asistente 2.000 euros».
No contento con el envío de sus cartas al Colegio de Médicos y a la ministra de Sanidad, que reaccionaron de inmediato, el embajador Razov ha hecho que los medios más importantes de Italia se enteren de la aventura médica de su mujer: todos han publicado amplias informaciones, incluyendo copias de los recibos médicos.
Como un turista
El embajador ruso debió sentirse como uno de esos turistas que pagan 200 euros por dos helados, o 2.000 euros por una comida en una trattoria romana. Con la salvedad de que aquí se trataba de un problema de salud. Suficiente para crear un caso diplomático. La próxima vez que tenga un problema de salud, seguramente el embajador preferirá coger el primer avión con destino a Moscú.
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